miércoles, 31 de marzo de 2010

¡Prohibida la entrada!



La Entrada en la Psicología y el Estilo del Discurso Psicológico.
Por Wolfgang Giegerich.

Transcripción (modificada con el texto en inglés) por
Alejandro Bica de un fragmento de “La Vida Lógica del Alma” (1998) leído y comentado en el curso La Vida Lógica del Alma. El pensamiento de Wolfgang Giegerich a cargo de Enrique Eskenazi. 

En este artículo, entre otras cosas, Giegerich escribe:

“…la cuestión se reduce a “¿quién en mí es aceptado para hacer psicología?” y “¿quién en cada miembro del publico de una lección o de una conferencia ha de ser al que se dirige la psicología?” Tenemos al menos tres distinciones tradicionales diferentes que podemos usar para ponerles un nombre a las distintas personalidades en nosotros. Una es la distinción de Jung entre el ego (o la ego-personlidad) y el Self (en el sentido estricto junguiano); otra es la distinción entre el yo empírico y el alma; una tercera, para la cual Hillman ha hecho un caso muy fuerte recientemente, es la distinción entre la personalidad egoica y la semilla interior, o el daimon o el genio (James Hillman, El Código del Alma, 1996.). Para nuestros propósitos no es necesario entrar en las diferencias que hay entre Self, alma, daimon y genio. Tampoco tenemos que tomar las teorías específicas que subyacen a estos conceptos. Todo lo que se necesita aquí es tener la visión de que hay una idea de una duplicidad fundamental de personalidad o de subjetividad en la psicología y que esto nos obliga a plantear las siguientes preguntas, ¿quién ha de ser el sujeto en la persona que hace psicología (y que escribe o habla en este campo)? y ¿a quién se le ha de dirigir en cada miembro del público?

La respuesta es obvia. La persona que hace psicología tiene que ser la nueva o la otra personalidad. El daimon, el Self, el alma: ellos son los únicos que pueden producir una psicología que merezca ese nombre. Tienes que haberte puesto tu traje de bodas. Simplemente no tendrá sentido permitir que la ego personalidad desarrolle una “psicología”. No tendría sentido tener una psicología producida por el ego, que le dice a la gente que ellos “deberían” desarrollar su Self, porque no hay puente que conduzca del ego al Self. El ego puede en el mejor de los casos, sólo predicar la individuación (volverse Self), y sabemos cuán desvalida es la prédica. Predicar transporta continuamente, y restablece otra vez, el mismo hiato que pide ser vencido. Si quieres desarrollar tu Self, tienes que haber cruzado el umbral; tienes que haber dejado detrás al ego (no en todo los aspectos, por supuesto, pero al menos en el punto en que quieres desarrollar el Self) y tienes que haber permitido que el Self tome las riendas (¡nótese el pretérito perfecto!). El Self es real sólo en el punto en que el ego ha sido negado, vencido; uno podría incluso decir que sólo existe como una realidad “sobre el cuerpo muerto del ego”.

Por lo mismo, no hace sentido hablar sobre del daimon mientras uno dirige los propios pensamientos acerca del daimon a la ego personalidad de la audiencia y trata de persuadir a este ego para que acepte la teoría del daimon. El ego puede aceptar todo tipo de teorías, pero psicológicamente esto no hace ninguna diferencia. Una ego personalidad que cree y que disfruta en la teoría del “genio interior” permanece tan ego personalidad tanto como si se la vende a la “psicología del ego” o a cualquier otra de la variedad de sistemas de creencias psicológicas. No es suficiente defender las ideas correctas (el Self, el alma, el daimon, o, en otros casos, los derechos humanos, el cristianismo, la democracia, o lo que sea) y rechazar las ideas erradas (racismo, fascismo, psicología del ego, etc.). Esto es demasiado barato. Lo que es mucho más importante es si el estilo de tu lenguaje psicológico al hablar del Self, (por mencionar sólo esto) pone en juego el mismo Self que estás defendiendo, y si pide de los lectores o de los oyentes que ya estén leyendo, o escuchando, oír hablar del texto como el Self que ellos son. Para que el daimon tenga alguna oportunidad, es inevitable que haya un corte doloroso. Tu manera de hablar o de escribir tiene que confrontar a la audiencia con la experiencia del no-ego (por ejemplo, en el sentido de “no tú como has sido hasta ahora”); tiene que imponer en la audiencia la herida narcisista de que a ti no te importa lo que ellos piensan y que no les estás hablando a ellos, sino a su Otro en ellos.”


Para leer el texto íntegro, picar aquí.

lunes, 29 de marzo de 2010

Hegel y la psicología

Nuevo Seminario, a partir de Abril 2010, en el que se leerá psico-lógicamente el Prólogo a la Fenomenología del Espíritu, de Hegel.  El objetivo es posibilitar una apreciación del pensamiento dialéctico como un método (y no como sistema) y la forma misma de la vida lógica del alma, tal como es concebida por Wolfgang Giegerich

HEGEL & LA PSICOLOGÍA

Lectura psico-lógica de la

FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU

Ciclo de conferencias a cargo de Enrique Eskenazi

Todos los lunes a partir del lunes 12 Abril 2010

 

En el Prólogo de su FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU Hegel escribió:

 

“...cuando discurre por el tranquilo cauce del sano sentido común, el filosofar natural produce, en el mejor de los casos, una retórica de verdades triviales. Y cuando se le echa en cara la insignificancia de estos resultados, nos asegura que el sentido y el contenido de ellos se hallan en su corazón y debieran hallarse también en el corazón de los demás, creyendo pronunciar algo inapelable al hablar de la inocencia del corazón, de la pureza de la conciencia y de otras cosas por el estilo, como sí contra ellas no hubiera nada que objetar ni nada que exigir.

