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domingo, 13 de abril de 2008
Mario Satz: El latido y la luz
Bello relato perteneciente a “Alrededor de una nuez” y que puede leerse picando aquí
domingo, 16 de septiembre de 2007
Mario Satz: El pensamiento alquímico

Mario Satz os invita a participar el día sábado 27 de octubre de 2007 y en su casa de Valldoreix, Paseo del Rosal 22, del seminario Las claves del pensamiento alquímico. En un ambiente relajado e íntimo compartiremos ideas y sentires. El programa será el siguiente:
Naturaleza y lenguaje de la Alquimia
La Tabla Esmeralda y las correspondencias
Los colores de la obra
Azufre, Mercurio y Sal
Psicología y Alquimia en la obra de C.G.Jung
Bibliografía:
Titus Burckhardt: Alquimia, Plaza & Janés, Barcelona 1971.
Marie-Louise von Franz : Alquimia, Luciérnaga, Barcelona 1980.
CG Jung: Psicología y Alquimia, Santiago Rueda, Buenos Aires 1957.
El seminario comenzará a las diez de la mañana y durará hasta las seis de la tarde. El precio será de 70 euros por persona y la comida se hará en el restaurante chino Gran Mundo de Valldoreix. Confirmar la asistencia al 93-590 05 40.
domingo, 2 de septiembre de 2007
Nuevo curso a partir de Octubre 2007

Oscar Adler, autor de La Astrología como Ciencia Oculta (ed. Kier) fue un destacado músico austríaco, profesor de Arnold Schönberg, así como un inspirado astrólogo que fundió la tradición hermética con su peculiar visión romántica de la astrología:
‘El destino de cada ser humano es el juicio cósmico final acerca de su propia historia, del mismo modo en que el destino onrírico es el juicio propio -el juicio que el individuo formula acerca de sí mismo-, su confrontación con su propio pasado. La única manera de dominar el destino es la de amortizar la herencia o el pasado por liquidación de la ‘deuda’, de la obligación. Es esta una de las exigencias más difíciles de cumplir que nos impone la astrología: la exigencia de transformar la constitución que nos es dada por nacimiento y herencia, la exigencia de barrer la escoria del pasado’
(O. ADLER: La Astrología como Ciencia Oculta)
Sus lecciones sobre el simbolismo de las lunaciones, eclipses, planetas y aspectos nunca se tradujeron al castellano, y son las que se leerán y comentarán en este ciclo de conferencias
viernes, 2 de marzo de 2007
Henry Corbin: de Heidegger a Sohravardî

En la entrevista Corbin afirma, entre otras cosas:
"...lo que comprendemos realmente, no es más que lo experimentado y sufrido por nosotros, lo que nosotros soportamos en nuestro propio ser. La hermenéutica no consiste en deliberar sobre estos conceptos; es esencialmente el desvelamiento de lo que pasa en nosotros, el desvelamiento de lo que nos hace emitir tal concepción, tal visión, tal proyección, cuando nuestra pasión pasa a ser acción, un soportar activo ... Estar-ahí es esencialmente hacer acto de presencia, el acto de esta presencia por la cual y para la cual se desvela el sentido en el presente, esta presencia sin la cual nunca se desvelaría algo así como un sentido en el presente. De este modo, la modalidad de esta presencia humana es reveladora, pero de tal manera que revelando el sentido, es ella misma quien se revela, ella misma la que es revelada. Nuevamente, la concomitancia pasión-acción".
***
"Los modos de comprender están esencialmente en función de los modos de ser. Todo cambio en el modo de comprender es concomitante a un cambio en el modo de ser"
***
"Yo no podía ni quería ser un “historiador” en el sentido normal y ordinario de la palabra, un sabio que establece la balanza (el juicio) del pasado pero que no se siente en absoluto responsable del mismo, ni tampoco responsable del sentido que le da, mientras que es él sin lugar a dudas quien da a este pasado un sentido u otro y hace funcionar la “causalidad histórica” de acuerdo al sentido que ha decidido. Y es porque para el historiador los hechos han pasado, los acontecimientos forman parte del pasado, mientras que él, el historiador, no estaba allí. Pues desde el punto de vista "científico" conviene que el historiador no esté allí dónde y cuándo pasó. Es necesario incluso que no esté, que no haga nunca “acto de presencia” en este pasado a fin de poder hablar de él con toda “objetividad histórica”. Incluso si prodiga los términos como “pasado vivo”, “presencia del pasado”, esta presencia no es mas que una inofensiva metáfora de su coartada personal. En cambio el fenomenólogo hermeneuta debe siempre estar ahí (da-sein), porque para él nunca hay nada pasado o superado. Efectuando él mismo acto de presencia hace manifestarse lo que está oculto bajo el fenómeno aparente. Este acto de presencia consiste en abrir, en hacer eclosionar el futuro que se oculta en el llamado pretérito pasado. Es verlo por delante del sí mismo y es bien distinto a una metafórica e inofensiva presencia literaria del “pasado vivo”. Pues es al mismo tiempo sentirse “responsable del pasado” para hacerse responsable del futuro".
