Oskar Adler aparte de ser un destacado violinista, maestro de Arnold Schönberg en Viena, y autor de la Crítica de la Música Pura, fue un inspirado astrólogo que recogió la corriente hermética y la impregnó con su visión típica del Romanticismo. Autor de "La Astrología como Ciencia Oculta" (ed. Kier),libro que contiene las conferencias que fueron pronunciadas entre 1930 y 1938 en Viena, ante un pequeño círculo de discípulos. Como su autor -que al igual que Marsilio Ficino era músico, médico y filósofo- aclara en el Prefacio, "se trata de la obra de un investigador destinada a quienes también sean investigadores, esto es, a quienes se sientan con la aspiración a adquirir conocimientos que les permitan ver hondo en el sentido de su existencia dentro de la inconmensurable e inconcebible grandeza de este universo"
En el primer capítulo podemos leer:
"La astrología es el estudio de las relaciones cósmicas, universales e indestructibles, de todos los acontecimientos, especialmente de los acontecimientos humanos sobre la Tierra tomados estos acontecimientos humanos, esta "existencia" humana, juntamente con la historia de su evolución, no sólo en sentido general, sino también en el sentido de la existencia particular del individuo y su historia con los sucesos exteriores y los sucesos que confieren su contenido a la vida subjetiva, esto es, el dolor y el placer, el temor y la esperanza, el amor y el odio, el error y la verdad, el nacimiento, la enfermedad y la muerte, o, para decirlo en una palabra, el "destino" del ser humano. De esta definición se concluye que una ciencia como la astrología no podrá seguir el método que adoptan las ciencias físicas de nuestra época; más aún, en una época como la nuestra, ni siquiera podría haberse originado una ciencia del tipo de la astrología…
…sabemos que el destino de toda estadística es el de no poder dar jamás un cuadro completo de la realidad. Es así que asistimos al curioso espectáculo que brinda una ciencia física que querría menospreciar a la astrología por su calidad de ciencia oculta, pero que no vacila en abrir a esta ciencia las puertas en tanto la astrología renuncie a toda pretensión que no sea la de constituir una mera estadística de los acontecimientos cósmicos y su coincidencia con los procesos terrestres y aun con los procesos humanos.
Pero no es esta la "astrología" que vamos a estudiar nosotros. La verdadera astrología jamás fue una estadística. Su sentido más peculiar el de penetrar en las relaciones cósmicas del acaecer terrestre no podrá obtenerse por ese camino. El único método que nos llevará a nuestra meta es el propio de las ciencias ocultas.
¿Que es la "ciencia oculta"? ¿Qué significa esta denominación y qué nos ofrece su contenido?
La denominación de ciencia oculta no responde únicamente al hecho de que el contenido de tal ciencia haya sido un secreto, un conocimiento que había que "ocultar" a quienes no formasen parte de una cierta minoría de "elegidos"; más aún, ni siquiera es esta la causa principal que llevó a aquella denominación. Lo que determina que esta ciencia sea "oculta" es el hecho de que la fuente cognoscitiva de que proviene tal saber se encuentre en el misterio de la "interioridad" del propio ser humano; sólo al descubrirse esa fuente, al encontrarse el acceso a ella, se comienza a revelar una esfera del saber que, en última instancia, se basa en la premisa del "ser uno con todo lo existente".
Es de este modo que, por su propia índole, este saber seguirá siendo oculto, pues en todo caso no será más que un saber inmediato y, por lo tanto, incompartible, pues el sujeto cobra "conciencia" de algo cuando acierta a conocer o al menos a reproducir ese algo a partir de la propia fuente. En cuanto el saber oculto reviste carácter de "comunicación", deja de ser un saber "oculto".
…en contraposición a ese ego inmediato, a ese ego que alberga nuestra interioridad, nos encontramos con el mundo objetivo, eternamente extraño a nosotros, sólo perceptible desde fuera; y dentro de ese mundo objetivo está el "tú", también extraño y eternamente separado de nosotros, sin que jamás lleguemos a tener la posibilidad de penetrar en su interior, como nos lo revelan los versos de Albrecht von Hailer:
"No hay alma a la que entregue su ser Naturaleza.
Feliz de aquel que llegue a verle la corteza."
Pero si pudiéramos penetrar en la naturaleza como en nuestro propio "yo", entonces tendríamos también del mundo "exterior" un saber oculto, íntimo, que respondería a la aspiración que desde tiempos inmemoriales fue propia de los seres que buscaban la luz, como, por ejemplo, el Fausto de Goethe:
"Para saber qué es lo que el mundo
contiene allá en lo más profundo,
atiende al germen y sus fuerzas
y en huero hablar no te retuerzas."
¿No habrá, en verdad, ningún puente que una la interioridad con el mundo exterior? Y en consecuencia, ¿no será el saber oculto mera imaginación?
No. Pues la verdad es que existe el tal puente y que cualquiera de nosotros puede trasponerlo. Hay "algo" que tiene la particularidad de sernos accesible, del mismo modo en que nos son accesibles las cosas exteriores y que a la vez se nos da del modo exclusivo en que se nos da nuestro propio yo. Y ese "algo" es nuestro cuerpo.