Pero lo importante no es dejar lo mejor recatado en el fondo del corazón, sino sacarlo de ese pozo a la luz del día. Hace ya largo tiempo que podían haberse ahorrado los esfuerzos de producir verdades últimas de esta clase, pues pueden encontrarse desde hace muchísimo tiempo en el catecismo, en los proverbios populares, etc. No resulta difícil captar tales verdades en lo que tienen de indeterminado o de torcido y, con frecuencia, revelar a su propia conciencia cabalmente las verdades opuestas. Y cuando esta conciencia trata de salir del embrollo en que se ha metido, es para caer en un embrollo nuevo, diciendo tal vez que las cosas son, tal como está establecido, de tal o cual modo y que todo lo demás es puro sofisma; tópico éste a que suele recurrir el buen sentido en contra de la razón cultivada, a la manera como la ignorancia filosófica caracteriza de una vez por todas a la filosofía con el nombre de sueños de visionarios.

El buen sentido apela al sentimiento, su oráculo interior, rompiendo con cuantos no coinciden con él; no tiene más remedio que declarar que no tiene ya nada más que decir a quien no encuentre y sienta en sí mismo lo que encuentra y siente él: en otras palabras, pisotea la raíz de la humanidad. Pues la naturaleza de ésta reside en tender apremiantemente hacia el acuerdo con los otros y su existencia se halla solamente en la comunidad de las conciencias llevada a cabo. Y lo antihumano, lo animal, consiste en querer mantenerse en el terreno del sentimiento y comunicarse solamente por medio de éste”.

A diferencia del "buen sentido común” y del pensamiento representativo y calculador usual, que se base en meras oposiciones exlusivas como por ejemplo "verdadero opuesto a falso", Hegel propone la necesidad de un pensamiento más sofisticado (dialéctico) capaz de aprehender en la negacion (en la oposición, la separación, la determinación e incluso en "lo falso") el movimiento mismo que lleva a la realidad como verdad, puesto que “lo verdadero es el todo”. Así, escribe también Hegel:


“Lo verdadero y lo falso figuran entre esos pensamientos determinados, que, inmóviles, se consideran como esencias propias, situadas una de cada lado, sin relación alguna entre sí, fijas y aisladas la una de la otra. Por el contrario, debe afirmarse que la verdad no es una moneda acuñada, que pueda entregarse y recibirse sin más, tal y como es. No hay lo falso como no hay lo malo. Lo malo y lo falso no son, indudablemente, tan malignos como el diablo, y hasta se les llega a convertir en sujetos particulares como a éste; como lo falso y lo malo, son solamente universales, pero tienen su propia esencialidad el uno con respecto al otro. Lo falso (pues aquí se trata solamente de esto) sería lo otro, lo negativo de la sustancia, que en cuanto contenido del saber es lo verdadero. Pero la sustancia es ella misma esencialmente lo negativo, en parte como diferenciación y determinación del contenido, y en parte como una simple diferenciación, es decir, como sí mismo y saber en general. No cabe duda de que se puede saber algo de una manera falsa. Decir que se sabe algo falsamente equivale a decir que el saber está en desigualdad con su sustancia. Y esta desigualdad constituye precisamente la diferenciación en general, es el momento esencial. De esta diferenciación llegará a surgir, sin duda alguna, su igualdad, y esta igualdad que llega a ser es la verdad. Pero no es verdad así como si se eliminara la desigualdad, a la manera como se elimina la escoria del metal puro, ni tampoco a la manera como se deja a un lado la herramienta después de modelar la vasija ya terminada, sino que la desigualdad sigue presente de un modo inmediato en lo verdadero como tal, como lo negativo, como el sí mismo. Sin embargo, no puede afirmarse, por ello, que lo falso sea un momento o incluso parte integrante de lo verdadero. Cuando se dice que en lo falso hay algo verdadero, en este enunciado son ambos como el aceite y el agua, que no pueden mezclarse y que se unen de un modo puramente externo. Y precisamente atendiendo al significado y para designar el momento del perfecto ser otro, no debieran ya emplearse aquellos términos allí donde se ha superado su ser otro. ... lo falso no es ya, en cuanto falso, un momento de la verdad.


... Pero este algo separado, lo irreal mismo, es un momento esencial, pues si lo concreto es lo que se mueve, es solamente porque se separa y se convierte en algo irreal. La actividad del separar es la fuerza y la labor del entendimiento, de la más grande y maravillosa de las potencias o, mejor dicho, de la potencia absoluta. El círculo que descansa cerrado en sí y que, como sustancia, mantiene sus momentos, es la relación inmediata, que, por tanto, no puede causar asombro.

