viernes, 28 de diciembre de 2007

Reflexiones psico-lógicas para acabar el año

Este ha sido para mí un año crítico en muchos sentidos, sobre todo por lo que respecta a ideas y orientaciones. Repasando los artículos publicados en este blog a lo largo del 2007, de enero hasta diciembre, puede advertirse un decurso, una marcha a través de ideas, idas y vueltas, dudas crecientes, un cuestionamiento cada vez más obstinado, un minar certezas para quedarse en el claro, en lo abierto del ya no saber; este dudar manifiesto en el ámbito psico-lógico (el logos de la psique: el discurso del alma, el decir de lo psíquico, el fundamento de lo imaginal, la vida lógica del alma) ha sido impulsado por el pensamiento de dos grandes psicólogos contemporáneos: James Hillman y Wolfgang Giegerich.

Pero también ha implicado un camino de retorno de la psico-logía a su fuente en la filosofía y, acaso, en la metafísica. De ahí que la crítica de la metafísica, tal como puede encontrarse en Nietzsche, Husserl o Heidegger (y en cada caso con notables peculiaridades) revierte en una crítica a la psicología actual, en especial a la psicología que se concibe a sí misma como "profunda", y que en muchos casos no es sino un profundo encubrimiento moral (Nietzsche), una esclavitud al objetivismo y el naturalismo de la ciencia (Husserl) y otra manifestación del olvido del ser y de la tipificación de la existencia en categorías de representación (Heidegger)

Es verdad que la psicología entendida como logos de la psique se halla seriamente amenazada por dos frentes: uno externo, representado por el positivismo imperante y que lleva a afirmaciones del calibre de "el alma está en el cerebro"; otro interno: la práctica de una psicología personalista, que pone la psique al servicio de los intereses de una supuesta (y presupuesta) "realidad" o "crecimiento", "adaptación", "efectividad", es decir: al servicio de objetivos y parámetros nada psico-lógicos o, peor aún, anti psico-lógicos.
Por muy opuestos que parezcan estos frentes, ambos coinciden en un resultado: la disolución de lo psico-lógico, ya sea en lo fisiológico (positivismo) o en lo científico/ social/moral/ideológico de un supuesto standard de "normalidad", de "curación", y de operatividad en “la realidad”. (De ahí mi inclusión de videos tales como “Fabricando el consenso” acerca de Chomsky, o las series de Adam Curtis: “El siglo del individualismo” y “La Trampa”)

Común a ambos enfoques es también un repudio de la historia, la aspiración a un enfoque a-histórico: el cerebro no tiene historia, y tampoco supuestamente "los arquetipos".

A ello se debe mi interés cada vez más acuciante en el tema de la historia, entendida como genealogía (Nietzsche), como hierofanía (Corbin) o como lucha ideológico-teológica (Walter Benjamin).

Y de ahí el énfasis en la convicción de Giegerich -que arraiga en una intuición de Jung rápidamente olvidada o ignorada por los "junguianos" al uso- de que el alma es objetividad (no objetividad científica, ni supuesta intersubjetividad, sino en tanto que "independiente del individuo humano", más allá de toda falacia antropológica)

Desde esta perspectiva resulta irrisorio (o lamentable) que los “psicólogos analíticos” sigan empeñados en ocuparse de cuentos de hadas o comentar y amplificar relatos infantiles. ¡Cómo para no obsesionarse con el complejo materno! Este no hacerse cargo de la historia, y del proceso histórico en el que el alma se halla empeñada ha sido denunciado con crudeza por Giegerich.

En una ocasión Hillman escribió: “El alma cambia. ¿Cambia la psicología?”

Lo que hoy pasa por psicología analítica ciertamente no cambia, sino que está estancado en una serie de dogmas y de condescendencia jerárquica institucionalizada. Es una “escuela”, una institución, y, por tanto ya no se piensa a Jung, sino que se lo toma como un estatuto. Ya no se psico-logiza... No es sorprendente que Hillman se viese forzado a renunciar del Instituto Jung de Zurich y abriera una brecha en un psico-logizar fuera de las escuelas y las instituciones. Y de la sala de consultas...

Giegerich por su parte ha llegado a reconocer el alma como movimiento, como “lógica” (en un sentido hegeliano y no “lógico-formal”)

Común a estos dos grandes psicólogos y psicó-logos es el hallazgo de que el alma “se hace”, por lo que están más allá de las falacias naturalistas y personalistas que permean completamente el ámbito psicológico contemporáneo. Este “hacerse” es, indudablemente, histórico.

En ambos casos, y más patentemente en Giegerich, se exige un cuestionamiento del lenguaje, de expresiones frecuentemente empleadas y raramente comprendidas como "cuerpo", "sentimiento", "psique", "realidad", "proyección", "ego", "inconsciente", "exterior", "interior", "colectivo", "arquetipo", y así sucesivamente. Terminología que la gran mayoría de los psicólogos usa alegremente y sin advertir que están enclavados en una colocación ideológica, metafísica y como siervos (ancillae) no sólo de la "física" (la ciencia), sino incluso de la "sociología".

El alma "se hace". Se hace además en la historia. Y la historia no es sólo "historia individual". La insistencia de Hillman de sacar la psicología de la consulta y abrirla al mundo ha pasado mayormente inadvertida por aquellos psicólogos que aún se aferran a profundizar en "los sentimientos", "las relaciones personales" y "la infancia". En el caso de Giegerich, esta apertura al mundo implica el reconocimiento de una "lógica" de la dinámica "mundial", que hoy es "global" o "globalización".

El alma se hace. Este hacer no es "personal", ni el hacer de un sujeto moral o una persona empírica. En todo caso, ese sujeto moral y la persona empírica son uno, y ciertamente no el más importante, de los haceres del alma.

Viendo la serie de artículos publicados aquí a lo largo del 2007, desde aquél Plotino & la psicología de enero de 2007 hasta el artículo sobre Husserl en diciembre, puede seguirse la pista de este derrotero que no es sino parte del intento de aprehender el hacerse del alma y de la psico-logía.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Jesus Camp: soldado de Dios

James Hillman escribió:
“En mi intimidad, temo al inconsciente cristiano porque, a diferencia del budismo o incluso del judaísmo, el cristianismo vive mitos deliberadamente, insistiendo en que no son mitos, y esto tiene terribles consecuencias paranoicas”

“Jesus Camp” (Campamento Jesús) es un documental de 2006, dirigido por Heidi Ewing y Rachel Grady, galardonado con diversos premios y nominado en 2007 al Oscar al mejor documental. Puede considerarse un documento sobre el fundamentalismo (que es una forma de literalismo extremo), sobre las sectas, y también sobre el adoctrinamiento (en este caso, infantil). Es un buen punto de partida para reflexionar acerca de la relación entre Estado y Religión (“recuperar América para Cristo”), sobre la diferencia entre “educación” y “adoctrinamiento” y sobre la política neoconservadora.

Se lo puede ver en versión original con subtítulos en castellano, picando aquí

viernes, 14 de diciembre de 2007

La Corporación. Instituciones o Psicópatas

La Corporación (2003) es un documental canadiense escrito por Joel Bakan, y dirigido por Mark Achbar y Jennifer Abbott. Es un enfoque crítico de la corporación moderna, considerándola como un tipo de persona y valorando su comportamiento respecto a la sociedad y el mundo como un psicólogo podría evaluar a una persona normal. Durante la filmación, Bakan escribió el libro The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power (La Corporación: la búsqueda patológica de ganancia y poder)

Este documental obtuvo 24 premios internacionales, 10 de ellos premios por elección del público, incluyendo el premio del público al mejor documental en el Festival de Sundance 2004 y puede verse en versión castellana picando aquí.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Husserl: Crisis de las ciencias & Lebenswelt (Mundo de la Vida)

Acabo de incluir entre las páginas de filosofía del Centro, el artículo de Jorge Novella Suárez (a quien agradezco nuevamente su amabilidad) titulado “Crisis de las ciencias, Lebenswelt y Teoría Crítica”

Como ya indica al comienzo el autor:
“Este artículo trata del significado y proyección de La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental; así como la recepción y valoración que de ésta obra póstuma de Husserl han hecho algunas figuras del Materialismo dialéctico y de la Teoría Crítica. El concepto de Lebenswelt o Mundo de la vida, la crítica a la concepción objetivista de la ciencia y sus implicaciones, la consideración de la Fenomenología como teoría tradicional, el filósofo como funcionario de la humanidad y la historia de la filosofía como lucha por el sentido del hombre son el hilo conductor de la exposición.”