***
"Aquello que los profanos, los exoteristas ven como sentido metafórico, es precisamente lo que los gnósticos ven como el sentido verdadero, y ello porque no degradan nunca el sentido espiritual al rango de una metáfora o de una alegoría. Y lo que el profano toma por el sentido verdadero, como el sentido histórico visible, no es para los gnósticos mas que el sentido metafórico, la metáfora de la Verdadera Realidad".
***
"...hay un conocimiento formal, que es el conocimiento corriente; se produce por medio de una re-presentación, de una species, actualizada en el alma. Y hay un conocimiento designado como conocimiento presencial, el cual no pasa por la mediación de una representación, de una species, sino que es presencia inmediata, aquella por la cual el acto mismo de presencia del alma suscita la presencia de las cosas y se le hacen presentes a ella misma, no ya como objetos sino como presencias. Es el conocimiento que se tipifica también como conocimiento “oriental” (‘ilm ishrâqî), que es a la vez el amanecer del Oriente del ser sobre el alma y el amanecer de la iluminación matutina del alma sobre las cosas que revela y se revela a sí misma como com-presencias. Conviene conservar siempre en la palabra Ishrâq (Oriental) su primer significado, el del orto y la elevación del astro por su Oriente. Pero se trata de un oriente que no hay que buscar en los planos geográficos, es la Luz que se alza, Luz anterior a toda cosa revelada, a toda presencia, puesto que ella es la que las revela, la que hace la Presencia".
***
"La gente se tranquiliza repitiendo: “la muerte forma parte de la vida”. No es cierto a menos que entendamos la vida solamente en su sentido biológico. Pero la vida biológica deriva ella misma de otra vida, que es su fuente y que es independiente de ella y que es la Vida esencial. En tanto que la decisión-resuelta sigue siendo simplemente ser “libre-para-la-muerte”, la muerte se presentará como una reclusión, no como un exitus. Entonces no se saldrá nunca de este mundo. Ser libre para el más allá de la muerte, es presentir y hacer de ella un exitus, una salida de este mundo hacia otros mundos. Pero son los vivos, no los muertos, los que salen de este mundo"
jueves, 15 de febrero de 2007
Astrología: tiempo, recuerdo, retorno
En la clase del 12 de febrero de Las Lecciones de Oscar Adler se habló del tiempo lineal y el tiempo circular, del tiempo de repetición y de tiempo de retorno.
He aquí tres momentos de esa clase.
Sobre el olvido y el recuerdo:
Sobre la relación entre lo celestial (eterno) y lo terrenal (temporal):
Sobre el eterno retorno y el retorno a lo eterno:
He aquí tres momentos de esa clase.
Sobre el olvido y el recuerdo:
Sobre la relación entre lo celestial (eterno) y lo terrenal (temporal):
Sobre el eterno retorno y el retorno a lo eterno:
viernes, 9 de febrero de 2007
Mario Satz

Además aprovecho para comunicarte que Mario Satz os invita a participar el día sábado 24 de febrero del 2007 y en su estudio de Valldoreix, Paseo del Rosal 22, del seminario Consideraciones sobre el árbol del bien y del mal y el árbol de la vida. En un ambiente relajado e íntimo se compartirán ideas y sentires.
El programa será el siguiente:
El Paraíso, fábula y arquetipo
El árbol del bien y del mal según el Zohar
El árbol de la vida y los Salmos
El verde, el rojo y la respiración
Bibliografía:
Hugh Johnson: Los árboles , Blume, Barcelona, 1977.
David Attenborough: La vida privada de las plantas, Barcelona, Planeta 1995.
Halevy: Kábala y psicología, Barcelona, Kairós, 1989.
El seminario comenzará a las diez de la mañana y durará hasta las seis de la tarde. El precio será de 70 euros por persona y la comida se hará en el restaurante Gran Mundo de Valldoreix. Confirmar asistencia al 93-590 05 40.
Un saludo
Enrique
Visita mi blog personal
A bono in bonum omnia diriguntur. Laetus in praesens neque census existimes, neque appetas dignitatem, fuge excessum, fuge negotia, laetus in praesens
(Todos son dirigidos por el bien al bien. Contento en el presente, no estimes las posesiones ni desees cargos, huye de los excesos, huye de los negocios, contento en el presente. Marsilio Ficino)
lunes, 13 de febrero de 2006
Ejercicios de proximidad

Acabo de publicar en la web los poemas de Santi Pau Bertran, "Ejercicios de proximidad", tanto en su versión original en catalán como en traducción castellana.