La potencia portentosa de lo negativo reside, por el contrario, en que alcance un ser allí propio y una libertad particularizada en cuanto tal, separado de su ámbito, lo vinculado, y que sólo tiene realidad en su conexión con lo otro; es la energía del pensamiento, del yo puro. La muerte, sí así queremos llamar a esa irrealidad, es lo más espantoso, y el retener lo muerto es lo que requiere una mayor fuerza. La belleza impotente odia al entendimiento, porque éste exige de ella lo que ella no está en condiciones de dar. Pero la vida del espíritu no es la vida que se amedrenta ante la muerte y que se abstiene de la desolación, sino la que sabe afrontarla y mantenerse en ella. El espíritu sólo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el absoluto desgarramiento. El espíritu no es esta potencia como si fuera lo positivo que se aparta de lo negativo (como cuando decimos de algo que no es nada o que es falso y, hecho esto, pasamos sin más a otra cosa), sino que sólo es esta potencia cuando mira cara a cara a lo negativo y permanece cerca de ello. Esta permanencia es la fuerza mágica que hace que lo negativo vuelva al ser. Es lo mismo que más arriba se llamaba el sujeto, el cual, al dar un ser allí a la determinabilidad en su elemento, supera la inmediatez abstracta, es decir, la que sólo es en general; y ese sujeto es, por tanto, la sustancia verdadera, el ser o la inmediatez que no tiene la mediación fuera de sí, sino que es esta mediación misma.”

Es este tipo de pensamiento dialéctico el que requiere la psico-logía de Wolfgang Giegerich para aprehender “el alma” en lo real, un pensamiento que expresa la rica “vida lógica del alma” .

El objetivo de este Seminario consiste en la lectura y explicación del Prólogo a la Fenomenología del Espíritu, de Hegel, desde una perspectiva psicológica y con vistas a hacer explícito el proceso de pensamiento que podría caracterizar como la expresión del espíritu de nuestro tiempo.


Todos los lunes, a partir del lunes 12 de Abril 2010 a las 18:30 hs en LIBRERÍA STO. DOMINGO, c/Sto. Domingo del Call nº 4, Barcelona 08002


sábado, 27 de marzo de 2010

Las obras de arte y la conciencia (alma) de los tiempos

Wolfgang Giegerich, el gran psicólogo junguiano, ha insistido sistemáticamente en que “el alma” está “afuera” del individuo, está “en” el mundo. Este “en” (o “dentro de”) no debiera interpretarse literalmente, como si fuera “un hecho” más entre los hechos. El alma (“la vida lógica”) es “la interioridad” misma del mundo. Así ha declarado: “El proceso del alma nunca ha estado dentro de la gente, siempre ha estado en la cultura en general, en cómo se construía objetivamente la realidad para cada cultura dada; en la mitología del cielo y la tierra, el sol y la luna, los árboles y los ríos, los pájaros y la muerte, etc., o en la metafísica del mundo, en lo que el Kant tardío y el Heidegger tardío llamarían ontoteología. Jung dijo que el alma está alrededor nuestro. Y así también hoy, cuando ya hace mucho que el alma dejó atrás la metafísica (por no decir la mitología) como expresión válida de su verdad, tenemos que mirar a nuestro alrededor a las condiciones del mundo en el que nos hallamos -a nuestra civilización científica, tecnológica, a la economía (con su bolsa, su consumismo, sus productos de deshecho, su publicidad, etc.), a la red (Internet), al mundo de los medios en general, que inundan a la gente desde fuera y la envuelven en información e imágenes- para acaso advertir dónde está hoy el proceso del alma… Podemos advertir que el proceso en el que estamos hoy, expresado en términos alquímicos, pareciera ser un proceso de solutio, evaporatio, distillatio. 'Todo lo que es sólido se funde en aire', ya había observado Marx hace 150 años. Las cuestiones que hoy vive el alma parecen ser la superación de la alteridad a favor de lo mismo (Self), la transformación de “entidad” o “substancia” en relación, funcionalidad, movilidad y fluidez, de la “semántica” en “sintaxis””, así como la sustitución de cualquier fundamento, centro, hogar y tradición por una infinita “futuridad” (una apertura fundamental y una orientación centrífuga hacia adelante, hacia constante innovación)”

Naturalmente, este “movimiento” del alma se expresa también en todas las manifestaciones del espíritu de la época, como su vida cultural, como las grandes obras de arte. El proceso de evaporatio es perceptible, por ejemplo, en las obras características del siglo XX, y como ejemplo vaya este hermoso movimiento del Concierto para violín de Igor Stravinsky. Hasta la idea misma de belleza sufre su propia transformación.

viernes, 26 de marzo de 2010

Rodolfo Mondolfo: Comentarios sobre el estilo de Hegel


En el Prólogo de Rodolfo Mondolfo a la traducción castellana de la Ciencia de la Lógica de Hegel (ed. Hachette, Buenos Aires, 1956), el autor comenta:

“...como lo recuerda P. Rocques, "la oscuridad de Hegel es proverbial". Pero hay que tener en cuenta al respecto las acertadas observaciones del mismo Rocques. que me parece oportuno citar: 

"Es verdad que su lenguaje es pesado y sin adornos. Él menospreciaba los falsos adornos estilísticos, quería hablar al espíritu, no a la imaginación o al corazón... Quien guste de la filosofía de Hegel, gustará también de su estilo. Éste es un poco pesado, arrastrado, tal vez enredado, pero tiene una precisión muy cuidadosa, porque Hegel trabajaba prolijamente, corrigiendo sin cesar, como lo prueban la gran cantidad de tachaduras de sus manuscritos; la corrección gramatical es perfecta; la frase, sólidamente construida, es imagen exacta del pensamiento hegeliano, trabajado, sutil y complicado, pero elevado y firme... Las obras de Hegel aparecen, en la severidad extremada de la forma, siempre más llenas de pensamiento preciso, a menudo tan rigurosamente exacto que no puede cambiarse ni una palabra." 