Mi particular interés en este artículo (y en el pensamiento de Husserl en general) reside en su atinada descripción de lo que Husserl ya denunciaba como “falacia naturalista” y “falacia objetivista" -que implican el “psicologismo”- en el ámbito de las ciencias.
Como se recuerda en el artículo, Husserl ya insitía en que:

“... el hombre moderno se dejó, en la segunda mitad del siglo XIX, determinar y cegar por las ciencias positivas y por la prosperidad hecha posible por ellas, significó un desvío indiferente de las cuestiones que para la humanidad auténtica son las cuestiones decisivas. Meras ciencias de hechos forman meros hombres de hechos. (Blosse Tatsachenwissenschaftten machen blosse Tatsachenmenschen). Este cambio en el modo de estimar públicamente las ciencias era en particular inevitable después de la guerra, y, como es bien sabido, ha llegado poco a poco en la generación joven a un sentimiento de hostilidad. En la premura de nuestra vida - es lo que oímos por todas partes - esta ciencia no nos dice nada. Las cuestiones que ella excluye por principio son precisamente las cuestiones más candentes para nuestra desgraciada época por una humanidad abandonada a las conmociones del destino: estas son las cuestiones que se refieren al sentido o sinsentido de toda nuestra existencia humana”.

❦❦❦

En el artículo de J. Novella Suárez puede leerse, entre otras cosas, lo siguiente:

NATURALISMO Y OBJETIVISMO. LA CRÍTICA DE HUSSERL.
Combatir a estas dos formas de interpretar la realidad ha sido una constante de toda la obra de Husserl. Ya en La Filosofía como ciencia estricta, publicada en 1911, definía al Naturalismo como “una consecuencia del descubrimiento de la naturaleza considerada como unidad del ser espacio-temporal conforme a leyes naturales exactas”.

El Naturalismo hace un uso indiscriminado del método matemático, mediante él abstrae y selecciona la naturaleza considerando a lo abstraído como la realidad en sí y absoluta.
El peligro mayor del naturalismo está en la doble “naturalización” que efectúa:


1º) Naturalización de la conciencia, la considera como un hecho más de la naturaleza, la cosifica, lo que implica que la conciencia pierde su función primordial, que es mostrarnos el sentido de las ciencias y hacer evidente y completamente inteligible qué es la objetividad.

2º) Naturalización de las ideas, nos referimos a ellas como simples abstracciones de datos sensibles. El filósofo naturalista fracasa en su intento de dar una idea de lo que es filosofía, al hacer una interpretación excluyente de la ciencia. Sólo serán ciencias aquellas que se adecuen al proceder de la ciencia físico-matemática.

El Psicologismo, que tan duramente criticó en las Investigaciones Lógicas, es una consecuencia de este reduccionismo naturalista del que estamos hablando; pues consiste en
“La equiparación de las formaciones de juicio (naturalmente también de todas las formaciones semejantes de actos racionales en general) con fenómenos de la experiencia interna. Esta equiparación se funda en que dichas formaciones se presentan del acto mismo de la conciencia. Así, conceptos, juicios, deducciones, demostraciones, teorías serían acontecimientos psíquicos; y la lógica - como había dicho Stuart Mill - sería una parte o rama de la psicología. Justamente en esta concepción aparentemente tan esclarecedora, reside el psicologismo lógico”

El reduccionismo naturalista reduce los diferentes modos de ser de la realidad a uno: el ser fáctico físico-natural. Y es así como llega a ser Objetivismo (entendiendo por objeto lo real dado en el modo fáctico físico-natural).

El Objetivismo o Positivismo lo caracteriza Husserl del siguiente modo:
“la ciencia objetivista toma lo que en ella denomina el mundo objetivo por el universo de todo lo existente, sin considerar que la subjetividad creadora de la ciencia no puede hallar cabida en ninguna ciencia objetiva. Al que ha sido formado en la ciencia natural le parece evidente que todo lo meramente subjetivo debe ser eliminado”.

Es la alienación que padece lo subjetivo, mediante la cual se le cosifica, con lo que la subjetividad transcendental no se presenta como tal, como lo verdaderamente originario. Ha sucedido al revés, el sujeto se ha degradado en favor del objeto. Es la reducción de lo real a lo fáctico dado. La ciencia deviene un instrumento de opresión, ya que no tiene como tarea y finalidad el permitir la liberación, el desarrollo y el progreso del ser humano y la humanidad. Su verdadero y auténtico
telos.

Toda la “crisis de las ciencias” es producto del extrañamiento del racionalismo, subsumido por el Naturalismo y el Objetivismo; (“aberraciones del racionalismo” según nuestro autor), ambas interpretaciones son consecuencia de mantener una actitud natural frente al mundo y de aplicar a lo que Dilthey llamó “ciencias del espíritu“, la metodología y los esquemas de la ciencia natural.
Cuando Husserl quiere señalar los momentos originarios de la positivización de las ciencias, habla de Galileo y de Descartes. Ambos ejemplifican por sí solos el Naturalismo y el Objetivismo. La matematización de la naturaleza, realizada por el autor de Il Saggiatore, instaura el paradigma de la matemática como el lenguaje-modelo a seguir.

La geometría desarrollada por Galileo
“ha llegado a ser un medio para la técnica... en lo que está dirigida en la concepción y cumplimiento de su tarea: elaborar sistemáticamente un método de medida para la determinación objetiva de las formas, en una progresión constante en tanto que aproximación de las formas geométricas ideales, de las formas límites”. La matemática se convierte en el reino de un conocimiento que es verdaderamente objetivo, pues “el mundo concreto en su conjunto debe revelarse como un mundo objetivo matematizable”. Junto a Galileo, Descartes nos guía a su ideal de una ciencia única y universal, la mathesis universalis.

Husserl considera valiosísimo el punto de partida radical cartesiano, el
ego cogito; pero el modelo que quiere seguir Cartesio para estructurar esa ciencia es “la geometría, o más exactamente, la física- matemática. Este ideal ha ejercido durante siglos una influencia nefasta... de manera que ha sido adoptado por Descartes sin crítica previa, en sus Meditaciones se vuelve a ver también. A Descartes le parecía natural que la ciencia universal tuviera la forma de un sistema deductivo, sistema por el cual todo el edificio descansaría ordine geométrico sobre un fundamento axiomático sirviendo de base absoluta para la deducción”.

También Dilthey hace hincapié en el protagonismo de Galileo y Descartes como principales protagonistas de la consolidación de la ciencia natural moderna, consiguiendo que la mecánica sea una ciencia exacta. Además señala las implicaciones del triunfo de la ciencia natural, y añade, “A la introducción de la explicación mecánica de la naturaleza por Galileo y Descartes siguió, por tanto, inmediatamente la extensión de este modo de explicación al hombre y al Estado, por Hobbes y después por Spinoza”.

Si Husserl quiere buscar una alternativa a esa ciencia que se limita a enunciar hechos, tendrá que ser una ciencia normativa. De ahí que se cuestione si las distintas ciencias pudiesen comenzar su propia selección de hechos sin suponer y ejercer un saber previo relativo al sentido o esencia del objeto. ¿Existe un ámbito anterior a las construcciones y tematizaciones de las ciencias?

El autor de Experiencia y Juicio considera que la ciencia de la subjetividad transcendental estaría englobada dentro de las ciencias del espíritu. Estas, abarcan a todas las personas, configuraciones culturales y por consecuencia “engloba a la ciencia natural y la naturaleza en el sentido de una ciencia tal, la naturaleza como realidad”.

Frente a la teoría diltheyana de la concepción del mundo (Weltanschauung) sostiene Husserl la teoría de la ciencia del mundo (Weltwissenschaft).
A ese mundo sobre el cual se construyen las tematizaciones de las ciencias es al que Husserl llamó Lebenswelt o Mundo de la vida donde “la palabra vida no tiene aquí sentido fisiológico, significa vida que actúa conforme a fines, que crea formas espirituales: en el sentido más amplio, vida creadora de cultura, en la unidad de una historicidad”

❦❦❦

Estas dos falacias, objetivismo y naturalismo, campan a sus anchas en el tratamiento -cada vez más difundido y con mayor pedigree “científico”- de la psique como “cerebro” y el estudio de la memoria, la inteligencia, la imaginación y demás manifestaciones anímicas como simples “hechos neuronales” y “fisiológicos”, prescindiendo de lo que constituye justamente su dimensión propiamente psico-lógica: el contenido de (aquello que se presenta en) la memoria, la inteligencia, la imaginación, el sueño, el deseo, los “estados de ánimos”, y las “patologías”.

De ahí la importancia de recordar a Husserl y sus brillantes argumentos, en un tiempo en que pareciera que la “naturalización de la psique” no tuviera vuelta atrás. Husserl cuestiona si las distintas ciencias pudiesen comenzar su propia selección de hechos sin suponer y ejercer un saber previo relativo al sentido o esencia del objeto. ¿Existe un ámbito anterior a las construcciones y tematizaciones de las ciencias? Este es el ámbito que Husserl llamó Mundo de la Vida (Lebenswelt) y que en cierto sentido está tematizado en la reflexión de Heidegger que llevaría a afirmar que “la ciencia no piensa”

Para acabar, recuerdo una vez más la acertada frase de Husserl:
Meras ciencias de hechos forman meros hombres de hechos.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Psico-logía vs. “crecimiento personal” y otros buenos propósitos por “mejorar las cosas”

La psicología, en tanto que "logos" (discurso, lógica, decir) de la “psique”, seguramente tiene poco que ver con haces de neuronas, terminaciones nerviosas, localizaciones cerebrales y fórmulas bioquímicas. Pero ¿tiene acaso que ver con objetivos tales como “el crecimiento personal”, la “mejora en la cualidad de vida” o incluso con la “curación de los síntomas” o la “resolución de problemas y dificultades”?