También he comenzado a crear una página alternativa del Centro
Saludos
Enrique
domingo, 5 de junio de 2005
Jorge Luis Borges: La cábala
Acabo de publicar el artículo de Borges: La cábala
en el que puede leerse, entre muchas otras interesantes reflexiones, llenas de erudición y de humor:
"Los griegos consideraban obras clásicas a la Iliada y a la Odisea; Alejandro, según informa Plutarco, tenía siempre, debajo de su almohada, la Iliada y su espada, los dos símbolos de su destino de guerrero. Sin embargo, a ningún griego se le ocurrió que la Iliada fuese perfecta palabra por palabra. En Alejandría, los bibliotecarios se congregaron para estudiar la lliada y en el curso de ese estudio inventaron los tan necesarios (y a veces, ahora, desgraciadamente olvidados) signos de puntuación. La Iliada era un libro eminente; se lo consideraba el ápice de la poesía, pero no se creía que cada palabra, que cada hexámetro fueran inevitablemente admirables. Ello corresponde a otro concepto.
Dijo Horacio: "A veces, el buen Homero se queda dormido". Nadie diría que, a veces, el buen Espíritu Santo se queda dormido"
en el que puede leerse, entre muchas otras interesantes reflexiones, llenas de erudición y de humor:
"Los griegos consideraban obras clásicas a la Iliada y a la Odisea; Alejandro, según informa Plutarco, tenía siempre, debajo de su almohada, la Iliada y su espada, los dos símbolos de su destino de guerrero. Sin embargo, a ningún griego se le ocurrió que la Iliada fuese perfecta palabra por palabra. En Alejandría, los bibliotecarios se congregaron para estudiar la lliada y en el curso de ese estudio inventaron los tan necesarios (y a veces, ahora, desgraciadamente olvidados) signos de puntuación. La Iliada era un libro eminente; se lo consideraba el ápice de la poesía, pero no se creía que cada palabra, que cada hexámetro fueran inevitablemente admirables. Ello corresponde a otro concepto.
Dijo Horacio: "A veces, el buen Homero se queda dormido". Nadie diría que, a veces, el buen Espíritu Santo se queda dormido"
viernes, 11 de marzo de 2005
De la zarza ardiente al fuego milagroso de la Iglesia, Mario Satz

La hierofania o manifestación de lo sagrado que Moisés ve en el desierto y que lleva el nombre de snéh, la zarza( hns ), contiene ya, en potencia, tres de las letras que posteriormente se agruparán en la primitiva iglesia cristiana o knesiáh ( hysnk ). Se trata, obviamente, de un fuego simbólico a la vez que de un nes ( sn )o milagro; un fuego que continúa más allá de lo previsible* y que tiene, como concepción espiritual, su exponente máximo en esta frase del padre Teilhard de Chardin: "Algún día, después de haber sometido a los vientos, las mareas y la gravedad, dominaremos las energías del amor. Entonces, por segunda vez en la historia de la Humanidad, el hombre habrá descubierto el fuego". El amor de ese fuego y el fuego de ese amor mantuvieron y mantienen aún-para quienes creen en ella-a la Iglesia unida.
No obstante, se dice y en hebreo, que si una knesiáh o iglesia, esto es una comunidad espiritual, una agrupación de almas afines en torno a un mismo milagro espiritual, no da entrada, knisáh ( hsynk ) a lo milagroso, a lo extraordinario, a lo fantástico incluso, bien puede el creyente ir una y otra vez a los templos y edificios que no encontrará en ellos lo que su corazón busca desesperadamente: pulpa sabrosa y no cáscara, perlas y no valvas vacías, luz auténtica y no cirios ennegrecidos. En realidad, en toda iglesia, en toda agrupación de hombres y mujeres que se reúnen para evolucionar, al igual que en la sangha budista, cada miembro debe sentirse parte de un milagro extracorporal, parte de una energía trascendente.
Aquí puede leerse el artículo íntegro
lunes, 28 de febrero de 2005
El árbol de la vida & el árbol de los filósofos

Acabo de publicar el artículo de Mario Satz, en el cual puede leerse:
"Mientras el recinto, virtual o rudimentario, se convertía en los muros, los árboles se transformaban en pilares, la piedra venía a ser el altar, la gruta daba nacimiento al nicho o ábside y el techo era asimilado al cielo. Esa curiosa analogía entre la catedral y el bosque, entre sus columnas de piedra y los abetos y pinos ritualizados por los siglos, no es privativa de la tradición cristiana: en el Islam, ciertas mezquitas como la de Córdoba traducen en términos arquitectónicos un palmeral y un oasis, constituyéndose como sitios de refugio cultural que evocan paisajes primordiales y felices.