Para volvernos prudentes en nuestra valoración, meditemos sobre el juicio de K. Hillebrand, que amaba el bello estilo y no era hegeliano.
"Deberíase hablar (dice Hillebrand) del lenguaje de Hegel con más respeto. Por cierto que su sintaxis es muy complicada y confusa, pero su vocabulario es único en la prosa alemana: la palabra es siempre apropiada, a menudo atrevida, generalmente original, llena de relieve conforme al espíritu del idioma alemán."
Estas observaciones justifican nuestra preocupación de fidelidad al texto. Alejarse de él sin necesidad, alterar la expresión dada por Hegel a su pensamiento, so pretexto de volverla más clara y accesible, implicaría en este caso más que nunca un peligro de traicionar el pensamiento mismo.”

En este sentido bien vale recordar lo que Heidegger escribió en su "Logos":

Porque el pensar, ciertamente, es algo muy especial. La palabra de los pensadores no tiene autoría. La palabra de los pensadores no conoce autores en el sentido de los escritores. La palabra del pensar es pobre en imágenes y no tiene atractivo. La palabra del pensar descansa en una actitud que le quita embriaguez y brillo a lo que dice. Sin embargo, el pensar cambia el mundo. Lo cambia llevándolo a la profundidad de pozo, cada vez más oscura, de un enigma, una profundidad que cuanto más oscura es, más alta claridad promete”

Puede leerse el Prólogo picando aquí.

jueves, 18 de marzo de 2010

Una clase sobre Hegel y Giegerich


La última clase de mi curso "Psicología y Verdad", en la cual se citaron parágrafos relevantes de Hegel y se trataron cuestiones fundamentales de la psico-logía de Wolfgang Giegerich (la idea de "curación" y el arquetipo del “sanador herido”, la relación entre la obra de Jung y la obra de Giegerich, la noción de "verdad" como el estadio lógico del espíritu de los tiempos, etc.)  puede escucharse picando aquí.




miércoles, 17 de marzo de 2010

Alma, conciencia y nihilismo: apuntes de clases sobre Giegerich


Estos son algunos apuntes de un curso dado en 2008 sobre "Psicología Analítica y Dialéctica: La vida lógica del alma", transcriptos por Ale Bica:

“Tenemos nuestro sitio en nuestra propia historia. Somos productos de nuestra tradición, un hecho que pone necesariamente límites a nuestros puntos de vista. Primero necesitamos volvernos conscientes, darnos cuenta de nuestra historia y de nuestro lugar en ella para no transportar inadvertidamente presuposiciones inconscientes, o incluso conscientes, al estudio de otras culturas o de otros tiempos. Tenemos que tener en cuenta nuestro propio punto de vista y el modo en que ha sido históricamente condicionado si no queremos que nuestros emprendimientos vayan ciegamente en círculos y si no queremos descubrir en los fenómenos antiguos lo que nosotros mismos traemos con nosotros y ya proyectamos en ellos.”

[Siempre se está mirando a través de una perspectiva cultural.]

“Para una psicología con alma los acontecimientos psíquicos tienen en ellos mismos, y muy aparte de la cuestión del sujeto humano que los perciba, la propiedad de la consciencia. Tienen esta cualidad incluso como ocurrencias llamadas instintivas o inconscientes. La consciencia es el carácter interno inherentemente lógico de los acontecimientos que llamamos psíquicos, y no una determinación adicional, contingente, el hecho de que esos acontecimientos además de haber ocurrido también sucede que hay un sujeto que es consciente de ellos. Un sueño, un esquema de conducta histérico, compulsivo u obsesivo, un síntoma psicosomático, tienen la propiedad de la consciencia a pesar del hecho de que el soñante no hizo conscientemente el sueño sino que le ocurrió, o no sea querido por él, o que acaso no le vea el menor significado. En un sentido remoto podríamos conectar esta visión mía con la idea del Jung tardío acerca del contenido del estado casi consciente de los contenidos inconscientes, lo que llamó, las chispas en la luminosidad interior de todos los fenómenos psíquicos. Otra manera de expresarlo es considerar los acontecimientos psíquicos como acontecimientos de significado, que querría decir que son en sí mismos acontecimientos reflexivos. Son como las frases humanas, las poesías, las obras de arte, en tanto son expresiones del alma hablando a sí misma sobre sí misma. Los fenómenos psíquicos no son hechos positivos, empíricos, externos, como por ejemplo los rastros de sangre en la orina. Como hechos de la naturaleza los hechos positivos no hablan, simplemente señalan o muestran algo más allá de sí mismos. [Un poema no apunta a nada, habla. Si tu no ves lo que el poema dice no conoces el poema, puedes mirar las letras, pero las letras no son el poema.] Apuntan a una causa, o a una condición, o por ejemplo en el caso de la sangre en la orina apunta a un problema de salud. Los fenómenos psicológicos no demuestran nada y no apuntan a ninguna otra cosa. Todo lo que hacen es expresarse a sí mismos, expresar su significado, el significado que son. Son concepciones, son ideas, son interpretaciones, es la interpretación que el alma hace de sí misma, y sólo en tanto que interpretaciones son hechos, es decir, el hecho de que esta interpretación o esta idea ha ocurrido. Para ponerlo en palabras de Jung, “estamos tratando con el hecho de que la psique hace afirmaciones”. Una ciencia descriptiva dirá: es la naturaleza de la psique hacer tales afirmaciones, no importa cual sea su contenido, no importa si lo que afirma lo afirma como verdad o no. Una aserción muy osada, porque las frases del alma, las afirmaciones del alma, los enunciados del alma, no tienen referente externo, no son acerca de alguna realidad, sino que son autoreferentes, uroboricos; su única realidad, su propia verdad es, en tanto que verdades de ficción, verdades de cuentos de hadas. Por ponerlo de otra manera, en tanto interpretaciones son aquello mismo que es interpretado.”