Este parece ser el camino seguido por doctrinas tan diversas como la psicología gestaltica, los tratamientos conductistas, las diversas técnicas al estilo de la PNL, o las aún más dudosas y peligrosas como las “constelaciones familiares”. Lamentablemente, también parece ser el camino de la psicología junguiana oficial. Tales propuestas se alejan cada vez más de una vocación de “profundidad” y se afilian con una visión tecnológica de la realidad basada en la resolución de problemas, el control de las dificultades y la adaptación a un (no cuestionado) estilo de vida y/o “realidad”.

No fue así el comienzo del psicoanálisis y de la psicología llamada “profunda”. Ni es así para los pocos que se mantienen fieles a esta vocación. Por ejemplo, he aquí el comienzo de un artículo de 1996 de Wolfgang Giegerich:

El error básico de la psicología de la oposición entre 'individual' y 'colectivo': reflexiones sobre el Magnum Opus del Alma hoy (Publicado en Harvest: Journal for Jungian Studies, 1996. V. 42 nº 2, pp. 7-27)

No todo lo doloroso es verdad. Pero con frecuencia la verdad es dolorosa. Considero que la tarea de la psicología, del psicoanálisis, es tratar de producir y decir la verdad. Por supuesto, no sé si lo que escribiré aquí será de hecho la verdad; no soy yo quien deba decidirlo. Pero al menos sé que será doloroso.

Permitidme que comience con el lema de esta serie de lecciones, “La salvación de la propia alma consiste en la salvación del mundo”. Como autor de esta afirmación, podría tener derecho a someterla a una reflexión autocrítica. Y debo someterla a una reflexión crítica a fin de disipar desde el comienzo un posible malentendido respecto a mi posición básica, y una posible expectativa que la cita podría haber despertado respecto a la linea general de pensamiento de la siguiente exposición. Escuchando hoy esa frase, no estoy contento con la palabra “salvación” y la preocupación que ella expresa. Ciertamente, a pesar de los nuevos y estimulantes desarrollos en las ciencias y la tecnología, hay suficientes cosas en el mundo que provocan en nosotros un deseo de salvación del mundo: terrorismo, hambruna de millones, brutal injusticia social y represión política en muchas partes del mundo, guerras, millones de refugiados, desempleo, epidemias, la imbecilidad de gran parte del espectáculo televisivo, para mencionar sólo unas pocas vejaciones insoportables. Sin embargo, tal como lo veo hay dos problemas con la intención de salvación. Primero, la idea es grandiosa,¿no es hybris ya el hecho de jugar con la imaginaria de idea de salvar el mundo? ¿Quiénes somos para esperar ser capaces de contribuir de alguna manera a la salvación de algo, y nada menos que el mundo? Salvación, soteria, liberación, es un programa de un tipo demasiado grande, un programa adecuado exclusivamente para un sotér, un Salvador.

En segundo lugar, me parece que el proyecto de salvación contradice también el impulso mismo del psicoanálisis. Uno de los pacientes de Jung tuvo el sueño siguiente. Se le decía que descendiera en un foso lleno de material caliente y que se sumergiera en él. Obedeció, dejando tan sólo un hombro fuera del foso. Entonces Jung vino y la empujó del todo en el material caliente diciendo: “no fuera, sino a través”. Aniela Jaffé nos cuenta que cuando Jung relataba este sueño en un seminario, lo hacía con evidente placer (1). Este es un ejemplo simple y claro del impulso de la psicología profunda. El instinto psicológico ante una dificultad, una patología, un síntoma, en tanto es un instinto verdaderamente psicológico, no consiste en salirse de ello, ni en desear "corregirlo". El anhelo del alma es que la consciencia entre cada vez más profundamente en el problema, hasta el corazón mismo del asunto, no por un masoquismo enfermizo, sino para preservar la visión alquímica de que, para comenzar, la confusión en que nos hallamos es la materia prima a la que están dedicados el eros psicológico y toda la Obra. En este sentido, uno incluso podría decir que no es ni el mundo ni somos nosotros los que deben salvarse de la dificultad; al contrario, es el problema o la patología misma lo que debe salvarse o liberarse, en el sentido de la exigencia platónica de “sozein tà phainómena”, "salvar el fenómeno".

El sueño de la paciente de Jung muestra que la primera obligación del analista es con el opus, y no con los deseos de la persona empírica. Vemos que la inclinación del soñante en tanto que persona empírica o ego-personalidad es salirse del foso. Pero Jung no le tiende una mano auxiliar con este sueño. La idea implícita de psicoterapia que subyace tanto a este sueño como al deleite de Jung con él, es que la psicoterapia no es una profesión de ayuda en el sentido usual de la palabra. Su propósito no es corregir, curar, mejorar, ya sea el mundo o la gente individual. Tales intenciones son deseos subjetivos que surgen de nosotros como ego personalidades. Por supuesto, no hay nada malo con tales objetivos. Son muy naturales y muy humanos. Y con frecuencia la psicoterapia tiene de hecho un efecto curativo. Pero como ya el mismo Freud advirtió, el efecto curativo es un mero producto colateral (si bien deseable) del trabajo analítico, no su objetivo inmediato. El objetivo inmediato de la psicoterapia es el “análisis”, esto es, obtener conocimiento, hacer justicia a los fenómenos psicológicos penetrando en su núcleo más profundo y comprendiéndolos. Así, aunque los deseos de curarnos, de liberarnos de los síntomas, de mejorar y de crecer son legítimos intereses, no son las metas dadas para el proyecto llamado psicología o psicoterapia. Si, como dice el título de un libro, hemos tenido cien años de psicoterapia y el mundo va peor, ¿acaso había que esperar que fuera mejor? Y lo más importante, ¿sería tal expectativa una expectativa psicológica? No. La psicología no tiene que ver con mejorar el mundo, ni con la esperanza o con la desesperación. Tiene un trabajo que hacer. Este es su compromiso. Aquél que desee entrar en el campo de la psicología debe por ello cruzar un umbral, el umbral que separa nuestros sentimientos, necesidades y deseos de la intencionalidad “objetiva” que es propia de la psicología.

Esto es parte del artículo de Giegerich que estoy traduciendo, y que puede consultarse picando aquí

(1) Aniela Jaffé: Aus Leben und Werkstatt von C. G. Jung, Zurich & Stuttgart (Rascher) 1968, p. iii

martes, 4 de diciembre de 2007

2050. Demasiado tarde

Es el título de un documental del año 2005 sobre el cambio climático y su devastador impacto sobre la vida en el planeta. Hay que hacer notar que este documento es anterior al comunicado del Panel Intercontinental sobre el Cambio Climático que en febrero de 2007 alertó a la comunidad internacional sobre la gravedad del fenómeno.

El documental puede verse picando aquí

En la misma tesitura, es imprescindible conocer la película de Al GoreUna verdad incómoda” que puede verse en este enlace

domingo, 2 de diciembre de 2007

Fabricando el consenso (Noam Chomsky)

Documental canadiense (de Mark Achbar -coautor de La Corporación- y Peter Wintonick) de 1992 que expone las ideas de Noam Chomsky, activista político, lingüista e intelectual, basado en el libro de Chomsky: “Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media” (Fabricando el consenso: la economía política de los medios de comunicación).
En el documental se muestra cómo los medios, en tanto que instituciones regidas por el afán de ganancia, tienden a servir y apoyar los intereses de los grupos dominantes:

“En un estado totalitario no importa lo que la gente piensa, puesto que el gobierno puede controlarla por la fuerza empleando porras. Pero cuando no se puede controlar a la gente por la fuerza, uno tiene que controlar lo que la gente piensa, y el medio standard para hacerlo es mediante la propaganda (manufactura del consenso, creación de ilusiones necesarias), marginalizando al público en general o reduciéndolo a alguna forma de apatía”.

Puede verse la primera parte de este documental, subtitulado en castellano, picando aquí

Para escuchar (en inglés) la opinión de Chomsky sobre el 11 de septiembre de 2001 y el uso del terror como modo de control, picar aquí

Pueden encontrarse más declaraciones (en inglés) de este crítico pensador, en esta página

domingo, 25 de noviembre de 2007

Siguiendo al “daimon”

James Hillman escribió:
“Lo que nos ocurre, más allá de naturaleza y de cultura, más allá de nuestro condicionamiento genético o social, puede ser la llamada del daimon, el compañero del alma, convocándonos a nuestro propio carácter y nuestro propio destino”

He aquí un ejemplo: Steve Jobs fue el creador de los Macintosh, que revolucionaron el mundo con la idea del "ordenador personal". Y este fue su discurso para la inauguración de curso en la Universidad de Stanford

viernes, 23 de noviembre de 2007

La trampa (3): Le obligaremos a ser libre

Este tercer episodio de la serie documental “La trampa. Qué pasó con nuestros sueños de libertad” de Adam Curtis, se centra en los ideas de Isaiah Berlin acerca de libertad positiva y libertad negativa. Según Berlin el segundo concepto (libertad de coerción), carente de contenido positivo definido, podría evitar todo fundamentalismo, ya que los grupos convencidos de una definición positiva de libertad han acabado usando la violencia para imponerla.
Curtis muestra cómo este concepto de libertad "negativa" fue también aceptado para defender una sociedad de libre mercado y cómo fue a su vez "positivizado" para justificar la defensa de regímenes dictatoriales, la manipulación de la información y la imposición de una libertad que cercena la posibilidad creativa de los seres humanos y los reduce a seres manejables y conformes con la gratificación de sus deseos egoístas.


