lunes, 16 de octubre de 2006

Henry Corbin: El hombre de luz


Acabo de publicar el capítulo 3 de la magnífica obra de Henry Corbin, "El hombre de luz en el sufismo irano" (ed. Siruela)

En una interesante nota Jean Moncelon escribió:

"La Fe de Henry Corbin es la fe de un gnóstico, para quien la gnosis es “un conocimiento salvífico por sí mismo”. Esta Fe es “Tierra - Ángel – Mujer”, como escribirá el 24 de abril de 1932, al borde de un lago de Dalécarlie : “Todo esto es una sola cosa que yo adoro y que está en el bosque. El crepúsculo sobre el lago, mi Anunciación. La montaña: una línea. ¡escucha! Va a ocurrir algo, si. La espera es inmensa”.

"La Tierra de la que habla, la Tierra de la Fe de Henry Corbin, es la Tierra celeste, el “mundo intermediario” entre el Cielo y el mundo terrestre.

Es el Mundo del Ángel.

El día en que murió Henry Corbin, Mircea Eliade escribía en su Diario, en fecha 7 de octubre de 1978: “Henry no ha sufrido. Murió con serenidad, tan confiado estaba de que su ángel guardián le esperaba”.

En efecto, es conveniente entender la naturaleza de este “ángel guardián”, que es, para Henry Corbin, “el ángel del alma encarnada”, y precisamente en esta circunstancia de su muerte, “la Figura celeste que se presenta cara a cara ante el alma en la aurora de su eternidad”. Por otra parte, hablará también de los Fravartis, como los “ángeles guardianes”. Añade que no obstante, todo ello es “a condición de concebir al ángel guardián como el polo celeste, el Yo celeste de un ser cuya totalidad es bipolar, constituida una bi-unidad, a saber, la de una forma terrestre y una forma celeste que es su contrapartida superior” .

Conocemos las admirables páginas que consagró a la figura de Daênâ, “el Ángel tutelar” y a su encuentro post-mortem con el alma humana: Ante la interrogante del alma maravillada, preguntando “¿Quién eres pues?” a la joven que avanzaba a la entrada del Puente Chinvat y cuya belleza resplandecía mas que cualquier otra belleza jamás vista en el mundo terrestre, ella responde : “Yo soy tu propio Daênâ”, - lo que quiere decir : soy en persona la fe que has profesado y la que te la inspira, aquella por la que has respondido y aquella que te guiaba, aquella que te reconfortaba y aquella que ahora te juzga, pues soy en persona la Imagen propuesta a ti mismo desde el nacimiento de tu ser y la Imagen querida finalmente por ti mismo (“yo era bella, tú me has hecho aún más bella”)

Estas líneas describen de alguna manera por anticipación, la ultima visión de Henry Corbin, en el momento en que dejó la manifestación terrestre.

Daênâ es pues, el Ángel de la Fe de Henry Corbin, y en tanto que ella es también “la Idea celeste” de todo ser humano, aparece como el secreto de Henry Corbin, como él mismo dirá a propósito de Ibn ‘Arabî: “Lo que un ser humano alcanza en la experiencia mística, es el “polo celeste” de su ser, es decir, su persona tal como es en ella y por ella, el Ser Divino desde el origen de los orígenes, el mundo del Misterio se manifiesta así mismo y se hizo conocer por ella bajo esta Forma que es asimismo la forma bajo la cual el mismo se conocía en ella. Es la Idea o mas bien el “Ángel” de su persona cuyo yo presente no es mas que el polo terrestre”.
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En el texto que acabo de publicar, Corbin escribe:

"En primer lugar, la Naturaleza Perfecta, como guía y compañera celeste del hombre de luz, nos ha aparecido hasta aquí como esencialmente inmunizada contra toda contaminación de las Tinieblas. ¿No existe sin embargo entre ambos el vínculo de una co-responsabilidad? Tan pronto como ésta se determina, la pregunta en cuestión reclama otra: ¿qué sucede si el hombre de luz vuelve a caer hacia atrás en su esfuerzo, víctima de las Tinieblas, si Phôs es definitivamente el prisionero y el vencido del Adán terrestre carnal? La escenografía zoroástrica de la escatología individual responde a esta pregunta, como responde igualmente la interpretación de los fotones de vivos colores en Najm Kobrâ y su escuela, según que los colores revelen o, al contrario, oculten al Guía personal suprasensible. Digámoslo desde ahora para prevenir todo error: lo que indican estas respuestas, es lo que está alterado, esto es, el acto de la visión, según que esta visión sea el acto del hombre de luz, Phôs, o al contrario el acto del Adán carnal y maléfico que, proyectando su propia sombra sobre la Figura celeste e interponiendo así esta sombra, se hace invisible a sí mismo esta Figura, la des-figura. Está en poder del hombre traicionar el pacto, echar sobre la blancura del mundo de luz una mirada tenebrosa que la vele"

