jueves, 14 de agosto de 2008

El fin de la filosofía y la tarea del pensar


Acabo de publicar el artículo de Martín Heidegger: “El fin de la filosofía & la tarea del pensar”, en el cual el gran pensador muestra que la técnica, y la asimilación de la ciencia como único modo de conocimiento “verdadero”, equivalen a la consumación y cumplimiento mismos de la metafísica. De este modo no habría opción: o metafísica o ciencia, puesto que la ciencia y, sobre todo, la técnica, consistirían en el fruto último y culminación misma de la metafísica. Frente a la filosofía, entendida como metafísica, Heidegger postula la necesidad del pensar

En este artículo Heidegger escribe una frase que bien podía considerarse el tema y motor fundamental del pensamiento psico-lógico de Wolfgang Giegerich:

Las preguntas son caminos para una respuesta. Esta consistiría -en el caso de que alguna vez se accediera a ella- en una transformación del pensar, no en un enunciado sobre un contenido. (el subrayado es mío)

La transformación del pensar (lo que Giegerich llama “la sintaxis de la lógica del alma”) no es lo mismo que la adición o supresión de los “contenidos” -temas, materias, objetos- del pensamiento (“la semántica”). De ahí que hablar de dioses, de arquetipos o de átomos, no implique ninguna transformación del pensar, sino tan sólo un cambio de un tema a otro, no muy diferente de un tele-espectador que, intocado en su esencia, cambia de un canal a otro, de un programa a otro, permaneciendo sin embargo fuera de y frente a ellos, conservando así intacta la estructura de pensamiento. De ahí también que una transformación del estatus lógico no tiene necesariamente que ver con los temas tratados; es por ello tan frecuente que, como en el caso de la psicología analítica o del esoterismo, se trate (se hable) del misterio de la manera más desvergonzada (con una sintaxis positivista, o metafísica -que según Heidegger serían lo mismo). Un paseo por los tópicos de la psicología analítica: mitos, símbolos, sueños, obra alquímica, gnosticismo, iniciaciones y teofanías, sólo manifiesta la semántica de un pensar que, inadvertidamente, sigue atrapado en una sintaxis técnica, positivista o literal, y por ello mismo estos temas resultan banalizados (desacralizados), sin importar que se le añadan calificativos como “sublime”, “misterioso”, “sagrado”, “trascendente”, etc. Es más, esos calificativos se vuelven necesarios justamente para compensar su ausencia en la manera misma de afrontar tales “contenidos”

Entre otras cosas, en este artículo fundamental, Heidegger escribe:

¿Qué significa la expresión «final de la Filosofía» ? Con demasiada facilidad, entendemos el final de algo en sentido negativo: como el mero cesar, la detención de un proceso, e incluso, como decadencia e incapacidad. La expresión «final de la Filosofía» significa, por el contrario, el acabamiento [Vollendung] de la metafísica. Ahora bien, acabamiento no quiere decir perfección, en cuyo caso la Filosofía, a su término, tendría que haber alcanzado la máxima perfección. Nos falta, no sólo la medida que permita evaluar la perfección de una época de la metafísica con respecto a otra: es que no hay derecho a hacer este tipo de apreciaciones. El pensamiento de Platón no es más perfecto que el de Parménides. La filosofía de Hegel no es más perfecta que la kantiana. Cada época de la Filosofía tiene su propia necesidad. Hemos de reconocer, simplemente, que una filosofía es como es. No nos corresponde a nosotros el preferir una a la otra, lo que sí se puede hacer cuando se trata de diferentes «Weltanschauungen». El antiguo significado de nuestra palabra «Ende» [final] es el mismo que el de «Ort» [lugar]: «von einem Ende zum anderen» significa « de un lugar a otro». El «final» de la Filosofía es el lugar en el que se reúne la totalidad de su historia en su posibilidad límite. «Final», como «acabamiento», se refiere a esa reunión.

El final, como acabamiento, es la reunión en las posibilidades límite. Tendremos una idea muy limitada de ellas, si es que tan sólo esperamos un desarrollo de nuevas filosofías al antiguo estilo. Olvidamos que, ya en la época de la filosofía griega, apareció un rasgo determinante de la Filosofía: la formación de ciencias dentro del horizonte que la Filosofía abría. La formación de las ciencias significa, al mismo tiempo, su emancipación de la Filosofía y el establecimiento de su autosuficiencia. Este suceso pertenece al acabamiento de la Filosofía. Su desarrollo está hoy en pleno auge en todos los ámbitos del ente. Parece la pura y simple desintegración de la Filosofía, cuando es, en realidad, justamente su acabamiento. Baste con señalar la independencia de la Psicología, de la Sociología, de la Antropología como antropología cultural, el papel de la Lógica como Logística y Semántica. La Filosofía se transforma en ciencia empírica del hombre, de todo lo que puede convertirse para él en objeto experimentable de su técnica, gracias a la cual se instala en el mundo, elaborándole según diversas formas de actuar y crear. En todas partes, esto se realiza sobre la base, según el patrón de la explotación científica de cada una de las regiones del ente. No hace falta ser profeta para saber que las ciencias que se van estableciendo, estarán dentro de poco determinadas y dirigidas por la nueva ciencia fundamental, que se llama Cibernética. Ésta corresponde al destino del hombre como ser activo y social, pues es la teoría para dirigir la posible planificación y organización del trabajo humano. La Cibernética transforma el lenguaje en un intercambio de noticias. Las Artes se convierten en instrumentos de información manipulados y manipuladores. El despliegue de la Filosofía en ciencias independientes -aunque cada vez más decididamente relacionadas entre sí- es su legítimo acabamiento.
La Filosofía finaliza en la época actual, y ha encontrado su lugar en la cientificidad de la humanidad que opera en sociedad. Sin embargo, el rasgo fundamental de esa cientificidad es su carácter cibernético, es decir, técnico. Presumiblemente, se pierde la necesidad de preguntarse por la técnica moderna, en la misma medida en que ésta marca y encauza los fenómenos del mundo entero y la posición del hombre en él.

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El final de la Filosofía se muestra como el triunfo de la instalación manipulable de un mundo científico-técnico, y del orden social en consonancia con él. «Final» de la Filosofía quiere decir: comienzo de la civilización mundial fundada en el pensamiento europeo-occidental. Ahora bien, el final de la Filosofía, en el sentido de su despliegue en las ciencias, ¿no significa también la plena realización de todas las posibilidades en las que fue colocado el pensar como filosofía?, ¿o es que, aparte de la última posibilidad mencionada (la desintegración de la Filosofía en las ciencias tecnificadas), hay para el pensamiento una primera posibilidad, de la que tuvo que salir, ciertamente, el pensar como filosofía, pero que, sin embargo, no pudo conocer ni asumir bajo la forma de filosofía?

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La tarea del pensar consistiría, entonces, en el abandono del pensar anterior, para determinar lo que es la «cosa» del pensar.


Puede consultarse el artículo entero picando aquí