Este último capítulo, dividido en tres partes, y en su versión original en inglés, puede verse aquí

jueves, 22 de noviembre de 2007

La Trampa (2): El Robot Solitario

En la segunda parte de su documental, Adam Curtis muestra cómo al cuantificar conductas y someterlas “al poder de los números” surge una tipología robotistica de la conducta humana, con una serie de “síntomas"” cuantificables: crisis de ansiedad, ataque de pánico, conducta bi-polar, etc. Esto genera un “standard” de normalidad que va a regir a la psicología y promover el uso de fármacos para normalizar el comportamiento humano y hacer que la gente se conduzca más previsiblemente, como máquinas mejor adaptadas. Estos y otros temas pueden verse en el segundo capítulo de la serie “La trampa. ¿Qué pasó con nuestros sueños de libertad?”.
Este segundo episodio puede verse en su versión original inglesa, picando aquí

martes, 20 de noviembre de 2007

La trampa: ¿Qué pasó con nuestros sueños de libertad? (1)

Es el nombre de una serie documental en tres capítulos por Adam Curtis (conocido por otros inquisitivos documentales como “El siglo del individualismo” o “El poder de las pesadillas”) dada en la BBC en 2007. En tres programas de aproximadamente una hora cada uno se explora la idea y la definición de libertad y cómo en nombre de la libertad “individual” se ha fomentado un sistema de opresión masiva, desigualdad e injusticia social.
El primer capítulo (“Jódete colega”) examina el origen de la “teoría de juegos” del matemático John Nash (popularizado en la películo “Una mente maravillosa” ) durante la guerra fría y cómo sus modelos matemáticos de la conducta humana se filtraron en la economía. La premisa de esta teoría es que los seres humanos son criaturas egoístas que se mueven por interés propio y que continuamente construyen estrategias para satisfacer esos deseos egoístas. A partir de esta premisa Nash construyó modelos lógicos consistentes y matemáticamente verificables, por lo que ganó el Premio Nóbel. Una de sus creencias acerca de la conducta humana se tipificó en la estrategia que Nash tituló “Adiós mamón -jódete colega”, en la cual el único modo de ganar consiste en traicionar al compañero de juego. Más tarde se supo que Nash padecía una esquizofrenia paranoide, por lo que sospechaba de todos y se sentía perseguido y objeto de conspiraciones, aunque sus teorías se emplearon para crear la estrategia nuclear de los Estados Unidos durante la guerra fría, y ulteriormente para fomentar una idea de libertad individual (supuestamente equivalente a la de “libre mercado”) que ha generado un sistema de opresión basado en una idea simplificada y mecánica del ser humano.
Estos y otros temas de importancia psicológica pueden verse en el primer capítulo que, lamentablemente, no está subtitulado y sólo puede verse en el original inglés, picando aquí

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Foucault: Nietzsche, genealogía e historia

Acabo de publicar en la web del Centro el artículo de Michel Foucault: “Nietzsche, la genealogía y la historia", en el cual el incisivo pensador francés comenta la distinción nietzscheana entre “historia” o “historiografía” como aparente narración “hilada” de los acontecimiento a partir de un “origen” (lo cual implica una concepción “absoluta”, “esencialista” y metafísica) y la “genealogía” como una deconstrucción de tal “trama” en la multiplicidad de sucesos y perspectivas.

Así, Foucault escribe, entre otras cosas:

...como si las palabras hubiesen guardado su sentido, los deseos su dirección, las ideas su lógica; como si este mundo de cosas dichas y queridas no hubiese conocido invasiones, luchas, rapiñas, disfraces, trampas. De aquí se deriva para la genealogía una tarea indispensable: percibir la singularidad de los sucesos, fuera de toda finalidad monótona; encontrarlos allí donde menos se espera y en aquello que pasa inadvertido por no tener nada de historia –los sentimientos, el amor, la conciencia, los instintos–, captar su retorno, pero en absoluto para trazar la curva lenta de una evolución, sino para reencontrar las diferentes escenas en las que han jugado diferentes papeles



(La genealogía) se opone pues al despliegue metahistórico de las significaciones ideales y de los indefinidos teleológicos. Se opone a la búsqueda del «origen»… ¿Por qué Nietzsche genealogista rechaza, al menos en ciertas ocasiones, la búsqueda del origen (Ursprung)? Porque en primer lugar [la búsqueda del origen] se esfuerza por recoger allí la esencia exacta de la cosa, su más pura posibilidad, su identidad cuidadosamente replegada sobre sí misma, su forma inmóvil y anterior a todo aquello que es externo, accidental y sucesivo. Buscar un tal origen, es intentar encontrar «lo que estaba ya dado», lo «aquello mismo» de una imagen exactamente adecuada a sí; es tener por adventicias toda las peripecias que han podido tener lugar, todas las trampas y todos los disfraces. Es intentar levantar las máscaras, para desvelar finalmente una primera identidad.. En cambio el genealogista se ocupa de escuchar la historia más que de alimentar la fe en la metafísica



El origen está siempre antes de la caída, antes del cuerpo, antes del mundo y del tiempo; está del lado de los dioses, y al narrarlo se canta siempre una teogonía. Pero el comienzo histórico es bajo, no en el sentido de modesto o de discreto como el paso de la paloma, sino irrisorio, irónico, propicio a deshacer todas las fatuidades




…detrás de la verdad, siempre reciente, avara y comedida, está la proliferación milenaria de los errores




Allí donde el alma pretende unificarse, allí donde el yo se inventa una identidad o una coherencia, el genealogista parte a la búsqueda del comienzo –de los comienzos innombrables que dejan esa sospecha de color, esta marca casi borrada que no sabría engañar a un ojo un poco histórico–; el análisis de la procedencia permite disociar al yo y hacer pulular, en los lugares y plazas de su síntesis vacía, mil sucesos perdidos hasta ahora... percibir los accidentes, las desviaciones ínfimas –o al contrario los retornos completos, los errores, los fallos de apreciación, los malos cálculos que han producido aquello que existe y es válido para nosotros; es descubrir que en la raíz de lo que conocemos y de lo que somos no están en absoluto la verdad ni el ser, sino la exterioridad del accidente



Situando el presente en el origen, la metafísica obliga a creer en el trabajo oscuro de un destino que buscaría manifestarse desde el primer momento. La genealogía, por su parte, restablece los diversos sistemas de sumisión: no tanto el poder anticipador de un sentido cuanto el juego azaroso de las dominaciones.



Si interpretar fuese aclarar lentamente una significación oculta en el origen, sólo la metafísica podría interpretar el devenir de la humanidad. Pero si interpretar es ampararse, por violencia o subrepticiamente, de un sistema de reglas que no tiene en sí mismo significación esencial, e imponerle una dirección, plegarlo a una nueva voluntad, hacerlo entrar en otro juego, y someterlo a reglas segundas, entonces el devenir de la humanidad es una serie de interpretaciones. Y la genealogía debe ser su historia: historia de las morales, de los ideales, de los conceptos metafísicos, historia del concepto de libertad o de la vida ascética como emergencia de diferentes interpretaciones. Se trata de hacerlos aparecer como sucesos en el teatro de los procedimientos.



Nietzsche nunca cesó de criticar después de la segunda de las Consideracions Intempestivas esta forma de historia que reintroduce (y supone siempre) el punto de vista suprahistórico: una historia que tendría por función recoger, en una totalidad bien cerrada sobre sí misma, la diversidad al fin reducida del tiempo; una historia que nos permitiría reconocernos en todas partes y dar a todos los desplazamientos pasados la forma de la reconciliación; una historia que lanzará sobre todo lo que está detrás de ella una mirada de fin del mundo. Esta historia de los historiadores se procura un punto de apoyo fuera del tiempo; pretende juzgarlo todo según una objetividad de apocalipsis; porque ha supuesto una verdad eterna, un alma que no muere, una conciencia siempre idéntica a sí misma



...el sentido histórico escapará a la metafísica para convertirse en el instrumento privilegiado de la genealogía si no se posa sobre ningún absoluto. No debe ser más que esta agudeza de una mirada que distingue, reparte, dispersa, deja jugar las separaciones y los márgenes una especie de mirada disociante capaz de disociarse a sí misma y de borrar la unidad de este ser humano que se supone conducirla soberanamente hacia su pasado.



La historia «efectiva» se distingue de la de los historiadores en que no se apoya sobre ninguna constancia: nada en el hombre — ni tampoco su cuerpo– es lo suficientemente fijo para comprender a los otros hombres y reconocerse en ellos. Todo aquello a lo que uno se apega para volverse hacia la historia y captarla en su totalidad, todo lo que permite retrazarla como un paciente movimiento continuo –a todo esto hay que destrozarlo sistemáticamente–. Hay que hacer pedazos lo que permite el juego consolador de los reconocimientos.