Puedes leer todo el artículo picando aquí


Un saludo
Enrique

viernes, 13 de octubre de 2006

La nariz conoce los valores


"La nariz conoce los valores: el carácter y lo daimónico en la educación", es un artículo de David LeRoy Miller, autor del controvertido libro "Un nuevo politeísmo" (1974), a su vez apreciado por H. Corbin y J. Hillman. Desde 1963 Miller trabaja en las intersecciones entre religión, mitología, literatura, teoría literaria y psicología profunda. Autor también de "Los tres rostros de Dios: pistas de la Trinidad en la literatura y la vida", "Infiernos y Espíritus Santos: Una teopoética de la creencia cristiana" y "Cristos: meditaciones sobre las imágenes arquetipales en la teología cristiana", en el artículo que aquí presento escribe:

"Imagina que hubieras naufragado y fueras el único superviviente, apenas logrando sobrevivir en una isla desierta, por ejemplo, al sur del Pacífico. A medida que te arrastras, jadeando hacia la costa, tu estado básico es el de la conciencia ingenua, y el lenguaje adecuado a tu modo de ser es el de nombres y adjetivos, por ejemplo, agua, cielo, árboles, playa, agua fría, cielo brillante, etc. No transcurre mucho tiempo, sin embargo, para que tu estado y su lenguaje cambien. Pronto empiezas a desear que las cosas fueran como no son. Tienes hambre y no quieres estar hambriento. Tienes frío y no quieres tener frío. No tienes un refugio y deseas abrigo. La palabra "desear" es importante aquí, y regresaré pronto a esta palabra. Por ahora sólo importa advertir que el modo de ser ha cambiado de un reconocimiento consciente, con su lenguaje descriptivo de nombres y adjetivos, hacia una acción práctica, con un lenguaje de verbos y adverbios. Hacer un fuego, Levantar un refugio. ir a pescar, juntar moras y leña.
Pero hay un tercer estado, y aquí es cuando el anhelo y el deseo de lo que no es entra en juego. El mundo de la imaginación entra en la vida entre descripción y acción, entre sustantivos y verbos. Imagino un mundo distinto y mejor. No hay un lenguaje especial para este modo subjuntivo y condicional, pero hay las estructuras "como si" del metaforizar este y cualquier discurso. Imagino las cosas como-si fueran como deseo que sean. Esto es como "El hombre de la guitarra azul" de Wallace Stevens, que toca las cosas "tal como son" y entonces son de ese modo.
Este enfoque literario tiene peso en nuestro dilema ético. La lógica del "tendría" y "debiera" moral es que la transformación de "es" a "debiera", la dinámica que nos mueve de la consciencia a la acción, sólo es posible mediante la imaginación, el imaginarse lo que las cosas no son pero podrían ser. La ética, en lo profundo, es imaginación; es fantasía. El vivir moral es poetizar.… De modo semejante, es imposible mantener una distinción entre lo erótico y lo moral"


Un saludo
Enrique

domingo, 8 de octubre de 2006

Oscar Adler: La astrología como ciencia oculta


Oskar Adler aparte de ser un destacado violinista, maestro de Arnold Schönberg en Viena, y autor de la Crítica de la Música Pura, fue un inspirado astrólogo que recogió la corriente hermética y la impregnó con su visión típica del Romanticismo. Autor de "La Astrología como Ciencia Oculta" (ed. Kier),libro que contiene las conferencias que fueron pronunciadas entre 1930 y 1938 en Viena, ante un pequeño círculo de discípulos. Como su autor -que al igual que Marsilio Ficino era músico, médico y filósofo- aclara en el Prefacio, "se trata de la obra de un investigador destinada a quienes también sean investigadores, esto es, a quienes se sientan con la aspiración a adquirir conocimientos que les permitan ver hondo en el sentido de su existencia dentro de la inconmensurable e inconcebible grandeza de este universo"

En el primer capítulo podemos leer:

"La astrología es el estudio de las relaciones cósmicas, universales e indestructibles, de todos los acontecimientos, especialmente de los acontecimientos humanos sobre la Tierra tomados estos acontecimientos humanos, esta "existencia" humana, juntamente con la historia de su evolución, no sólo en sentido general, sino también en el sentido de la existencia particular del individuo y su historia con los sucesos exteriores y los sucesos que confieren su contenido a la vida subjetiva, esto es, el dolor y el placer, el temor y la esperanza, el amor y el odio, el error y la verdad, el nacimiento, la enfermedad y la muerte, o, para decirlo en una palabra, el "destino" del ser humano. De esta definición se concluye que una ciencia como la astrología no podrá seguir el método que adoptan las ciencias físicas de nuestra época; más aún, en una época como la nuestra, ni siquiera podría haberse originado una ciencia del tipo de la astrología…

…sabemos que el destino de toda estadística es el de no poder dar jamás un cuadro completo de la realidad. Es así que asistimos al curioso espectáculo que brinda una ciencia física que querría menospreciar a la astrología por su calidad de ciencia oculta, pero que no vacila en abrir a esta ciencia las puertas en tanto la astrología renuncie a toda pretensión que no sea la de constituir una mera estadística de los acontecimientos cósmicos y su coincidencia con los procesos terrestres y aun con los procesos humanos.