“Hasta el punto en que la consciencia o el carácter de significado de los fenómenos psicológicos es el presupuesto metodológico que hace posible una psicología, la situación en psicología es muy similar a la de la ciencia natural, en la cual, por ejemplo, yo no puedo preguntar si un acontecimiento de la naturaleza sigue una ley o no, porque tiene que seguir una ley de la naturaleza puesto que esta es la presuposición metodológica fundamental de la ciencia de la naturaleza. [Si aceptamos como presupuesto de una psicología con alma que todo lo psicológico es reflejado y que en sí es significado, no tiene sentido preguntarse si un fenómeno psicológico tiene significado, porque el presupuesto de toda psicología es que el fenómeno psicológico es en sí mismo significado.] En ambos casos la única cuestión es qué ley de la naturaleza -en el caso de la ciencia- y qué significado -en el caso de la psicología. Esto me libera, no tengo que ser una autoridad y pretender afirmar o negar dogmáticamente que hay un significado para cada razón metafísica o ideológica, mi disciplina como psicólogo me ha liberado de esta decisión. De modo que cuando, como psicólogo, entro en escena ya es cierto que hay un significado.”

“Un fenómeno no se ve como un fenómeno del alma a menos que uno entre sin reservas en él y trate de comprenderlo íntegramente desde adentro.”

[Desde adentro quiere decir, sin ningún tipo de referencia ajena, externa, sino desde el fenómeno mismo como alma. Si yo intento explicar cualquier síntoma, cualquier manifestación psicológica refiriéndolo a algo no psicológico, entonces no estoy haciendo psicología. Un físico como físico no puede decir que la lampara se mueve porque es la voluntad de Dios. El lenguaje de la física pide que se hable sólo de leyes físicas, el lenguaje de la psicología pide que no se caiga en la presión familiar, la técnica educativa, la clase económica, la raza, el sexo, que son todos factores extra-psicológicos. El fenómeno psicológico tiene todo lo que necesita dentro suyo. El tema es entrar en ello.]

“Hay que distinguir entre dos sentidos diferentes de la palabra significado. En primer lugar está el sentido de significado de acuerdo al cual se refiere a cierto carácter esencial, lógico, o incluso ontológico del fenómeno mismo. Por ejemplo, si se dice que los sacrificios de las culturas antiguas tenían significado, en este sentido se lo está declarando como algo más que meros hechos positivos, algo más que meros acontecimientos. ¿Algo que puede demostrarse que de hecho ocurrió del mismo modo en que ocurren los acontecimientos en el mundo natural? No. Si se dice que son significativos, se quiere decir que en sí mismos llevan significado, y como tales son fenómenos del alma. Son como una rosa o una hermosa joya si se las percibe con alma. Su valor está en lo que ellos son, en lo que muestran que son, en su auto-exhibición. Tal como los sonidos del lenguaje tienen su aspecto empírico, fáctico, pero no están limitados a ser nada más que acontecimientos físicos, meras secuencias de sonido, sino que además y ante todo son acontecimientos de significado, de la misma manera los fenómenos del alma también son acontecimientos de significado. Los fenómenos del alma se abren a la dimensión del significado, en contra y por encima de la mera dimensión de la existencia fáctica. Pero el significado no es un añadido al hecho. El significado viene primero. Los sonidos del lenguaje son creados en la estructura significativa del lenguaje, no son sonidos naturales a los que a parte se les pega un significado. El segundo sentido de significado podríamos ilustrarlo con la formulación de uno de los tratados de Nietzsche llamado Consideraciones Intempestivas, acerca de las ventajas y desventajas de la historia para la vida. Esto está dicho desde el punto de vista de la reflexión externa. La historia como campo de estudio y como forma de consciencia es vista como una entidad factual que está ahí en frente, o como un fenómeno en su propio derecho que tiene fuera de sí a la vida. Y así es como surge la cuestión de si la historia es buena o mala para la vida. Finalmente este es un punto de vista
ego-psicológico, en tanto que la preocupación que se expresa en esta cuestión es acerca de nosotros. El significado es concebido como la relación entre dos cosas, mientras que en el primer caso solamente se relacionaba con una y por lo que esa cosa vale por sí misma.”

“Si los fenómenos psíquicos, por ejemplo los sueños, son ellos mismos interpretaciones, produciendo ellos mismos lo que son y sólo produciéndolo en ese mismo acto de interpretarse, nos damos cuenta de que aquí estamos tratando con un sentido de interpretación completamente distinto del empleado por Freud en su obra fundamental llamada “La Interpretación de los Sueños”. Este último tipo de interpretación es la interpretación que el psicólogo hace de un texto o de un sueño ya existente. Es el resultado de un esfuerzo humano. La belleza de la rosa no es el resultado de un esfuerzo humano. Aquí tenemos una dualidad. Primero el sueño, el texto, y luego la interpretación. La interpretación sería una opinión acerca del texto, una opinión acerca del sueño, pero lo que he dicho acerca de los fenómenos psíquicos, en tanto fenómenos psicológicos, quiere decir que esta dualidad no existe para ellos. Los fenómenos psicológicos son a la vez texto e interpretación. Pero ambos, a la vez, de un modo tan extraño que la interpretación precede lógicamente al texto, en tanto que el texto sólo existe dentro de, y en virtud de, la interpretación que el sueño en sí es. [El significado de lo que digo está primero que el sonido de lo que digo. Ocurren a la vez, sí, pero el sonido sólo enviste al significado. El significado de lo que digo no es lo que se obtiene de analizar lo que digo, sino que es lo que origina lo que digo. Lo que digo existe primeramente como fenómeno del alma y como un significado que se enviste en palabras.] La actividad de interpretar sueños u otros fenómenos psíquicos, como el tema del sacrificio, solo pueden significar el intento de descubrir la interpretación que como tal el sueño o el sacrificio son. Por ello, Jung acentuó repetidamente que el sueño es su propia interpretación. Si bien esto podría entenderse como queriendo decir que el sueño dentro de sí proporciona su propia interpretación yo lo he transformado en una frase ontológica que dice: el sueño es su propia interpretación y nada más.