Creemos que nuestro presente se apoya sobre intenciones profundas, necesidades estables; pedimos a los historiadores que nos convenzan de ello. Pero el verdadero sentido histórico reconoce que vivimos, sin referencias ni coordenadas originarias, en miríadas de sucesos perdidos.



La historia tiene algo mejor que hacer que ser la sirvienta de la filosofía y que contar el nacimiento necesario de la verdad y del valor, puede ser el conocimiento diferencial de las energías y de los desfallecimientos, de las alturas y de los hundimientos, de los venenos y de los contravenenos. Puede ser la ciencia de los remedios esta historia efectiva. No teme ser un saber en perspectiva. Los historiadores buscan en la medida de lo posible borrar lo que puede traicionar, en su saber, el lugar desde el cual miran, el momento en el que están, el partido que toman –lo inapresable de su pasión–. El sentido histórico, tal como Nietzsche lo entiende, se sabe perspectiva, y no rechaza el sistema de su propia injusticia. Mira desde un ángulo determinado con el propósito deliberado de apreciar, de decir sí o no, de seguir todas los trazos del veneno, de encontrar el mejor antídoto. Más que simular un discreto olvido delante de lo que se mira, más que buscar en él su ley y someter a él cada uno de sus movimientos, es una mirada que sabe dónde mira e igualmente lo que mira



La historia, genealógicamente dirigida, no tiene como finalidad reconstruir las raíces de nuestra identidad, sino por el contrario encarnizarse en disiparlas; no busca reconstruir el centro único del que provenimos, esa primera patria donde los metafísicos nos prometen que volveremos; intenta hacer aparecer todas las discontinuidades que nos atraviesan... resaltar los sistemas heterogéneo que, bajo la máscara de nuestro yo, nos prohíben toda identidad.
----


Como complemento al agudo artículo de Foucault y para hacer aún más claras las revolucionarias ideas de Nietzsche, he publicado también la segunda “Consideración Intempestiva” del filósofo alemán: “De la utilidad o inconveniencia de la historia para la vida”


martes, 6 de noviembre de 2007

Hillman: Eros & Psique

Acabo de incluir en la web un fragmento de “El Mito del Análisis” de James Hillman, dedicado al complejo tema del amor (eros) y el alma (psique) y a sus extrañas, intensas y deslumbrantes relaciones. Los tormentos del amor, la animadversión, el miedo, el deseo, la compulsión... son aceptados como maneras de hacer-alma y reflejados en el trasfondo mítico de la historia de Apuleyo.

Escribe Hillman:
“La psique puede también reflejar como un espejo, asumir la guía con su lámpara, dejar el hilo a lo largo del laberinto, para encontrar el camino en una relación exterior o en la incertidumbre interior. El miedo, en tanto inhibición perteneciente a la parte demoníaca del daimon, es el inicio de la psicología. El rechazo, la impotencia y la frigidez pueden también ser expresiones del eros, parte del “no” del daimon. Dicho miedo es un regalo espontáneo del eros en la misma medida que lo es el impulso erótico mismo. Confiar y dudar, conceder y negar, abrir y cerrar, retroceder y avanzar, son parte del juego recíproco entre el eros y la psique -a través del cual el uno se va configurando por el otro-, que abarca desde el más tímido escarceo amoroso infantil hasta el ritmo de los opuestos del mysterium coniunctionis.”

Más adelante añade:
“Suponiendo que fuera posible, no tendríamos necesidad de controlar lo creativo en psicología con censuras prohibitivas del Yo o con reglas técnicas, pues el daimon, cuando se le da suficiente confianza, puede gobernar por medio de las inhibiciones naturales. Sólo hay que prestarle atención, recibirlo, escucharlo, incluirlo; sólo es menester estar pendiente de sus calambres admonitorios, de su frialdad, de su serenidad. Entonces el eros no tiene ninguna necesidad de ser combatido, controlado, o transformado en algo más noble. Su meta es siempre, en cualquier caso, la psique. Estamos obligados a confiar en el eros y en su meta. ¿Puede vivir alguien con autenticidad si no cree y confía en que los movimientos de su amor tengan un sentido último y sean fundamentalmente correctos? Podemos ser transformados por el eros, pero, aun empleando todo nuestro esfuerzo, no podemos transformarlo a él directamente, pues el eros es el impulso hacia lo alto o -en lenguaje aristotélico- la actualización, el movimiento de autorrealización que determina las transformaciones de la psique. Una idéntica ascensión y un mismo abatimiento súbito acontecen en la experiencia erótica individual en relación con la gloriosa inflación que tiene lugar siempre que se “cae” presa del amor”

Puedes leer el texto completo picando aquí

sábado, 3 de noviembre de 2007

El siglo del yo (The Century of the Self)

Primera parte del interesantísimo documento de Adam Curtis, “The Century of the Self” (2002) en cuatro capítulos, acerca de cómo los que detentan el poder han empleado las teorías de Freud para intentar controlar las muchedumbres peligrosas en una era de democracia de masas. Sigmund Freud cambió profundamente la percepción de la mente humana y su funcionamiento. Su influencia en el siglo veinte ha sido enorme. Este documental describe el impacto de las teorías de Freud en la percepción de la mente y los modos en que las agencias de relaciones públicas y los políticos han usado esto durante los últimos cien años para su "fabricación del consenso". Entre los principales personajes están Freud mismo y su sobrino Edward Bernays, que fue el primero que empleó técnicas psicológicas en la publicidad. Suele ser considerado como el “padre de la industria de las relaciones públicas”. La hija de Freud, Anna Freud, pionera de la psicología infantil, se menciona en la segunda parte, así como Wilhelm Reich, uno de los principales oponentes a las teorías de Freud.
Junto con estos temas generales, “El siglo del yo” plantea cuestiones más profundas acerca de las raíces y métodos del consumismo moderno, de la democracia representativa y sus implicaciones. También cuestiona el uso de la manipulación y la idea del ser humano como un animal a merced de deseos y pulsiones inconscientes.




Si bien las cuatro partes del documental pueden verse en Google Video en el original inglés, sólo esta primera parte está disponible con subtítulos en castellano. Es de esperar que vayan apareciendo las tres restantes que son aún más interesantes y más inquietantes, si cabe. A pesar de los (grandes) fallos de traducción de este primer capítulo. Si puedes entender el inglés original, mejor es ver los cuatro episodios tal como se muestran aquí


También puede verse este capítulo con una traducción muy superior, pero partido en seis videos, en este enlace

viernes, 2 de noviembre de 2007

Lacan: Reinventar el psicoanálisis

Interesante documento sobre Lacan y su interpretación revolucionaria del psicoanálisis de Freud



Los episodios siguientes de la serie pueden verse picando aquí

jueves, 1 de noviembre de 2007

Nietzsche: Sobre verdad & mentira en sentido extramoral

En este ensayo publicado en 1873, el joven Nietzsche ya pone los cimientos de lo que con el tiempo será una de las más agudas y profundas críticas no sólo de la cultura, sino de la metafísica: entendiendo por tal la convicción en un tipo de principios, verdades o valores "absolutos" y/o “objetivos” (por lo que la ciencia queda englobada dentro de la metafísica).

En él podemos leer ideas como:

Se fija lo que a partir de entonces ha de ser “verdad”, es decir, se ha inventado una designación de las cosas uniformemente válida y obligatoria, y el poder legislativo del lenguaje proporciona también las primeras leyes de verdad, pues aquí se origina por primera vez el contraste entre verdad y mentira...

...Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una “verdad” en el grado que se acaba de señalar. Si no se contenta con la verdad en forma de tautología, es decir, con conchas vacías, entonces trocará continuamente ilusiones por verdades...

...el origen del lenguaje no sigue un proceso lógico, y todo el material sobre el que, y a partir del cual, trabaja y construye el hombre de la verdad, el investigador, el filósofo, procede, si no de las nubes, en ningún caso de la esencia de las cosas....

...Del mismo modo que es cierto que una hoja no es igual a otra, también es cierto que el concepto hoja se ha formado al abandonar de manera arbitraria esas diferencias individuales, al olvidar las notas distintivas, con lo cual se suscita entonces la representación, como si en la naturaleza hubiese algo separado de las hojas que fuese la “hoja”, una especie de arquetipo primigenio a partir del cual todas las hojas habrían sido tejidas, diseñadas, calibradas, coloreadas, onduladas, pintadas, pero por manos tan torpes, que ningún ejemplar resultase ser correcto y fidedigno como copia fiel del arquetipo...