Probablemente todas las especulaciones kabalísticas en torno a la imagen del árbol sefirótico provengan del pasaje de Oseas 14:8 que dice: “Y yo seré a él (el ser humano) como el haya verde; de mi será hallado tu fruto”, frase en medio de la cual el árbol mencionado, berosh, identificable como el ciprés aunque se lo traduzca como haya, es motivo de admiración por estar siempre verde. Que se trata de un árbol al que se pude acceder explorando los secretos en silencio lo sabemos por su numerología, que equivale a la de labrar y calla. Si, apelando a lo que la Kábala denomina tziruf o permutación de una letra por otra, en este caso la vav por alef, leemos berosh , en la cabeza, sabiendo que nuestras dendritas neuronales son, en realidad, “pequeños arbolitos”, llegamos a la conclusión de que el Arbol de la Vida también podría verse reflejado en la sección medial del vermis cerebeloso, llamada, precisamente, así: árbol de la vida. Grimm, el genial antólogo y filólogo alemán, examinando las voces teutónicas que significan templo, ha observado que provienen de viejas denominaciones para “bosque natural”, de tal modo que entrar al templo es, en realidad, entrar al bosque de nuestras propias neuronas, las cuales contienen el vibrante mensaje de las ondas alfa u alef"
Para consultar el artículo íntegro, pulsar aquí
miércoles, 16 de febrero de 2005
Kábala & Astrología, por Mario Satz
Acabo de añadir a los artículos del Centro el de Mario Satz sobre Kábala & Astrología en el que, entre otras muchas interesantes cosas, dice:
"La primera semejanza que podríamos hallar entre la Kábala y la Astrología nace del hecho de constatar que los treinta y dos senderos que fluyen y confluyen a lo largo y ancho del Arbol de la Vida, los cuatro mundos(de hecho los cuatro elementos clásicos)y los tres ejes verticales, constituyen un equivalente, en lo que al tablero de juego místico se refiere, de los doce signos, sus correspondencias ígneas o aéreas, las casas, las oposiciones y conjunciones. Incluso hay quien ve correspondencias entre los sefirots un esferas virtuales de poder y los planetas, pero como las escuelas y los kabalistas no se ponen de acuerdo acerca de cuál es el lugar exacto de Marte o de Júpiter en el esquema sefirótico, es mejor no surcar esos mares de dudosa turbulencia. Daremos, no obstante, el cuadro que menciona el Yetzirá en la versión del maestro Kaplan. En cuanto a la diferencia más notable, radica, a mi juicio, en que mientras la Kábala es y se esfuerza por ser transpersonal, la Astrología fascina precisamente por sus referencias a lo personal. Eso hace, desde luego, que también astrólogos y kabalistas difieran, y que, en la citada línea tradicional de Daniel, prefieren verse a sí mismos como intérpretes antes que como alzadores de cartas, o bien lectores de sueños y prodigios antes que como calculadores de eclipses y de tránsitos. La Kábala va hacia la anonimia y, en definitiva, hacia la libertad, incluso cuando se explica un suceso tras recurrir a un texto. Lo prefigura su tendencia, semítica después de todo, anicónica y cierto rechazo visceral al determinismo. La Astrología, por el contrario, no puede no ser mínimamente determinista e intentar, mediante su conocimiento, coordinar o intentar ajustar el destino del sujeto al diorama cósmico y estelar de un determinado momento de su vida.
En aquello que está ´´grabado´´ o jarut, en las Tablas de la Ley y según el Exodo 32:16, los maestros querrán leer jerut, la ´´libertad´´, pues ´´libre es-dice la Mischná-el hombre si trabaja para la Ley´´. Podríamos argumentar que también los estudiantes de Astrología buscan la libertad a través del conocimiento, pero la verdad es que, grosso modo, los personajes que uno encuentra por aquí y allí, en el mercadillo de la predicción, son lo menos libres y desprejuiciados que podamos suponer: viven del cuento y de cierto criptosimbolismo adecentado para amas de casa desocupadas y desaprensivos de escasa voluntad. En pocas palabras, la Astrología parece prestarse más fácilmente al engaño y a la falsificación precisamente por su tendencia a buscar soluciones íntimas y privadas al revés que la Kábala, que sumerge al estudiante en un océano o en un mar(la Torá)sin más requisitos que la atención y la devoción, y no le ofrece nada de valor hasta que su ego no esté lo bastante reblandecido como para poder iluminarlo a través. Incluso en la voz de un gran maestro como Jesús resuena el mismo inconformismo danielino, cuando nos dice que ´´ el shabat ha sido creado para el hombre y no el hombre para el shabat´´. Siendo el día sábado el consagrado a Saturno, Saturno-Cronos, Señor del Tiempo, al enfatizar el Nazareno un independencia de criterio no ritual, y por lo tanto la sustancia indeterminada de la realidad, alude indirectamente a que nada hay prefigurado para siempre, a que todo es, de hecho, una proyección del alma del creyente sobre el damero de sus actos. La Kábala, y no hay razón para dudar de que Jesús estuviera iniciado en sus misterios, se mueve siempre en pos de una libertad interpretativa e intertextual, incluso a riesgo de no coincidir con la verdad cósmica, incluso transgrediendo lo clásico. Dudo mucho que la Astrología aspire a transgredir nada. Antes bien desea ajustarse a las leyes del espacio exterior, a sus simetrías y resonancias, en lo cual hay mucho de loable y de noble, pero también de peligrosamente abstracto. La Astrología o itztagninut tiene la misma raíz que utztab, aquello que está hecho de cajones, anaqueles, estrados, repisas, es decir lo que es jerárquico por naturaleza propia y aquello que se ajusta a un marco. Por el contrario, me parece que lo que la Kábala ansía es salirse del cuadro, ver los márgenes aún no determinados de la realidad. Desde luego que no será así ni del todo a partir de la composición del Yetzirá, pero desde luego sí para el Bahir y el Zohar, textos posteriores.
