sábado, 25 de abril de 2009

Miseria de la psicología: banalidad y desvergüenza



Wolfgang Giegerich, acertadamente, escribió:

“Así como los periodistas de la prensa amarilla exponen detalles de las vidas privadas de los famosos, así los psicólogos sacan "primeros planos" para desmenuzar y volver accesible directamente el significado de los cuentos de hadas o de los casos que discuten… Hoy tenemos una rama de la psicología que es sólo sobria, realista, "científica", chata; y tenemos mucha psicología que es (no realmente "inspirada" sino) inflada, emocional, llena de sentimentalismo y mistificaciones (pero no menos chata). Ambas son igualmente desvergonzadas. No importa si se somete un desvalido cuento de hadas inocente tras otro a interpretaciones triviales en términos de psicología personalista o se los explota para dar un aura elevada a historias más bien vulgares…
El descaro literal con el que hoy se espía y divulga la vida privada de la realeza y otras figuras públicas por parte del periodismo indiscreto e invasor, con el cual los individuos exponen en la televisión voluntariamente o por dinero los detalles de sus sentimientos y experiencias más íntimas, y se muestra la desnudez dentro y en las portadas de las revistas y el sexo en las películas, y el descaro literal manifiesto en la institución llamada 'reality show' - tal descaro literal puede interpretarse probablemente como el reflejo objetivo del descaro lógico de nuestra actitud psicológica general”

Giegerich también ha intentado mostrar la lógica por la cual las dos  psicologías (la “científica” y la personalista, inflada y sentimental), a pesar de parecer opuestas aunque igualmente planas, en verdad se corresponden y se reclaman, al fundarse ambas sobre la escisión: realidad interior/realidad exterior, escisión que ambas dan por supuesta y que ninguna de las dos tematiza.


jueves, 23 de abril de 2009

Crítica de Giegerich al proyecto psicológico de C. G. Jung


Clase dada por E. Eskenazi el miércoles 22 de abril 2009 en la Librería Sto. Domingo, en Barcelona

Para escuchar la clase, picar aquí

En esta clase se lee y se comenta parte del artículo de W. Giegerich titulado “El fin del significado y el nacimiento del hombre. Un ensayo sobre el estadio alcanzado en la historia de la consciencia, y un análisis del proyecto psicológico de C. G. Jung”.

viernes, 17 de abril de 2009

Rorty: Nietzsche y la verdad


tomado de
RICHARD RORTY: Contingencia, ironía y solidaridad, Barcelona, Paidós, 1991.

Fue Nietzsche el primero en sugerir explícitamente la exclusión de la idea de “conocer la verdad”. Su definición de la verdad como “un ejercito móvil de metáforas” equivalía a la afirmación de que había que abandonar la idea de “representar la realidad” por medio del lenguaje y, con ello, la idea de descubrir un contexto único para todas las vidas humanas. Su perspectivismo equivalía a la afirmación de que el universo no tiene un registro de cargas que pueda ser conocido, ninguna extensión determinada. El tenía la esperanza de que cuando hubiésemos caído en la cuenta de que el “mundo verdadero” de Platón era sólo una fábula, buscaríamos consuelo, en el momento de morir, no en el haber trascendido la condición animal, sino en el ser esa especie peculiar de animal mortal que, al describirse a sí mismo en sus propios términos, se había creado a sí misma. Más exactamente, se había creado la única parte de sí que importaba, construyendo su propia mente. Crear la mente de uno es crear el lenguaje de uno, antes de dejar que la extensión de la mente de uno sea ocupada por el lenguaje que otros seres humanos nos han legado.(1)



Pero al abandonar la noción tradicional de verdad Nietzsche no abandonó la idea de que un individuo podía hacer remontar a su origen las ciegas marcas que llevan nuestras acciones. Sólo rechazó la idea de que ese remontar fuera un proceso de descubrimiento. De acuerdo con su concepción, al alcanzar esa suerte de conocimiento de sí no llegamos a conocer una verdad que está ahí afuera (o aquí adentro) desde siempre. Concebía, más bien, el conocimiento de sí como una creación de sí. El proceso de llegar a conocerse a sí mismo, enfrentándose a la propia contingencia haciendo remontar a su origen las causas, se identifica con el proceso de inventar un nuevo lenguaje, esto es, idear algunas metáforas nuevas. Porque toda descripción literal de la identidad de uno -esto es, todo empleo de un juego heredado de lenguaje con ese propósito- necesariamente fracasará. No se habrá hecho remontar esa idiosincrasia a su origen, sino que meramente se la habrá llagado a concebir como algo al fin y al cabo no idiosincrático, como un espécimen en el que se reitera un tipo, una copia o una réplica de algo que ya ha sido identificado. Fracasar, como poeta- y, por tanto, para Nietzsche, fracasar como ser humano- es aceptar la descripción que otro ha hecho de sí mismo, ejecutar un programa previamente preparado, escribir, en el mejor de los caso, elegantes variaciones de poemas ya escritos. De tal modo, la única manera de hacer remontar a su origen las causas del propio ser sería la de narrar un historia acerca de las causas de uno mismo en un nuevo lenguaje.