No sabemos todavía de dónde procede el impulso hacia la verdad, pues hasta ahora solamente hemos prestado atención al compromiso que la sociedad establece para existir: ser veraz, es decir, utilizar las metáforas usuales; por tanto, solamente hemos prestado atención, dicho en términos morales, al compromiso de mentir de acuerdo con una convención firme, mentir borreguilmente, de acuerdo con un estilo vinculante para todos. Ciertamente, el hombre se olvida de que su situación es ésta; por tanto, miente de la manera señalada inconscientemente y en virtud de hábitos seculares —y precisamente en virtud de esta inconsciencia, precisamente en virtud de este olvido, adquiere el sentimiento de la verdad—. A partir del sentimiento de estar comprometido a designar una cosa como “roja”, otra como “fría” y una tercera como “muda”, se despierta un movimiento moral hacia la verdad

el hombre pone sus actos como ser racional bajo el dominio de las abstracciones; ya no tolera más el ser arrastrado por las impresiones repentinas, por las intuiciones; generaliza en primer lugar todas esas impresiones en conceptos más descoloridos, más fríos, para uncirlos al carro de su vida y de su acción. Todo lo que eleva al hombre por encima del animal depende de esa capacidad de volatilizar las metáforas intuitivas en un esquema; en suma, de la capacidad de disolver una figura en un concepto. En el ámbito de esos esquemas es posible algo que jamás podría conseguirse bajo las primitivas impresiones intuitivas: construir un orden piramidal por castas y grados; instituir un mundo nuevo de leyes, privilegios, subordinaciones y delimitaciones, que ahora se contrapone al otro mundo de las primitivas impresiones intuitivas como lo más firme, lo más general, lo mejor conocido y lo más humano y, por tanto, como una instancia reguladora e imperativa. Mientras que toda metáfora intuitiva es individual y no tiene otra idéntica y, por tanto, sabe siempre ponerse a salvo de toda clasificación, el gran edificio de los conceptos ostenta la rígida regularidad de un columbarium romano e insufla en la lógica el rigor y la frialdad peculiares de la matemática.

Del mismo modo que el astrólogo considera a las estrellas al servicio de los hombres y en conexión con su felicidad y con su desgracia, así también un investigador tal considera que el mundo en su totalidad está ligado a los hombres; como el eco infinitamente repetido de un sonido original, el hombre; como la imagen multiplicada de un arquetipo, el hombre. Su procedimiento consiste en tomar al hombre como medida de todas las cosas; pero entonces parte del error de creer que tiene estas cosas ante sí de manera inmediata,como objetos puros. Por tanto, olvida que las metáforas intuitivas originales no son más que metáforas y las toma por las cosas mismas. Sólo mediante el olvido de este mundo primitivo de metáforas, sólo mediante el endurecimiento y petrificación de un fogoso torrente primordial compuesto por una masa de imágenes que surgen de la capacidad originaria de la fantasía humana, sólo mediante la invencible creencia en que este sol, esta ventana, esta mesa son una verdad en sí, en resumen: gracias solamente al hecho de que el hombre se olvida de sí mismo como sujeto y, por cierto, como sujeto artísticamente creador, vive con cierta calma, seguridad y consecuencia; si pudiera salir, aunque sólo fuese un instante, fuera de los muros de esa creencia que lo tiene prisionero, se terminaría en el acto su “conciencia de sí mismo”.

en la construcción de los conceptos trabaja originariamente el lenguaje; más tarde la ciencia. Así como la abeja construye las celdas y, simultáneamente, las rellena de miel, del mismo modo la ciencia trabaja inconteniblemente en ese gran columbarium de los conceptos, necrópolis de las intuiciones; construye sin cesar nuevas y más elevadas plantas, apuntala, limpia y renueva las celdas viejas y, sobre todo, se esfuerza en llenar ese colosal andamiaje que desmesuradamente ha apilado y en ordenar dentro de él todo el mundo empírico, es decir, el mundo antropomórfico. Si ya el hombre de acción ata su vida a la razón y a los conceptos para no verse arrastrado y no perderse a sí mismo, el investigador construye su choza junto a la torre de la ciencia para que pueda servirle de ayuda y encontrar él mismo protección bajo ese baluarte ya existente. De hecho necesita protección, puesto que existen fuerzas terribles que constantemente le amenazan y que oponen a la verdad científica “verdades” de un tipo completamente diferente con las más diversas etiquetas.

Hay períodos en los que el hombre racional y el hombre intuitivo caminan juntos; el uno angustiado ante la intuición, el otro mofándose de la abstracción; es tan irracional el último como poco artístico el primero. Ambos ansían dominar la vida: éste sabiendo afrontar las necesidades más imperiosas mediante previsión, prudencia y regularidad; aquél sin ver, como “héroe desbordante de alegría”, esas necesidades y tomando como real solamente la vida disfrazada de apariencia y belleza. Allí donde el hombre intuitivo, como en la Grecia antigua, maneja sus armas de manera más potente y victoriosa que su adversario, puede, si las circunstancias son favorables, configurar una cultura y establecer el dominio del arte sobre la vida; ese fingir, ese rechazo de la indigencia, ese brillo de las intuiciones metafóricas y, en suma, esa inmediatez del engaño acompañan todas las manifestaciones de una vida de esa especie. Ni la casa, ni el paso, ni la indumentaria, ni la tinaja de barro descubren que ha sido la necesidad la que los ha concebido: parece como si en todos ellos hubiera de expresarse una felicidad sublime y una serenidad olímpica y, en cierto modo, un juego con la seriedad. Mientras que el hombre guiado por conceptos y abstracciones solamente conjura la desgracia mediante ellas, sin extraer de las abstracciones mismas algún tipo de felicidad; mientras que aspira a liberarse de los dolores lo más posible, el hombre intuitivo, aposentado en medio de una cultura, consigue ya, gracias a sus intuiciones, además de conjurar los males, un flujo constante de claridad, animación y liberación. Es cierto que sufre con más vehemencia cuando sufre; incluso sufre más a menudo porque no sabe aprender de la experiencia y tropieza una y otra vez en la misma piedra en la que ya ha tropezado anteriormente. Es tan irracional en el sufrimiento como en la felicidad, se desgañita y no encuentra consuelo. ¡Cuán distintamente se comporta el hombre estoico ante las mismas desgracias, instruido por la experiencia y autocontrolado a través de los conceptos! Él, que sólo busca habitualmente sinceridad, verdad, emanciparse de los engaños y protegerse de las incursiones seductoras, representa ahora, en la desgracia, como aquél, en la felicidad, la obra maestra del fingimiento; no presenta un rostro humano, palpitante y expresivo, sino una especie de máscara de facciones dignas y proporcionadas; no grita y ni siquiera altera su voz; cuando todo un nublado descarga sobre él, se envuelve en su manto y se marcha caminando lentamente bajo la tormenta.

Esta denuncia de la relatividad funcional de las perspectivas, de la impotencia y vacuidad del concepto entendido como instrumento de dominación, de la dependencia del intelecto de la trama del lenguaje, propone ya los temas fundamentales de la filosofía del siglo XX y de lo que va del XXI (verdad, objetividad, lenguaje, relativismo, perspectivismo, poder, dominación, razón/sinrazón, etc.). Y sin duda la psicología profunda hubiera sido imposible sin la intuición nietzscheana de un intelecto que no es sino un medio para afirmar “la vida” (voluntad de poder), si bien tanto Freud como Jung quedan prisioneros de un enfoque fundamentalmente “metafísico” en su aspiración a una “verdad objetiva”, sea ya de una “realidad externa” o de una “estructura psicológica fundamental”

lunes, 29 de octubre de 2007

“La toma” de Naomi Klein & Avi Lewis

La película describe el proceso de recuperación de empresas en Argentina por parte de los trabajadores. Una película de los canadienses Avi Lewis y Naomi Klein. Con voluntad "subversiva" y "de emocionar" gracias a "una historia humana" en los antípodas del reality show, Klein y Lewis pretenden que La toma dé "un giro de 180 grados al debate sobre la globalización". ¿Cómo? "Presentando alternativas" a una problemática, la de la fuga de capitales y la deslocalización de empresas, capaz de "arrasar un país fronterizo entre el primer y el tercer mundo como Argentina pero que amenaza por igual a Barcelona, Toronto y Caracas".

Lewis admite que se han ocupado fábricas en otros lugares y momentos de la historia, pero destaca del caso argentino "un énfasis nuevo en la democracia de base asamblearia" y el ejemplo de una lucha obrera que sustituye "la tradición de la huelga" por la "insistencia en el derecho y la necesidad de trabajar con dignidad". Klein puntualiza: "Si en los años 70 la ocupación de fábricas fue fruto de una ideología que iba de la cabeza a los pies, hoy se ha invertido el proceso y la política nace y crece en acciones como la de ocupar no sólo una fábrica, sino una casa, un centro social o --tomados de internet-- un programa de software libre o una canción".

Puede verse esta extraordinaria película picando aquí

martes, 23 de octubre de 2007

La doctrina del shock: la emergencia del capitalismo del desastre

Pequeño video de Naomi Klein , importante activista anti-globalización, que estará en España del 25 al 31 de octubre y que dentro de pocos días hablará en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, conferencia contra la cual parecieran estar organizándose algunos grupos. El documento resulta "transparente" a través de sus imágenes que ponen de manifiesto la relación entre violencia, actos de terror, guerras y desarrollo del neocapitalismo salvaje y las estrategias de los neoconservadores.