Cuando, paso a paso, consideramos el concepto de signo astrológico o mazal , y calculamos su valor numérico, que totaliza 77, es decir 14, cuyo equivalente verbal es la palabra mano, descubrimos-dado que mazal significa también fortuna, fortuna a secas-que cada uno de nosotros tiene su suerte en las manos, y que la hace buena o mala según sepa aprovechar sus circunstancias vitales. A su vez, la cifra 77 puede leerse directamente como oz, vocablo que tiene ese valor y significa poder, escudo, protección; de donde, conocer el signo de cada quien, vislumbrar sus características y sus límites, puede concedernos la facultad de protegernos de sus propias debilidades a la par que potenciar sus secretas virtudes. Puesto que también puedo convertir ese 77 en la expresión halel bi, el salmo en mi, la loa, la alabanza en mi, parece obvio que mi suerte contiene, en cada instante de mi vida, la ocasión de una música, la configuración secreta de una melodía, poco importa si triste o alegre, ya que siempre habrá un hel o aura de revelaciones sobre mi corazón, libi. Tal es mi poder y fortuna más allá de todo determinismo astral, pues, como escribió San Juan de la Cruz en su prisión de Toledo, ´´sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía´´.
También el Corán(Sura XLI-37)nos indica:´´No os prosternéis ante el sol o la luz. Inclináos ante Alláh, que los creó´´, señalando que lo invisible consciente es más poderoso que lo visible inconsciente, entendiendo esto último como la naturaleza discernible por nuestros sentidos exteriores. Lo cual no impidió, en el seno del Islam, la existencia de astrólogos y maestros de predicción hasta el día de la fecha. Se trata, obviamente, en la citada frase , de un llamado a la libertad individual y mística por encima de la configuración astral de cada momento histórico. Una exhortación a la responsabilidad del sujeto frente al mundo objetivo de los astros que, si bien lo influyen, modelan y cuajan, no lo coercionan del todo ni lo limitan en la acción. Mahoma limpió la Ka’aba de la Meca de lo que, sospechaba, eran ídolos a las estrellas y los duendes, pero la misma piedra metéorica inscrita en ese monumento, con el correr de los siglos, acabó por convertirse en el cubo de la rueda terrestre cuyo par celeste tiene por cubo a la Estrella Polar. Así es como no podemos, nunca, nunca, alejarnos demasiado de las leyes estructurales del cielo. Por otra parte, mientras más de la mitad de la nomenclatura de nuestras estrellas lleva nombre árabe, los sufíes o místicos del Islam cantan a la libertad absoluta del universo humano en el núcleo de su propio corazón. Del juego entre lo libre y lo determinado depende nuestra salud, tal y como lo han visto siempre los filósofos taoístas. Cuando los kabalistas se dedican a estudiar, según el Yetzirá, la rueda zodiacal o galgal ha-mazalot, no pueden separarla de las doce tribus, las fuerzas complementarias u opuestas del universo, y la idea de que todo, cada partícula de lo real perceptible, es una chispa solar del fuego divino.
Veamos ahora detenidamente el diagrama que El libro de la formación establece a la manera astrológica para ver hasta qué punto es un esquema de trabajo espiritual que puede sernos útil. En el centro, pues, el Tetragrama o Nombre Supremo de Dios asimilado al Sol o shemesh. Partiendo de ese centro que es, por otra parte, el de nuestro sistema planetario, vemos en el círculo más íntimo los signos del zodíaco: de Aries a Piscis; inmediatamente después, los meses del año, que en el calendario hebreo son lunares, a pesar de lo cual se cuentan por doce. Después tenemos las tribus y sus nombres; luego las virtudes o polaridades-amor/odio, amistad/enemistad,etc-, y, por último, en el círculo más externo, todas las posibles permutaciones del Nombre Inefable, lo que nos señala que el Creador está tanto fuera como dentro de nosotros mismos; en el centro y en la periferia. De este modo, siguiendo la cosmogénesis, el Sol engendra o da realidad primero al zodíaco, luego a los meses que se corresponden con sus signos, más tarde a la tribu que cada signo tutela; después a una tendencia o un emergente caracterológico y, por fin, deposita, candente ceniza de maravillas, una pequeña huella de Si-Mismo en nuestro camino, es decir en la parte de la rueda que toca, como los pies, el suelo que pisamos. Para que, ante ella, frente al hallazgo y el milagro de sabernos inscritos en un universo prodigioso, comencemos a buscar la correspondencia de la parte con el todo. Entonces¿qué deberé conocer primero si aspiro llegar al centro de mi mismo, que no es otro que el Creador creándome, el Dador de Vida dándome su resplandor viviente en cada célula y átomo, en cada partícula y latido? Obviamente el mundo emocional. Las relaciones que tengo con los demás y conmigo mismo; tal es el espacio psicológico por antonomasia o lo que podríamos llamar el primer nivel de determinación kármica: los padres, los amigos y enemigos; la pareja, los hijos, los ancestros, y las vocaciones. Después, en el segundo nivel de determinación kármica o el tercer círculo de fuera hacia adentro, tal y como diría Jung, deberé conocer mi inconsciente colectivo cultural, es decir la matriz tribal de la que procedo: los cristianos de los Evangelios, los Judíos de la Torá; los budistas del Tripitaka; los musulmanes del Corán, pues en términos espirituales ´´nuestra tribu´´no es otra cosa que la familia simbólica de la que descendemos, su tesoro verbal y anímico, por cuya ventana veré mejor el mundo de los valores cósmicos que si me esfuerzo por mirar desde una perspectiva ajena. Tras esa asimilación vendrán el mes que considero propicio y luego, por fin, muy cerca de Dios pero también del Sol, los signos del zodíaco.