En el caso de la segunda noción de sentido de significado, por ejemplo el uso o desventaja de tal cosa, la palabra significado todavía se retiene pero está corrompida. Ya no significa significado en sentido estricto. Significa algo distinto: utilidad. Dicho de otra forma, hay una correspondencia entre significado y significador. Pero el hecho de que automáticamente pensemos la palabra significado en términos de utilidad muestra que el primer sentido de la palabra ya se ha perdido. La gran cuestión del significado que hoy mueve a tanta gente, por ejemplo la cuestión acerca del
significado de la vida, muestra esto con enorme claridad, porque lo que esta cuestión busca es si hay una utilidad superior para la vida, algún plan maestro, un objetivo final, algo que alcanzar en la vida. Esta pregunta ya ha desechado a priori aquello que ostensiblemente parece señalar. La pregunta por el significado de la vida ya ha descartado como sin valor el primer sentido de significado, que es que la cosa vale en sí misma. Con mucha gracia Lichtenberg dijo una vez: “Se dice ‘alma’ como se dice “talero” [o duros], aunque hace mucho que se dejaron de acuñar”. De manera similar hoy podríamos decir que uno todavía dice significado, aunque el significado del significado hace tiempo que se perdió, más que perdido. Nada es más repugnante hoy, ni más temido por nuestro tiempo, que el significado. El movimiento que nos empuja con un inmenso poder hacia la información y la era de la comunicación, qué es sino, la abolición sistemáticamente forzada de todo significado. Información es el contenido abstracto desprovisto de cualquier significado que comprometa, un contenido que por esta razón se vuelve libremente utilizable en cualquier contexto. Información siempre es rechazo a un conocimiento real, y lo que llamamos hoy comunicación no es sino el reciclar continuamente este rechazo.

Uno podría objetar de que aquí, en nuestro tiempo, hay un deseo tremendo de significado y que es precisamente el sufrimiento de innumerables gentes por la erosión y la falta de significado lo que habla en nombre del hecho de que la noción de significado todavía está viva. Pero esto es sólo una ilusión. Quién todavía hoy añore un significado, no sabe lo que está diciendo. El hecho mismo de que haya un deseo de significado, muestra que hoy uno está interesado por algo totalmente distinto de lo que el significado propiamente entendido significaría. La necesidad o el deseo del significado tiene su correlato en las provisiones de significado que se ofrecen hoy en el mercado por distintos proveedores: las iglesias, las sectas, todo tipo de escuelas psicológicas y todo tipo de gurus individuales. Por lo tanto, lo que se quiere decir con significado es que es un bien de consumo, especialmente un bien de consumo comparable a un tranquilizante o una droga cuyo propósito y función es hacer más soportable emocionalmente para nosotros el proseguir nuestro duro viaje en la era absolutamente carente de significado de la información y de la comunicación. El deseo y la búsqueda de significado sólo pueden aparecer dentro del nihilismo, y no es de ninguna manera una oposición al nihilismo, aunque se crea que lo es, sino que es uno de los modos en que el nihilismo continúa realizándose y ganando terreno. Si se trata de un verdadero significado, no puede haber deseo de él. El verdadero significado no se puede buscar y no se puede ofrecer en un mercado de significados, obviamente, por la siempre razón de que es -si lo es- la realidad a partir de la cual el hombre vive en su época, es el lugar histórico en el que ocurre que estamos viviendo y es por lo tanto algo verdaderamente significativo, sólo en la medida en que es real. Y si es real no hay que buscarlo. El significado real, por lo tanto, no es de ningún modo algo bonito e inofensivo, algo agradable o algo confortable, es siempre algo tremendo, algo terrible, semejante a la terrible realidad de la cual la Biblia dice en Hebreos [p10:19], “Es una cosa aterradora caer en los brazos del dios viviente”. La enormidad del significado real puede volverse un poco más plausible para nosotros cuando tenemos en mente que el significado real, existente, de nuestra existencia moderna, es el viaje perseguido sistemáticamente y con gran fervor hacia la falta total de significado, o sino, el avance y el trabajo paso a paso sistemático hacia la erosión del significado hasta que quede en nada.”

jueves, 11 de marzo de 2010

Entrevista a Wolfgang Giegerich (continuación)


He aquí la clase dada el miércoles 10 de marzo de 2010, en la que continúo traduciendo y explicando una entrevista a Wolfgang Giegerich, y en la cual habla, entre otras cosas, de qué puede entenderse por “ser uno mismo”, de su actitud como psicólogo ante los sueños, del probable futuro de la psicología analítica, de la importancia psicológica de las guerras, del significado de Internet, etc.