Interesante destacar las primeras imágenes que conmemoran los “avances” de la psiquiatría en los años 50' gracias a la “terapia de shock” o “electro-shock”. Que en medio de este horror la psicología invite a los individuos a volverse hacia “su interior” o a adaptarse a “la realidad” cuando no a “buscarse a sí mismos” en un acto de desconexión con el mundo histórico, social, político y económico, y su “vida lógica”, no es sino sospechoso. Esta sospecha ha impulsado a la psicología arquetipal de James Hillman, con su primaria exigencia de justicia y belleza, y a la psicología del animus de Wolfgang Giegerich en su insistencia en comprender “la lógica de la psique” mucho más allá del contexto individual, así como en lo caduco del esquema “individual/colectivo” propio de la psicología junguiana


Aquí pueden leerse algunos artículos de Naomi Klein en castellano

lunes, 22 de octubre de 2007

ZEITGEIST (Espíritu de la época)

“Mientras más empieces a investigar en lo que creemos que entendemos, de donde venimos, en lo que pensamos que hacemos, más empezarás a ver que nos han mentido. Nos han mentido todas las instituciones... Las instituciones religiosas de este mundo fueron puestas allí por la misma gente que te dio tu gobierno, tu educación corrupta, que preparó los carteles bancarios internacionales. Porque a nuestros dueños les importa un bledo sobre ti o tu familia. Todo lo que les interesa es lo que siempre les ha interesado, y eso es controlar todo este maldito mundo... No sé lo que Dios es, pero sé lo que no es, y al menos hasta que estés preparado para mirar la entera verdad, donde sea que te lleve y quien sea el que te guíe; si quieres mirar para otro lado o si quieres ser parcial, entonces en algún punto vas a tener que darte cuenta de que estás lidiando con la justicia divina. Mientras más te educas, más entiendes de dónde vienen las cosas; las cosas se vuelven más obvias y empiezas a ver mentiras por todos los lados”.

Así empieza este interesante film que puedes ver con subtítulos en castellano

En su denuncia de la manipulación de la información a fin de facilitar la guerra y la dominación, es también consistente con otros videos que se ofrecen en mi blog personal, como:
El poder de las pesadillas,
Imaginación y teorías de la conspiración,
Verdad e ilusiones: la historia oficial,
El orden criminal del mundo,
Y la serie de documentales “Voces contra la globalización”


sábado, 20 de octubre de 2007

La cuestión “realidad/irrealidad”: Giegerich vs. Hillman

“Una vez más la cuestión realidad/irrealidad: respuesta a Hillman” es la respuesta que Giegerich dio a las objeciones que Hillman hizo a su artículo “Matanzas”, con el que Giegerich “oficialmente” daba un paso más allá de la psicología arquetipal e inauguraba su propio enfoque de la psicología como la atención a “la vida lógica del alma”.
Con la amable autorización de Wolfgang Giegerich presento por primera vez en castellano este agudo artículo, que hasta ahora sólo estaba disponible en inglés en la web de Rubedo

En él puede leerse, entre otras cosas:
“Hillman dice: los Dioses son inmortales. Estoy de acuerdo. Pero considero “inmortal” como un atributo imaginal de los Dioses y no como un hecho literal, del mismo modo que no creo que dos personas que se prometen eterno amor no sean libres de llegar a divorciarse unos años después o que deban considerarse mentirosos si se separan. El mismo Hillman es aquí culpable de “concretismo mal ubicado”. Precisamente porque la psique crea realidad siempre de nuevo, también crea sus Dioses, juntos con toda la experiencia del mundo de un pueblo o cultura. Pero si esta cultura o pueblo han pasado, sus Dioses con toda su inmoralidad también han pasado. Cuando digo que no se puede tener a Zeus sin sacrificios de toros, quiero decir que Zeus no es una “substancia” intemporal con diversos “atributos”. Los Dioses son hilos en trama llamada “nación” o “cultura”, son imágenes en el “poema” mayor que el alma crea en y a través de una cultura histórica dada (con todas sus costumbres, rituales, ideas, organización social y política, su estilo de economía, su estadio de tecnología, etc.). Así como no se puede quitar una imagen individual de un poema e insertarla en otro poema sin distorsionarlo todo, no se pueden extraer los dioses griegos del contexto total del “poema” llamado Antigua Cultura Griega e insertarlos en el mundo moderno. O bien se puede hacerlo, pero entonces, aúnque se pretende que no son meras alegorías, se los reduce al status de alegorías, citas, “schöngeistiges Bildungsgut”, categorías abstractas... Y a la vez se bloquea el camino para ver y honrar al dios o los dioses reales de nuestro tiempo. Esto no implica negar que todavía hoy haya sueños arquetipales y otras experiencias visionarias, en los que pueden aparecer auténticas imágenes de los antiguos dioses. Pero entonces sólo aparecen en la espera privada, personal, subjetiva, del individuo moderno, al igual que, por ejemplo, la antigua rueca puede reaparecer como parte del hobby privado de alguna persona, si bien es claro que ya no puede ser un factor económico real ni un medio de producción viable. Aquellos dioses no son parte de nuestra vida pública, objetiva ni de nuestro conocimiento oficial, tal como fueron los dioses en tiempos antiguos y arcaicos, cuando la “teología” y el ritual impregnaban la totalidad de la vida, el Estado y el conocimiento integral acerca del mundo. Como dijo Jung, Zeus ya no habita en el Olimpo, es decir, el mundo real. Hillman probablemente tiene razón: los dioses aún “habitan nuestra subjetividad y gobiernan nuestros actos”, pero se olvida de añadir que tales dioses, que se han retirado a nuestra subjetividad, ya no son dioses, sino dioses aufgehobene (trascendidos y superados). Los dioses en los sueños modernos son “abgesunkenes Kulturgut”, así como nuestra psicología personal, privada, es en general la historia pasada del alma en tanto trascendida (“aufgehoben”), y en este sentido no es lógicamente real. La psicología en cuanto psicología del individuo subjetivo es eo ipso atención a lo que por definición es obsoleto (pero no obstante “real” en el sentido ontológico de Hillman; por “obsoleto” no deseo indicar que uno no debiera atender su propia vida onírica y psicología personal, sus síntomas; deseo expresar meramente su status lógico). Los antiguos griegos no tenían una psicología privada, subjetiva, así como no tenían una división entre trabajo y tiempo libro o hobby (en cambio tenían esclavos). Estas son adquisiciones de la era moderna e indicadores de que nuestra vida se ha vuelto mucho más compleja lógicamente.”

sábado, 13 de octubre de 2007

El platonismo de la psicología

y el eslabón perdido con la realidad. Ese es el subtítulo del artículo llamado “Matanzas” que Wolfgang Giegerich leyó en el Festival de Psicología Arquetipal en 1992, y que puede ser considerado la “carta de nacimiento” de la Psicología del Animus, como opuesta y superadora de la Psicología del Anima, o Psicología Arquetipal de James Hillman.

Giegerich era consciente de lo implicaba ese artículo (que es un extracto de un libro suyo mucho más amplio y desarrollado), cuyo tema gira alrededor del sacrificio sangriento, y por ello recordó que el mismo Jung rompía con Freud al escribir el capítulo sobre el Sacrificio en su libro: “Símbolos de Transformación”. Así como Jung rompía con el psicoanálisis por no aceptar el literalismo freudiano, Giegerich rompe (yendo más allá aún) con la Psicología Arquetipal por considerar que se encalla en el literalismo de la imaginación y no avanza (más bien bloquea el camino) hacia la vida lógica del alma: su psico-logía es así una reivindicación del logos: la dinámica del alma que trasciende a lo imaginable y que sólo puede ser captada por el pensamiento más estricto, que es un pensamiento dialéctico. El alma está en “lo real” que para Giegerich no es la mera positividad de los “hechos externos”, sino la lógica que mueve al mundo y que se manifiesta en los fenómenos primordiales de nuestro tiempo: la dominación tecnológica, la globalización, el cambio climático, el imperialismo del dinero “abstracto” o capital financiero, la destrucción sistemática de “la naturaleza”, el dominio creciente de una “realidad virtual”, entre otros síntomas. Para Giegerich el intento de retornar a los dioses antiguos implica no reconocer dónde están “los dioses” hoy mismo: Zeus, Atenea, Afrodita, Dionisos han muerto, son “dioses de museo” o de una etapa histórica ya largo tiempo superada, y hoy sólo pueden tener el valor de metáforas (por eso ya es imposible hacerles sacrificios) o de comodidades; pero en cambio hoy mismo todos estamos al servicio y a merced de “nuevos dioses”, como la tecnología, la economía, el armamento nuclear , los movimientos bursátiles, los medios, la publicidad y la realidad virtual. Giegerich apunta que, al no advertirlo, la psicología de la imaginación (psicología arquetipal) refuerza la desconexión con “lo real” y sigue siendo un instrumento ideológico al servicio del nihilismo. O un refugio del ego, adonde preservar su desconexión con el proceso anímico -y con la abrumadora realidad social e histórica-, contentándose con la fantasía de una importancia personal y a-histórica que, de hecho, son inefectivas e ilusorias.