De este modo tan sugerente el Yetzirá considera que para acercanos a lo divino es preciso antes hallar un vestigio de él en nuestro camino. Como decían en su época los alquimistas: ´´Para hacer oro hay que tener un gramo de oro´´. Y, tal como puede verse, el dibujo y texto de la Kábala pone muy alto el listón de la Astrología, aunque lo hace de manera transpersonal, ya que en el círculo que más cerca está de la solar luz central, los nombres propios parecen evaporarse ante lo que indican Tauro o Virgo, Acuario o Géminis. La Astrología es, en verdad, un espejo asombroso para quienes se saben mirar en él, pero también puede ser el pienso de peor calidad para quienes renuncien a investigar y reflexionar por si mismos más allá de la tabla de las efemérides, la fantástica zoología china de Año del Mono o del Caballo, la Balanza de Libra o la Flecha de Sagitario. Decididamente la Kábala no nos permite esa superficialidad, no porque sea mejor o más profunda. Sencillamente no se presta, en su manantial más hondo, al mismo comercio y vulgarización. Dicen los sabios hebreos:´´¿Con qué pueden compararse las palabras de la Ley? Las palabras de la Ley pueden compararse al fuego. Como el fuego, vienen del cielo, y como el fuego son perdurables. Si un hombre se acerca mucho a ellas se quema, y si se aleja se hiela. Si son instrumento para su trabajo, salvan al hombre. Si se sirve de ellas para arruinar a otros, lo destruyen y pierden. El fuego deja la marca en todos los que lo usan. Eso mismo hace la Ley. Cada ser humano dedicado al estudio de la Enseñanza lleva impreso el sello de fuego en sus hechos y en sus palabras.´´ Resulta casi innecesario agregar que quien se dedica a la Astrología para servir a los demás y ayudarse a sí mismo se halla en idéntico contexto, mientras que aquellos que, desprestigiándose la desprestigian y afean, acaban, ya se sabe, encerrados en el hielo de su sideral distancia, aislados en su vanidad de vanidades y cazados por su propia red"
Puede leerse el artículo completo aquí.
"La primera semejanza que podríamos hallar entre la Kábala y la Astrología nace del hecho de constatar que los treinta y dos senderos que fluyen y confluyen a lo largo y ancho del Arbol de la Vida, los cuatro mundos(de hecho los cuatro elementos clásicos)y los tres ejes verticales, constituyen un equivalente, en lo que al tablero de juego místico se refiere, de los doce signos, sus correspondencias ígneas o aéreas, las casas, las oposiciones y conjunciones. Incluso hay quien ve correspondencias entre los sefirots un esferas virtuales de poder y los planetas, pero como las escuelas y los kabalistas no se ponen de acuerdo acerca de cuál es el lugar exacto de Marte o de Júpiter en el esquema sefirótico, es mejor no surcar esos mares de dudosa turbulencia. Daremos, no obstante, el cuadro que menciona el Yetzirá en la versión del maestro Kaplan. En cuanto a la diferencia más notable, radica, a mi juicio, en que mientras la Kábala es y se esfuerza por ser transpersonal, la Astrología fascina precisamente por sus referencias a lo personal. Eso hace, desde luego, que también astrólogos y kabalistas difieran, y que, en la citada línea tradicional de Daniel, prefieren verse a sí mismos como intérpretes antes que como alzadores de cartas, o bien lectores de sueños y prodigios antes que como calculadores de eclipses y de tránsitos. La Kábala va hacia la anonimia y, en definitiva, hacia la libertad, incluso cuando se explica un suceso tras recurrir a un texto. Lo prefigura su tendencia, semítica después de todo, anicónica y cierto rechazo visceral al determinismo. La Astrología, por el contrario, no puede no ser mínimamente determinista e intentar, mediante su conocimiento, coordinar o intentar ajustar el destino del sujeto al diorama cósmico y estelar de un determinado momento de su vida.