Para escuchar la clase basta con picar aquí


viernes, 5 de marzo de 2010

La importancia de pensar adecuadamente (pensamiento dialéctico y pensamiento calculador)


En la Introducción que David L. Miller escribió a “Dialectics & Analytical Psychology. The El Capitan Canyon Seminar”, hace notar la dificultad que entraña, para el entendimiento usual, la comprensión de aquello a lo que Giegerich apunta con la idea de “la vida lógica del alma”. La expresión “lógica”, así como “pensamiento” suelen comprenderse como un proceso opuesto a “sentimiento”, a “intensidad, y se asocia en cambio a desapasionamiento, mecanicidad, “cerebralidad”. Nada más alejado de lo que Wolfgang Giegerich sostiene en su obra. Así, Miller escribe acertadamente:

“...no es cosa fácil pensar psicológicamente acerca del “intelecto” y del “pensamiento”. Mi propia experiencia... en cuarenta años de educación de graduados, es que parece haber no sólo un anti-intelectualismo americano que rige en la consciencia cultural contemporánea (ver Richard Hofstadter, Anti-intellectualism in American Life) y, seguramente, no sólo en los Estados Unidos, sino también una perspectiva que cree que pensar es mover contadores (ideas) intencionadamente en el cerebro, una especie de pseudo-racionalismo cartesiano y de intelectualismo unilateral. Claramente no es de ésto de lo que habla Giegerich, y es uno de los obstáculos que he encontrado en el intento de enseñar la obra de Giegerich. El pensamiento necesita ser pensado y, en efecto, una tercera cualidad notable del seminario de El Capitan fue su intento de pensar el pensamiento diferentemente, es decir, psicológicamente. La clave para este intento fue un entendimiento de la naturaleza del pensamiento dialéctico (respecto al cual había algún malentendido inicial por parte de los participantes del seminario), y la importancia de lo negativo (respecto a lo cual había un poco de resistencia)

Sentí por primera vez esta dificultad en entender el pensamiento de Giegerich sobre el pensamiento y la lógica durante un seminario on-line patrocinado por el sitio web C. G. Jung (www.cgjungpage.org) en octubre de 1998. El último día de ese ciber-seminario posteé una pregunta a Giegerich, diciendo que creía que sus interlocutores malinterpretaban su idea de pensamiento, y que estaban criticando una posición que él no sostenía. Esto es, demonizaban al pensamiento, tomándolo por lo opuesto del sentimiento (logos contra eros), y luego se preguntaban por qué Giegerich lo privilegiaba en el trabajo psicológico. Le pedí que aclarara lo que entendía por la vida lógica del alma, en la cual pensar es crucial para la transformación psicológica.

Mi pedido llegó tarde en el seminario, justo antes de que se cerrara, y la respuesta de Giegerich fue necesariamente corta debido a las limitaciones de la discusión on-line. Al día siguiente, en un correo electrónico privado, intenté aclarar lo que yo veía como el malentendido por parte de los participantes del seminario. Giegerich en su libro "La Vida Lógica del Alma”, había mencionado una obra de Martín Heidegger, Aus der Erfahrung des Denkens (A partir de la experiencia del pensar), así como también invocará el lenguaje de Heidegger (der Schritt zurück) en el volumen actual al hacer un apunte sobre la naturaleza de la dialéctica hegeliana. En mi nota a Giegerich le recordaba la distinción que Heidegger hace en otro libro, Gelassenheit (Serenidad), entre das rechnende Denken y das besinnliche Nachdenken, que el traductor inglés de esta obra traduce como “pensamiento calculador” y “pensamiento meditativo”. Las traducciones no transmiten realmente la fuerza del lenguaje de Heidegger. “Calculador” no es inadecuado para rechnende, puesto que rechnen significa “calcular, computar, contar, contabilizar ” y der Rechner es el término actual en alemán para un “calculador”, una “computadora”, un ordenador. Pero “meditativo” sobredetermina besinnlich en la dirección de la sensibilidad espiritual romántica. El adjetivo alemán usualmente significa “contemplativo” o “que da qué pensar”, y en ninguna parte de la traducción al inglés hay una indicación de que en un caso se usa Denken y en el otro el término empleado es Nachdenken. Esta última palabra significa más que pensar. Indica cogitar o rumiar o pensar acerca de, o reflexionar, es decir: indica un proceso y una actividad. Mi intuición fue que los compañeros de conversación de Giegerich en el ciber-seminario creían que quería decir das rechnende Denken- lo que mi abuela en Virginia solía querer decir cuando exclamaba, "Bueno, yo calculo que...”. Me había parecido que cuando Giegerich hablaba acerca de “pensamiento” o “lógica” lo que de hecho tenía en mente era más como das besinnlich Nachdenken de Heidegger. Giegerich me respondió que yo estaba en lo cierto acerca al respecto, e indicó que con este malentendido podía ver porqué sus interrogadores eran críticos acerca de su énfasis psicológico en el “pensamiento”.
Empero, Giegerich tuvo pensamientos ulteriores (un
Nach-denken o idea tardía) dos años más tarde. El 23 de febrero de 2000, me escribió lo siguiente:

“esta distinción de Heidegger me resulta un poco problemática. (a) Divide, estableciendo un tipo privilegiado de pensamiento (una especie de versión dominical) donde en mi opinión no debiera haber un diastema y (b) usa esta distinción para condenar (injustamente) la metafísica clásica, a la que coloca al lado de das rechnende Denken, una retroyección de nuestro problema moderno al pasado. Para mí el pensamiento es uno, y si se le presiona lo suficiente más allá de la versión pragmática inicial, deviene dialéctico”.