Pero no es esta la "astrología" que vamos a estudiar nosotros. La verdadera astrología jamás fue una estadística. Su sentido más peculiar el de penetrar en las relaciones cósmicas del acaecer terrestre no podrá obtenerse por ese camino. El único método que nos llevará a nuestra meta es el propio de las ciencias ocultas.

¿Que es la "ciencia oculta"? ¿Qué significa esta denominación y qué nos ofrece su contenido?

La denominación de ciencia oculta no responde únicamente al hecho de que el contenido de tal ciencia haya sido un secreto, un conocimiento que había que "ocultar" a quienes no formasen parte de una cierta minoría de "elegidos"; más aún, ni siquiera es esta la causa principal que llevó a aquella denominación. Lo que determina que esta ciencia sea "oculta" es el hecho de que la fuente cognoscitiva de que proviene tal saber se encuentre en el misterio de la "interioridad" del propio ser humano; sólo al descubrirse esa fuente, al encontrarse el acceso a ella, se comienza a revelar una esfera del saber que, en última instancia, se basa en la premisa del "ser uno con todo lo existente".

Es de este modo que, por su propia índole, este saber seguirá siendo oculto, pues en todo caso no será más que un saber inmediato y, por lo tanto, incompartible, pues el sujeto cobra "conciencia" de algo cuando acierta a conocer o al menos a reproducir ese algo a partir de la propia fuente. En cuanto el saber oculto reviste carácter de "comunicación", deja de ser un saber "oculto".

…en contraposición a ese ego inmediato, a ese ego que alberga nuestra interioridad, nos encontramos con el mundo objetivo, eternamente extraño a nosotros, sólo perceptible desde fuera; y dentro de ese mundo objetivo está el "tú", también extraño y eternamente separado de nosotros, sin que jamás lleguemos a tener la posibilidad de penetrar en su interior, como nos lo revelan los versos de Albrecht von Hailer:

"No hay alma a la que entregue su ser Naturaleza.
Feliz de aquel que llegue a verle la corteza."

Pero si pudiéramos penetrar en la naturaleza como en nuestro propio "yo", entonces tendríamos también del mundo "exterior" un saber oculto, íntimo, que respondería a la aspiración que desde tiempos inmemoriales fue propia de los seres que buscaban la luz, como, por ejemplo, el Fausto de Goethe:

"Para saber qué es lo que el mundo
contiene allá en lo más profundo,
atiende al germen y sus fuerzas
y en huero hablar no te retuerzas."

¿No habrá, en verdad, ningún puente que una la interioridad con el mundo exterior? Y en consecuencia, ¿no será el saber oculto mera imaginación?

No. Pues la verdad es que existe el tal puente y que cualquiera de nosotros puede trasponerlo. Hay "algo" que tiene la particularidad de sernos accesible, del mismo modo en que nos son accesibles las cosas exteriores y que a la vez se nos da del modo exclusivo en que se nos da nuestro propio yo. Y ese "algo" es nuestro cuerpo.

Bien es verdad que veo a mi cuerpo "allá afuera", como cuerpo entre los otros cuerpos, participando de las leyes físicas resultantes de la investigación científica de las ciencias naturales exactas; pero no es menos verdad que ese cuerpo es "mi" cuerpo, unido a mi propio yo, y que si me entero de lo que me muestra la física como objeto de "exterioridad", ello ocurre en la medida en que se refiere a mi propio cuerpo, esto es, que me entero de ello como de una "interioridad", de un "algo" que vive dentro de mí a la vez mental y psíquicamente. En otras palabras: también sé de mi cuerpo en la esfera de lo "científico oculto".

Si pudiese expandir mi cuerpo de modo tal que el mundo exterior entrase a formar parte integrante, por así decir, de mi vida corporal "endoempírica", me enteraría de dicho mundo exterior de la misma manera en que sé todo lo que se refiere a mi mismo y únicamente a mi mismo; es decir que tendría con respecto a lo exterior un saber científico de carácter oculto, tan susceptible de ser sistematizado como el saber científico de carácter físico; o, lo que es lo mismo, me vería en posesión de la ciencia oculta de carácter cósmico"

Puedes leer el capítulo entero aquí

Un saludo
Enrique