En aquello que está ´´grabado´´ o jarut, en las Tablas de la Ley y según el Exodo 32:16, los maestros querrán leer jerut, la ´´libertad´´, pues ´´libre es-dice la Mischná-el hombre si trabaja para la Ley´´. Podríamos argumentar que también los estudiantes de Astrología buscan la libertad a través del conocimiento, pero la verdad es que, grosso modo, los personajes que uno encuentra por aquí y allí, en el mercadillo de la predicción, son lo menos libres y desprejuiciados que podamos suponer: viven del cuento y de cierto criptosimbolismo adecentado para amas de casa desocupadas y desaprensivos de escasa voluntad. En pocas palabras, la Astrología parece prestarse más fácilmente al engaño y a la falsificación precisamente por su tendencia a buscar soluciones íntimas y privadas al revés que la Kábala, que sumerge al estudiante en un océano o en un mar(la Torá)sin más requisitos que la atención y la devoción, y no le ofrece nada de valor hasta que su ego no esté lo bastante reblandecido como para poder iluminarlo a través. Incluso en la voz de un gran maestro como Jesús resuena el mismo inconformismo danielino, cuando nos dice que ´´ el shabat ha sido creado para el hombre y no el hombre para el shabat´´. Siendo el día sábado el consagrado a Saturno, Saturno-Cronos, Señor del Tiempo, al enfatizar el Nazareno un independencia de criterio no ritual, y por lo tanto la sustancia indeterminada de la realidad, alude indirectamente a que nada hay prefigurado para siempre, a que todo es, de hecho, una proyección del alma del creyente sobre el damero de sus actos. La Kábala, y no hay razón para dudar de que Jesús estuviera iniciado en sus misterios, se mueve siempre en pos de una libertad interpretativa e intertextual, incluso a riesgo de no coincidir con la verdad cósmica, incluso transgrediendo lo clásico. Dudo mucho que la Astrología aspire a transgredir nada. Antes bien desea ajustarse a las leyes del espacio exterior, a sus simetrías y resonancias, en lo cual hay mucho de loable y de noble, pero también de peligrosamente abstracto. La Astrología o itztagninut tiene la misma raíz que utztab, aquello que está hecho de cajones, anaqueles, estrados, repisas, es decir lo que es jerárquico por naturaleza propia y aquello que se ajusta a un marco. Por el contrario, me parece que lo que la Kábala ansía es salirse del cuadro, ver los márgenes aún no determinados de la realidad. Desde luego que no será así ni del todo a partir de la composición del Yetzirá, pero desde luego sí para el Bahir y el Zohar, textos posteriores.
Cuando, paso a paso, consideramos el concepto de signo astrológico o mazal , y calculamos su valor numérico, que totaliza 77, es decir 14, cuyo equivalente verbal es la palabra mano, descubrimos-dado que mazal significa también fortuna, fortuna a secas-que cada uno de nosotros tiene su suerte en las manos, y que la hace buena o mala según sepa aprovechar sus circunstancias vitales. A su vez, la cifra 77 puede leerse directamente como oz, vocablo que tiene ese valor y significa poder, escudo, protección; de donde, conocer el signo de cada quien, vislumbrar sus características y sus límites, puede concedernos la facultad de protegernos de sus propias debilidades a la par que potenciar sus secretas virtudes. Puesto que también puedo convertir ese 77 en la expresión halel bi, el salmo en mi, la loa, la alabanza en mi, parece obvio que mi suerte contiene, en cada instante de mi vida, la ocasión de una música, la configuración secreta de una melodía, poco importa si triste o alegre, ya que siempre habrá un hel o aura de revelaciones sobre mi corazón, libi. Tal es mi poder y fortuna más allá de todo determinismo astral, pues, como escribió San Juan de la Cruz en su prisión de Toledo, ´´sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía´´.
También el Corán(Sura XLI-37)nos indica:´´No os prosternéis ante el sol o la luz. Inclináos ante Alláh, que los creó´´, señalando que lo invisible consciente es más poderoso que lo visible inconsciente, entendiendo esto último como la naturaleza discernible por nuestros sentidos exteriores. Lo cual no impidió, en el seno del Islam, la existencia de astrólogos y maestros de predicción hasta el día de la fecha. Se trata, obviamente, en la citada frase , de un llamado a la libertad individual y mística por encima de la configuración astral de cada momento histórico. Una exhortación a la responsabilidad del sujeto frente al mundo objetivo de los astros que, si bien lo influyen, modelan y cuajan, no lo coercionan del todo ni lo limitan en la acción. Mahoma limpió la Ka’aba de la Meca de lo que, sospechaba, eran ídolos a las estrellas y los duendes, pero la misma piedra metéorica inscrita en ese monumento, con el correr de los siglos, acabó por convertirse en el cubo de la rueda terrestre cuyo par celeste tiene por cubo a la Estrella Polar. Así es como no podemos, nunca, nunca, alejarnos demasiado de las leyes estructurales del cielo. Por otra parte, mientras más de la mitad de la nomenclatura de nuestras estrellas lleva nombre árabe, los sufíes o místicos del Islam cantan a la libertad absoluta del universo humano en el núcleo de su propio corazón. Del juego entre lo libre y lo determinado depende nuestra salud, tal y como lo han visto siempre los filósofos taoístas. Cuando los kabalistas se dedican a estudiar, según el Yetzirá, la rueda zodiacal o galgal ha-mazalot, no pueden separarla de las doce tribus, las fuerzas complementarias u opuestas del universo, y la idea de que todo, cada partícula de lo real perceptible, es una chispa solar del fuego divino.