Bien es verdad que veo a mi cuerpo "allá afuera", como cuerpo entre los otros cuerpos, participando de las leyes físicas resultantes de la investigación científica de las ciencias naturales exactas; pero no es menos verdad que ese cuerpo es "mi" cuerpo, unido a mi propio yo, y que si me entero de lo que me muestra la física como objeto de "exterioridad", ello ocurre en la medida en que se refiere a mi propio cuerpo, esto es, que me entero de ello como de una "interioridad", de un "algo" que vive dentro de mí a la vez mental y psíquicamente. En otras palabras: también sé de mi cuerpo en la esfera de lo "científico oculto".
Si pudiese expandir mi cuerpo de modo tal que el mundo exterior entrase a formar parte integrante, por así decir, de mi vida corporal "endoempírica", me enteraría de dicho mundo exterior de la misma manera en que sé todo lo que se refiere a mi mismo y únicamente a mi mismo; es decir que tendría con respecto a lo exterior un saber científico de carácter oculto, tan susceptible de ser sistematizado como el saber científico de carácter físico; o, lo que es lo mismo, me vería en posesión de la ciencia oculta de carácter cósmico"
Pero no es esta la "astrología" que vamos a estudiar nosotros. La verdadera astrología jamás fue una estadística. Su sentido más peculiar el de penetrar en las relaciones cósmicas del acaecer terrestre no podrá obtenerse por ese camino. El único método que nos llevará a nuestra meta es el propio de las ciencias ocultas.
¿Que es la "ciencia oculta"? ¿Qué significa esta denominación y qué nos ofrece su contenido?
La denominación de ciencia oculta no responde únicamente al hecho de que el contenido de tal ciencia haya sido un secreto, un conocimiento que había que "ocultar" a quienes no formasen parte de una cierta minoría de "elegidos"; más aún, ni siquiera es esta la causa principal que llevó a aquella denominación. Lo que determina que esta ciencia sea "oculta" es el hecho de que la fuente cognoscitiva de que proviene tal saber se encuentre en el misterio de la "interioridad" del propio ser humano; sólo al descubrirse esa fuente, al encontrarse el acceso a ella, se comienza a revelar una esfera del saber que, en última instancia, se basa en la premisa del "ser uno con todo lo existente".
Es de este modo que, por su propia índole, este saber seguirá siendo oculto, pues en todo caso no será más que un saber inmediato y, por lo tanto, incompartible, pues el sujeto cobra "conciencia" de algo cuando acierta a conocer o al menos a reproducir ese algo a partir de la propia fuente. En cuanto el saber oculto reviste carácter de "comunicación", deja de ser un saber "oculto".
…en contraposición a ese ego inmediato, a ese ego que alberga nuestra interioridad, nos encontramos con el mundo objetivo, eternamente extraño a nosotros, sólo perceptible desde fuera; y dentro de ese mundo objetivo está el "tú", también extraño y eternamente separado de nosotros, sin que jamás lleguemos a tener la posibilidad de penetrar en su interior, como nos lo revelan los versos de Albrecht von Hailer:
"No hay alma a la que entregue su ser Naturaleza.
Feliz de aquel que llegue a verle la corteza."
Pero si pudiéramos penetrar en la naturaleza como en nuestro propio "yo", entonces tendríamos también del mundo "exterior" un saber oculto, íntimo, que respondería a la aspiración que desde tiempos inmemoriales fue propia de los seres que buscaban la luz, como, por ejemplo, el Fausto de Goethe:
"Para saber qué es lo que el mundo
contiene allá en lo más profundo,
atiende al germen y sus fuerzas
y en huero hablar no te retuerzas."
¿No habrá, en verdad, ningún puente que una la interioridad con el mundo exterior? Y en consecuencia, ¿no será el saber oculto mera imaginación?
No. Pues la verdad es que existe el tal puente y que cualquiera de nosotros puede trasponerlo. Hay "algo" que tiene la particularidad de sernos accesible, del mismo modo en que nos son accesibles las cosas exteriores y que a la vez se nos da del modo exclusivo en que se nos da nuestro propio yo. Y ese "algo" es nuestro cuerpo.
Bien es verdad que veo a mi cuerpo "allá afuera", como cuerpo entre los otros cuerpos, participando de las leyes físicas resultantes de la investigación científica de las ciencias naturales exactas; pero no es menos verdad que ese cuerpo es "mi" cuerpo, unido a mi propio yo, y que si me entero de lo que me muestra la física como objeto de "exterioridad", ello ocurre en la medida en que se refiere a mi propio cuerpo, esto es, que me entero de ello como de una "interioridad", de un "algo" que vive dentro de mí a la vez mental y psíquicamente. En otras palabras: también sé de mi cuerpo en la esfera de lo "científico oculto".
Si pudiese expandir mi cuerpo de modo tal que el mundo exterior entrase a formar parte integrante, por así decir, de mi vida corporal "endoempírica", me enteraría de dicho mundo exterior de la misma manera en que sé todo lo que se refiere a mi mismo y únicamente a mi mismo; es decir que tendría con respecto a lo exterior un saber científico de carácter oculto, tan susceptible de ser sistematizado como el saber científico de carácter físico; o, lo que es lo mismo, me vería en posesión de la ciencia oculta de carácter cósmico"
Puedes leer el capítulo entero aquí
Un saludo
Enrique