Esto puede sonar paradójico, porque pensamos las causas como algo que se descubre y no que se inventa. Concebimos la narración de una historia causal como el paradigma del uso literal del lenguaje. La metáfora, la originalidad lingüística, parece fuera de lugar cuando uno pasa del simple gusto por esa originalidad a la explicación de por qué ocurren esas originalidades y no otras. Pero debe recordarse la afirmación formulada en el capítulo precedente según la cual aún en las ciencias naturales ocasionalmente llegamos a historias causales genuinamente nuevas, historias del tipo de las producidas por lo que Kuhn llama “ciencia revolucionaria”. Aún en esas ciencias las redescripciones metafóricas son el indicio del genio y de los saltos revolucionarios hacia delante. Si fortalecemos esa observación kuhniana pensando, con Davidson, que la distinción entre lo literal y lo metafórico es la distinción entre el viejo lenguaje y el nuevo lenguaje, en lugar de contemplarla como palabras que captan el mundo y palabras que no llegan a hacerlo, la paradoja desaparece. Si con Davidson, descartamos la noción del lenguaje como algo que se adecua al mundo, podemos ver la pertinencia de la tesis de Bloom y de Nietzsche de que el hacedor vigoroso, la persona que emplea las palabras en la forma en que antes nunca han sido empleadas, es la más capacitada para apreciar su propia contingencia. Porque ella puede ver, con más claridad que el historiador, el crítico o el filósofo que buscan la continuidad, que su lenguaje es tan contingente como la época histórica de sus padres o la suya propias. Puede apreciar la fuerza de la afirmación de que “la verdad es un ejército móvil de metáforas” porque debido a su propia amplitud ha pasado de un perspectiva, de una metáfora, a otra.

[...]



Dicho de otro modo: la tradición filosófica occidental concibe la vida humana como un triunfo en la medida en que trasmuta el mundo del tiempo de la apariencia y de la opinión individual en otro mundo: el mundo de la verdad perdurable. Nietzsche, en cambio, cree que el límite que es importante atravesar no es el que separa el tiempo de lo intemporal, sino el que divide lo viejo de lo nuevo. Piensa que la vida humana triunfa en la medida en que escapa de las descripciones de la contingencia de la existencia heredadas y halla nuevas descripciones. Es ésa la diferencia que separa la voluntad de verdad de la voluntad de autosuperación. Es la diferencia entre concebir la redención como el contacto con algo más amplio y más duradero que uno, y la redención como Nietzsche la describe: “Recrear todo “fue” para convertirlo en un “así lo quise”.”

(2)

Richard Rorty, págs. 47-49

 




(1) Nota del autor: Mi interpretación de Nietzsche debe mucho a la original y penetrante obra de Alexander Nehamas.
Nietzsche: Life and Literature, Cambridge, Massachusets, Harvard University Press, 1985.

(2) Nota de E. Eskenazi: En este sentido puede ser interesante considerar la doctrina del eterno retorno en su versión “popularizada≠ en la película que puede verse picando aquí.

domingo, 12 de abril de 2009

G. Vattimo: Introducción a Heidegger


Acabo de incluir en la web del Centro una amplia sección de la Introducción a Heidegger, de Gianni Vattimo: la dedicada a Ser y Tiempo.

Indudablemente Ser y Tiempo de Martin Heidegger es una de las obras claves que determinan el curso de toda la filosofía del siglo XX así como sus decursos ulteriores, y ha impulsado decisivamente lo que se ha llamado “el fin de la metafísica” y, con ello, el advenimiento del “post modernismo” (aunque seguramente a Heidegger, y con razón, le disgustaría este encasillamiento).

El impacto de Heidegger ha sido (y sigue siendo) enorme en áreas tan diversas como la crítica cultural, la psicología, la comprensión de la ciencia y la tecnología, el estudio del lenguaje, el estudio de la historia, entre muchas otras más. El artículo de Vattimo tene la ventaja de exponer en términos más bien accesibles las ideas fundamentales contenidas en Ser y Tiempo: la ex-istencia como posibilidad y proyecto, el Dasein y su constitución existencial, el ser-en-el-mundo, la mundanidad del mundo, el estar-a-la-mano, el ser como presencia y la historicidad del ser, temporalidad y anticipación, etc. 