Veamos ahora detenidamente el diagrama que El libro de la formación establece a la manera astrológica para ver hasta qué punto es un esquema de trabajo espiritual que puede sernos útil. En el centro, pues, el Tetragrama o Nombre Supremo de Dios asimilado al Sol o shemesh. Partiendo de ese centro que es, por otra parte, el de nuestro sistema planetario, vemos en el círculo más íntimo los signos del zodíaco: de Aries a Piscis; inmediatamente después, los meses del año, que en el calendario hebreo son lunares, a pesar de lo cual se cuentan por doce. Después tenemos las tribus y sus nombres; luego las virtudes o polaridades-amor/odio, amistad/enemistad,etc-, y, por último, en el círculo más externo, todas las posibles permutaciones del Nombre Inefable, lo que nos señala que el Creador está tanto fuera como dentro de nosotros mismos; en el centro y en la periferia. De este modo, siguiendo la cosmogénesis, el Sol engendra o da realidad primero al zodíaco, luego a los meses que se corresponden con sus signos, más tarde a la tribu que cada signo tutela; después a una tendencia o un emergente caracterológico y, por fin, deposita, candente ceniza de maravillas, una pequeña huella de Si-Mismo en nuestro camino, es decir en la parte de la rueda que toca, como los pies, el suelo que pisamos. Para que, ante ella, frente al hallazgo y el milagro de sabernos inscritos en un universo prodigioso, comencemos a buscar la correspondencia de la parte con el todo. Entonces¿qué deberé conocer primero si aspiro llegar al centro de mi mismo, que no es otro que el Creador creándome, el Dador de Vida dándome su resplandor viviente en cada célula y átomo, en cada partícula y latido? Obviamente el mundo emocional. Las relaciones que tengo con los demás y conmigo mismo; tal es el espacio psicológico por antonomasia o lo que podríamos llamar el primer nivel de determinación kármica: los padres, los amigos y enemigos; la pareja, los hijos, los ancestros, y las vocaciones. Después, en el segundo nivel de determinación kármica o el tercer círculo de fuera hacia adentro, tal y como diría Jung, deberé conocer mi inconsciente colectivo cultural, es decir la matriz tribal de la que procedo: los cristianos de los Evangelios, los Judíos de la Torá; los budistas del Tripitaka; los musulmanes del Corán, pues en términos espirituales ´´nuestra tribu´´no es otra cosa que la familia simbólica de la que descendemos, su tesoro verbal y anímico, por cuya ventana veré mejor el mundo de los valores cósmicos que si me esfuerzo por mirar desde una perspectiva ajena. Tras esa asimilación vendrán el mes que considero propicio y luego, por fin, muy cerca de Dios pero también del Sol, los signos del zodíaco.
De este modo tan sugerente el Yetzirá considera que para acercanos a lo divino es preciso antes hallar un vestigio de él en nuestro camino. Como decían en su época los alquimistas: ´´Para hacer oro hay que tener un gramo de oro´´. Y, tal como puede verse, el dibujo y texto de la Kábala pone muy alto el listón de la Astrología, aunque lo hace de manera transpersonal, ya que en el círculo que más cerca está de la solar luz central, los nombres propios parecen evaporarse ante lo que indican Tauro o Virgo, Acuario o Géminis. La Astrología es, en verdad, un espejo asombroso para quienes se saben mirar en él, pero también puede ser el pienso de peor calidad para quienes renuncien a investigar y reflexionar por si mismos más allá de la tabla de las efemérides, la fantástica zoología china de Año del Mono o del Caballo, la Balanza de Libra o la Flecha de Sagitario. Decididamente la Kábala no nos permite esa superficialidad, no porque sea mejor o más profunda. Sencillamente no se presta, en su manantial más hondo, al mismo comercio y vulgarización. Dicen los sabios hebreos:´´¿Con qué pueden compararse las palabras de la Ley? Las palabras de la Ley pueden compararse al fuego. Como el fuego, vienen del cielo, y como el fuego son perdurables. Si un hombre se acerca mucho a ellas se quema, y si se aleja se hiela. Si son instrumento para su trabajo, salvan al hombre. Si se sirve de ellas para arruinar a otros, lo destruyen y pierden. El fuego deja la marca en todos los que lo usan. Eso mismo hace la Ley. Cada ser humano dedicado al estudio de la Enseñanza lleva impreso el sello de fuego en sus hechos y en sus palabras.´´ Resulta casi innecesario agregar que quien se dedica a la Astrología para servir a los demás y ayudarse a sí mismo se halla en idéntico contexto, mientras que aquellos que, desprestigiándose la desprestigian y afean, acaban, ya se sabe, encerrados en el hielo de su sideral distancia, aislados en su vanidad de vanidades y cazados por su propia red"
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