La cuestión es, en parte, que contabilizar, contar, computar, y calcular son parte importante del pensamiento. Uno podría pensarlos como el aspecto instrumental del pensamiento pero, por supuesto, pensar que ello es todo el pensamiento es en sí irreflexivo.
Menciono este antiguo intercambio a fin de introducir la discusión de “dialéctica” que sigue en este libro, es decir, a fin de mostrar que el pensamiento psicológico sobre el pensamiento no es simple. Por ejemplo, pensar -en el caso en que se hablará en el seminario de El Capitan- no es una función psicológica. Es decir, no es una de las funciones ectopsíquicas de Jung junto con sentir, percibir e intuir, y por tanto no es algo hecho, o bien, hecho sólo por los llamado "tipos reflexivos”. Más bien cualquiera, sin tomar en cuenta la tipología, es un pensador en el sentido que Aristóteles pudo haber querido decir al llamar al ser humano un
animal rationale. Ciertamente, el pensamiento es inconsciente en la mayoría de la gente la mayoría del tiempo. Es pensamiento implícito. Pero no es no-pensamiento. El pensamiento tampoco debe pensarse como meramente lógica formal y abstracta, ni es un mero razonar discursivo o el empleo literal del intelecto. Más bien es concreto, un movimiento real del alma. Pensar significa haber sido alcanzado o reclamado por una idea. Heidegger, en el trabajo que Giegerich cita en La Vida Lógica del Alma, dice: “Nunca llegamos a la ideas. Ellas vienen a nosotros”.
El problema entonces es el pensamiento inconsciente y lo que Heidegger llama
die Flucht von dem Denken, la “huida ante el pensamiento”. La psicología hoy, también, ha sido carente de ideas y ha participado en esta “huida”. Psicológicamente esta huida indica un miedo inconsciente (lo que Freud llamaba Gendankenschreck, “miedo de pensar”), aún de la psicología misma. Con seguridad es una defensa precisamente contra lo que en este libro se llamará dialéctica, en la cual uno puede descubrir (hacer consciente) no sólo una lógica y un pensamiento, sino también y a la vez, la realidad de la negación de ese pensamiento, no como cosa positiva, sino como negativo-positivo, que también en el proceso de pensar o en el curso del tiempo necesitará ser negado (la negación de la negación). Psicológicamente este proceso de pensamiento dialéctico puede transformar las fijaciones del ego, mostrando que son momentos dentro de sí-mismo (Self), que es uno y fuera del cual no hay nada (Ver Giegerich: ¿Es profunda el alma?). Esta es una psicología radical e implica que pensar sobre el pensar puede resultar en vida psicológica, esto es, apasionada (soulful: animada, con pasión).
Hay un antiguo origen para esta visión. Por ejemplo, está representada en el epígrafe con que comienza esta Introducción. En el siglo III d. C, Plotino enseñó a sus alumnos que la mente (
nous) , según dice, “desborda -bulle- de vida” (Plotino, Enéadas). Pensar hace más vivaz la vida. Plotino podría haberlo tomado de Aristóteles (De Anima). Aristóteles dice que las ideas presocráticas sobre el alma y la vida seguían sus etimologías y así la gente pensaba que el alma es “caliente”. Esta idea sólo tiene sentido cuando se advierte que el texto griego de Plotino contiene un retruécano. El texto griego de Plotino dice: hyperzeousan zoé, “bullendo con vida”.Zóe, vida,y zein, “hervir” (bullir) son homófonos. ¡La vida es caliente! Plotino no habla de la vida del ego o de la sensibilidad del ego, sino de la vida y el alma de sí mismo (Self). Vivir en sí mismo (Self) es ser vivaz (hervir, bullir). Y para Plotino esta ebullición desbordante (hyperzeousan) se produce por una cualidad de vida que es contemplativa y reflexiva. Seguramente es por esto que Plotino también diría: “Los hombres, también, cuando el poder de contemplación (theorein, 'teorizar') se debilita, se vuelven a la acción, que es una sombra (skian) de contemplación y de razón (theorein kai logos)”, es decir: cuando falta el pensamiento, el alma de la vida está en la sombra de la inconsciencia y difícilmente bulle o se desborda.(Esto no es diferente de la crítica psicológica del “acting out” -actuar compulsivo- como una forma débil de vida psicológica)
La cuestión es que pensar es crucial para realizar la dialéctica del sí mismo
(Self) y su transformación apasionada”


Es en este espíritu que ya he ido publicando artículos en la web del Centro y en este blog, tales como:

La fuerza del pensamiento

Reflexión externa, reflexión inmanente y entendimiento

Hegel, Giegerich y la Psicología

Una vez más, la verdad

Conciencia, autoconciencia y negatividad

así como las continuas referencias a Hegel, a Heidegger o a Nietzsche, entre otros grandes pensadores (Plotino, Husserl, Wittgenstein, etc.)


Es también en este espíritu que a partir de Abril daré un seminario sobre el pensamiento dialéctico, el método hegeliano y la comprensión del alma como vida lógica, como el Mercurio atrapado en la materia de la superficie de los acontecimientos, en la realidad misma. El objetivo de tal seminario es leer detalladamente y psico-lógicamente el Prólogo a La Fenomenología del Espíritu, de Hegel

Iré colgando más información sobre este Seminario tanto en este blog como en la Web del Centro.