Estas ideas son imprescindibles para comprender no sólo el pensamiento del siglo XX, sino incluso para acercarse a una crítica a la psicología como “ciencia del fenómeno psíquico” -una crítica que llega a su mejor expresión en la psicología de Giegerich-- Y esto como parte de una crítica a todo conocimiento "instrumentalizador" (dentro del cual se incluye lo que hoy pasa mayormente como psicología, comprendida también la “psicología profunda”, la “psicología analítica” e incluso la “psicología imaginal”, por no hablar ya de variantes positivistas como la neuro-psicología, ni de diversas “terapias” y procedimientos basados en la manipulación, como las Constelaciones Familiares y demás). Ciertamente una psicología que da por supuesto lo que sea el alma, lo que sea el hombre y lo que sea “la realidad” , y que no está dispuesta a revisar sus presupuestos, no es más que otro lenguaje al servicio del control y de la manipulación (aún cuando sea con las mejores intenciones), es decir, de la ideología.


viernes, 10 de abril de 2009

Solidaridad con Horacio Potel


Horacio Potel, en un loable esfuerzo de difusión cultural, ha creado y mantenido en la web durante años tres páginas fundamentales e imprescindibles pare los lectores de filosofía en castellano: la página Heidegger en Castellano (respecto a la cual, desde hace tiempo he colgado un cartel de gratitud en la web del Centro), la página Nietzsche en castellano (íbid) y la página "Derrida en castellano".

Como puede constatarse picando los enlaces a las páginas sobre Heidegger y Derrida, recientemente la Cámara Argentina del Libro ha iniciado una acción judicial, por lo que han sido desactivados esos magníficos aportes a los internautas de habla castellana

Desde aquí quiero manifestar mi enorme gratitud y solidaridad con Potel, y advertir que en la página de Potel en Facebook centenares de usuarios de todo el mundo han expresado su indignación por la "censura"; también quiero animar a los lectores a que se sumen a esa protesta

jueves, 9 de abril de 2009

Vattimo: La crisis de la subjetividad


Acabo de publicar en la web del Centro un ensayo de Gianni Vattimo titulado “La crisis de la subjetividad en Nietzsche y en Heidegger”, incluido en su obra “Ética de la interpretación”.

Vattimo es uno de los pensadores fundamentales de la llamada “postmodernidad”, etapa que él mismo caracterizaría como la liberadora “disolución de los fundamentos”, tiempo de la hermenéutica entendida como “principio mismo de la pluralidad de las interpretaciones y del respeto a la libertad de elección de cada uno”, y como “pensamiento que busca una reconstrucción de la racionalidad después de la muerte de Dios, contra toda... desesperación de quien sigue cultivando el luto porque 'ya no hay religión'” (Vattimo: Nihilismo y Emancipación)

El pensamiento de Vattimo, que por una parte se considera continuador de Nietzsche, de Heidegger y de Gadamer, y por la otra profundamente cristiano “a pesar de la Iglesia”, representa un desafío para quienes aún postulan osadamente principios “absolutos” y ahistóricos, o trans-históricos, así como paras quienes creen que en un tiempo marcado por el relativismo la fe carece de sentido, puesto que entonces , aparentemente, “todo vale”. Vattimo es un ejemplo de que no es necesariamente así.

El artículo tiene también interés para quienes intentan profundizar su comprensión de una visión psico-lógica como la de Wolfgang Giegerich -quien, hay que añadir inmediatamente, no es justamente un seguidor de Vattimo, pero acepta sin ambages proceder dentro del clima cultural que tan bien representa Vattimo (entre otros filósofos “postmodernos”) y que, en cierto sentido, puede considerarse nuestro “destino histórico”

Naturalmente, Vattimo -al igual que Giegerich- resulta urticante para quienes "ya tienen todas las respuestas" como para quienes defienden cualquier tipo de fundamentalismo (incluído el fundamentalismo de su propia "intuición" o "auto-revelación", así como el que implícitamente acompaña a todo dogma ideológico, a todo "ismo" o "escuela de pensamiento" constituida y estructurada)


sábado, 4 de abril de 2009

Wolfgang Giegerich y el fin del significado

En el siguiente enlace puede escucharse el comienzo la clase dada por E. Eskenazi el 1 de abril de 2009, en la cual se traduce y comenta la sección “Crítica del sentimiento de pérdida y de carencia (de significado)” del artículo de Wolfgang Giegerich: “El fin del significado y el nacimiento del hombre”