Un punto de vista agudo, crítico y urticante, que evidentemente no tendrá seguidores dentro de los aficionados a la New Age, a la espiritualidad trascendente o entre aquellos que intentan construir para sí un “burbuja tipo Disneylandia” que les proteja del proceso mundial y se niegan a aceptar la crudeza y radicalidad del tiempo y el mundo en que les ha tocado vivir. Giegerich, sin duda, no será nunca autor de best-sellers. Representa, en mi opinión, la radicalización de la crítica de Nietzsche al "platonismo" que inevitablemente implica nihilismo (negación de “lo real” en nombre de instancias “irreales” , ideológicas y/o morales) y es un digno heredero del pensamiento de Heidegger y, más áun, de Hegel

Hillman replicó unos años más tarde al artículo de Giegerich en otro publicado en Spring 56 bajo el nombre de “Otra vez en la batalla” y que pronto traduciré en mi web. A su vez, Giegerich respondió agudamente a esta respuesta en “Otra vez más la cuestión de la realidad/irrealidad”. Afortunadamente me ha concedido autorización para que traduzca y publique su contestación, ya que nunca se ha editado y hasta ahora sólo podía leerse en inglés en el sitio de Rubedo. Es un honor poder presentarla por primera vez en traducción castellana. Curiosamente Hillman no se ha defendido de las radicales y lúcidas objeciones de Giegerich, y sólo ha habido por su parte un sostenido silencio. Esta polémica es, sin duda, el acontecimiento más importante de las últimas décadas en el ámbito psicológico; una polémica que trascendiendo a lo terapéutico o lo profesional, versa sobre el tema decisivo de la comprensión de la realidad y de la historia. Una auténtica disputa filosófica, en la que el logos pareciera imponerse inexorablemente y que vuelve a remitir la psicología -entendida como discurso (logos) del alma (psique) tanto como alma del logos- a sus fuentes en la filosofía como ejercicio del Entendimiento y del Concepto.
Pareciera que el camino ineludible para acercarse a la psique pasa por el pensamiento profundo que, como ya intuían Freud, Jung y Hillman, es un pensamiento que cuestiona la cultura y, aún más, se abre hacia el mundo y se reencuentra en él.

lunes, 8 de octubre de 2007

Wolfgang Giegerich: El presente como dimensión del alma

Acabo de traducir y publicar el artículo de Wolfgang Giegerich: “El presente como dimensión del alma" publicado originalmente en 1978 y que representa una primera fase de su pensamiento que, con el tiempo, haría una transición “de la ontología de Heidegger a la lógica de Hegel”.

Pese a su caracter relativamente temprano, ya en este artículo se encuentra presente la pujante metalidad inquisitiva de Giegerich, que irá más allá de la psicología arquetipal, para llegar a poner atención en “la vida lógica del alma” y hacer así una revolución no sólo respecto a los contenidos de la psicología, sino respecto a la forma del pensamiento psicológico.

En este artículo Giegerich escribe:

“Estoy objetando aquí al empirismo en la psicología, a esa posición que cree que los problemas psicológicos pueden resolverse científicamente y directamente, dentro de la estructura y sobre la base de la experiencia empírico-práctica, sin que uno simultáneamente se haya comprometido en reflexiones acerca de cuestiones fundamentales de una naturaleza filosófico-arquetipal. Pero el tema de las propias presuposiciones no deben de este modo ignorarse, porque es precisamente una parte integral de la constitución de la psicología: los objetos psicológicos y la estructura arquetipal de la consciencia que los considera son los dos momentos que sólo juntos constituyen la fenomenología psicológica. Sin poder entrar en este tópico más estrechamente, me gustaría sostener que en este espíritu y de acuerdo con Hillman apoyo una psicología arquetipal que refleje sus presuposiciones, en contraste con una psicología analítica que opera con una fantasía empirista. Esta última cree se cree capaz de ver en lo “objetivamente dado” la totalidad del fenómeno psicológico, mientras que es, después de todo, sólo un aspecto parcial, y además una abstracción. Mi interés es acerca de la dirección particular en la que tendría que moverse una investigación psicológica a fin de volverse psicológica en primer lugar. Estoy buscando la dimensión del alma y de la psicología; quiero hallar, y consolidar, el espacio particular que por sí solo hace posible una psicología como psicología, y le permite prosperar”

Entre los presupuestos de la psicología “al uso”, orientada por un falso empirismo y por una noción “abstracta” de realidad, se encuentran las ideas de "desarrollo”, “normalidad”, “integración”, “llegar a ser sí-mismo (o uno mismo)”, etc. Por ello más adelante Giegerich escribe:

“Todos estos conceptos: inhibición, laguna, desorden, desarrollo incompleto, muestran cómo se juzgan estos fenómenos psíquicos sobre la base de una norma que es tomada por supuesto, y cómo se los menosprecia cuando no la cumplen. El significado de los fenómenos yace en la meta final del propio desarrollo; algo que esté por debajo de la norma sólo tiene sentido aquí como “impulso parcial ” o como “fase preliminar” que ya apunta al estadio final, sólo como aún-no, pero no en sí mismo. La masturbación es “errada” o sólo tiene cabida durante una cierta fase; el intercambio sexual es “correcto”. Terapia aquí quiere decir corrección, conduciendo al paciente hacia la meta pre-fijada; por ejemplo: donde había masturbación, allí ha de haber intercambio sexual. La mentalidad que se está mostrando aquí es la misma que la del colonialismo y los misioneros cristianos, para la cual todo lo que no corresponde con las normas del mundo occidental es “subdesarrollado” y que quiere, por ejemplo, liberar a los primitivos cazadores de cabeza de su medio de los demonios, prohíbe a los indios que quemen ritualmente a sus viudas y, como medida primera y principal, introducir la monogamia en todas partes. Así como el enfoque genético mide uno fenómeno por otro que ha sido puesto como la norma, así la forma correspondiente de terapia se supone que remplaza un comportamiento (“equivocado”) por otro “maduro”. Del mismo modo, la teoría psicológica explica un fenómeno por otro, por ejemplo el amor místico de Dios mediante la sexualidad. La sustitución de uno por otro es el principio del enfoque desarrollista.

La norma aquí se origina de aislar un fenómeno solo dentro del alcance de los fenómenos (comportamientos) y ubicarlo por encima de los otros, al igual que las religiones intolerantes (es decir el Islam, el Cristianismo) en cada caso señala una religión (es decir, ellas mismas) entre todas las diversas religiones factuales como la exclusiva y la proclaman como la verdadera, la única absoluta. ¿Qué sirve como legitimación para este poner una religión (que para empezar es igualmente “finita”!) como la absoluta? ¡Nada más que la misma doctrina de esta religión! Del mismo modo, la fantasía del desarrollo puede distinguir entre lo que es “plenamente desarrollado” de lo que es “subdesarrollado” sólo sobre la base de ese prejuicio genético que se ha erigido a sí mismo y que constituye su teoría. La creencia en el desarrollo se postula y se “verifica” a sí misma.”

Giegerich es fiel a una actitud auténticamente fenomenológica (es decir: atender y seguir a lo que se presenta- al fenómeno- en lugar de juzgarlo, modificarlo, explicarlo y sustituirlo):

“Enfocamos desde el comienzo los síntomas con la idea de que son desórdenes y que deberían desaparecer. Se supone que el paciente ha de perder, por ejemplo, su miedo del otro sexo. Damos prioridad al estado “normal” o “saludable” al cual se aspira y vemos los síntomas como algo que efectivamente no debiera ser, al menos “ya no más”. Lo que aquí se requiere es un cambio de acento. Mirando más de cerca, es un escándalo si un analista se refiere a sí mismo como un defensor de la “realidad”. Esto sería como si un biólogo se comprendiera a sí mismo como un defensor de la industria. El biólogo obviamente debe defender los reinos animales y vegetales y buscar un sitio donde los animales puedan ser cuando la civilización moderna tiende a desplazarlos. Del mismo modo, el psicoterapeuta debe ponerse del lado de los impulsos del alma, aún si son “arcaicos” y patológicos. Así como no es cuestión de domesticar todos los animales salvajes, así no puede ser el primer interés de un terapeuta transformar los impulsos arcaicos y patológicos del alma mediante el desarrollo en los así-llamados-saludables y humanos. Indudablemente, la psicoterapia tiene la tarea de cambiar algo. Pero en el espíritu del necesario cambio de acento no debiera preguntar, por ejemplo, como quitar el miedo del otro sexo, sino adónde pertenece. Debe cuidar este miedo, atenderlo y hallar un sitio para él donde se le permita ser. Pues este miedo está perfectamente bien, en tanto y en cuanto la sexualidad es un misterio, y los misterios pueden legítimamente ser acompañados por el miedo. El mal no está en el miedo mismo, sino más bien que nosotros, en nuestra ignorancia psicológica, no sabemos de un lugar donde este miedo pueda experimentarse auténticamente”

A lo largo de este interesante y revolucionario artículo, Giegerich pone en cuestión la idea de “finalidad” o “teleología” del fenómeno psicológico tal como se entiende usualmente en psicología analítica, y revisa radicalmente la noción de Self y del proceso de individuación.

Desde aquí vuelvo a agradecer a Wolfgang Giegerich su amable autorización para traducir y publicar sus artículos.