miércoles, 19 de agosto de 2009

Thomas Nagel: El mundo es más que física


Tomado de Pseudopodo. Un blog inhomogéneo y anisótropo



Thomas Nagel es un filósofo que ha escrito sobre ética y política, pero es conocido sobre todo por sus contribuciones a la filosofía de la mente (su ensayo What it is like to be a bat? es un clásico). Traduzco aquí dos párrafos de “The Fear of Religion” [El Miedo a la Religión]- (reseña de The God Delusion [El Engaño de Dios]- publicada en The New Republic). Un elocuente ataque al reduccionismo:


Todas las explicaciones acaban en algún punto. La auténtica oposición entre el naturalismo fisicalista de Dawkins y la hipótesis de Dios es un desacuerdo sobre si este punto es físico, extensional y sin propósito, o mental, intencional y con propósito. En cada una de las dos posturas, la explicación última no es explicada. La hipótesis de Dios no explica la existencia de Dios, y el naturalismo fisicalista no explica las leyes de la física.
(vía
Burgess-Jackson)

El miedo a la religión lleva a demasiados ateos con mentalidad científica a aferrarse a un reduccionismo defensivo, un reduccionismo que achata el mundo. Dawkins, como muchos de sus contemporáneos, está limitado por la presunción de que la única alternativa a la religión es insistir en que la explicación última de todo debe estar en la física de partículas, la teoría de cuerdas o algo semejante: leyes puramente extensionales gobernando los elementos de los que está hecho el mundo material.

Este sueño reduccionista está alimentado por el extraordinario éxito de las ciencias físicas en nuestro tiempo (también en su reciente aplicación a la comprensión de la vida a través de la biología molecular). Es natural tratar de llevar cualquier método intelectual que tiene éxito tan lejos como sea posible. Pero el impulso para encontrar una explicación de todo en la física se ha descontrolado en los últimos cincuenta años. 

Los conceptos de las ciencias físicas proporcionan una descripción muy especial, y parcial, del mundo que la experiencia nos revela: es el mundo, pero dejando fuera toda la conciencia subjetiva, apariencias sensoriales, pensamiento, valor, propósito y voluntad. Lo que queda es el orden describible matemáticamente de las cosas y los acontecimientos en el espacio y el tiempo.

Esa purificación conceptual sirvió para lanzar el extraordinario desarrollo de la física y la química que ha tenido lugar desde el siglo XVII. Pero el fisicalismo reductivo convierte esta descripción en una ontología exclusiva. El proyecto reduccionista usualmente trata de reclamar alguno de los aspectos originalmente excluidos del mundo, mediante su análisis en términos físicos –esto es, conductistas o neurofisiológicos- pero niega realidad a lo que no puede ser reducido de esa manera. Creo que es un proyecto condenado al fracaso: la experiencia consciente, el pensamiento, los valores, etcétera, no son ilusiones, incluso aunque no puedan ser identificados con hechos físicos.

Creo también que, ante todo, no hay razón para emprender tal proyecto. Necesitamos más una forma de comprensión. Diferentes materias necesitan diferentes maneras de entender. Los grandes logros de las ciencias físicas no las hacen capaces de abarcarlo todo, desde la matemática a la ética o a las experiencias de un animal vivo. No tenemos motivo para dejar de lado el juicio moral, la introspección o el análisis conceptual como modos de descubrir la verdad simplemente porque no sean física.
(vía
Burgess-Jackson)