martes, 26 de enero de 2010

W. Giegerich: La falacia ego-psicológica


Acabo de publicar el interesante artículo de W. Giegerich
“La Falacia Ego-Psicológica: Una nota sobre "el nacimiento del significado a partir del símbolo", publicada originalmente en el Journal of Junguian Theory and Practice vol. 7 nº 2, 2005, traducido por Ale Bica.

El artículo comienza así:

En su artículo “El Símbolo Místico: Algunos Comentarios sobre Ankori, Giegerich, Scholem, y Jung” publicado en esta revista (Journal of Junguian Theory and Practice, vol. 7, no. 1, 2005, págs. 25-29), Sanford Drob argumenta—apoyado por Micha Ankori en su “Rejoinder. . . . ” en el mismo número (pág. 31)—que “tanto el entendimiento de Scholem del símbolo como de la idea kabalistica de la infinita interpretabilidad plantean desafíos significativos a la declaración de Giegerich de "el fin del significado"".. Éste no es el caso de ningún modo. Sólo puede pensar así porque no ve mi argumento; lo que ve y critica es una visión que inadvertidamente está poniendo en lugar de mi visión. La tesis en mi artículo “
El Final del Significado” no se ve cuestionada de ninguna manera por las ideas de que “el símbolo es sui generis” y que está abierto a “un conjunto indefinido, cuándo no infinito de interpretaciones”. No tengo ningún problema con estas ideas. Jung también es víctima del mismo malentendido. Hace que Drob vea una oposición o un conflicto entre ciertas afirmaciones de Jung donde en realidad no hay ningún conflicto, porque las afirmaciones a las que se refiere son totalmente compatibles. Así, después de citar la idea de Jung de Tipos Psicológicos acerca del símbolo, de que “una vez que su significado ha nacido fuera de él ... (el símbolo) está muerto, es decir, sólo posee significación histórica”, Drob afirma que “Jung, empero, no fue consistente. Por ejemplo, más tarde afirmó que ‘ninguna formulación intelectual se acerca de algún modo a la riqueza y expresividad de la imaginería mítica.’” Las dos afirmaciones de Jung son compatibles porque son respuestas a dos cuestiones diferentes y por esta razón ninguna interfierecon la otra. Drob parece confundir estos dos temas distintos.

¿Cuáles son estas dos cuestiones? Respecto a la primera comenzaré con la frase de Drob “Si bien es verdad que algunos símbolos, por cualquier razón, dejan de sugerir posibilidades interpretativas, y por lo tanto ‘mueren’ ...” y notaré que Drob no discute totalmente la idea de la muerte de los símbolos, sino que no tiene explicación que ofrecer de por qué y cómo es posible la muerte de los símbolos, y no considera que esta cuestión sea digna de atención. ¿Cómo puede ser que un símbolo que ha fascinado a la gente durante siglos pierda de repente su poder sobre su psique? Es precisamente a esta cuestión a la que responde Jung en
Tipos Psicológicos, con su teoría del nacimiento del significado del símbolo a partir de él, en contraste con el símbolo que aún está preñado de significado. Esta es una cuestión que tiene que ver con la historia y la fenomenología de la vida del alma en la realidad empírica.

Cuando Jung, por el contrario, dice que “ninguna formulación intelectual se acerca de algún modo a la riqueza y expresividad de la imaginería mítica”, está preocupado por una cuestión totalmente diferente, es decir, la de qué sea un símbolo (cuando y en tanto aún está vivo), una cuestión acerca de su dignidad particular, de su esencia y naturaleza especial, en contraste sobre todo, con el “signo” y la “alegoría”. Esta es una cuestión lógica, una cuestión de definición. Cualquiera puede ver que esta visión de la riqueza y la expresividad (y es seguro agregar:
in-finita) de la imaginería mítica fácilmente puede insertarse en el otro enunciado, donde entonces elucidaría el enunciado “el símbolo aún preñado de significado”. La teoría de la muerte de un símbolo y de su significación meramente histórica presupone precisamente esta visión (supuestamente tardía y "no consistente") de la riqueza del símbolo. El símbolo sólo puede perder su riqueza y expresividad si la poseía previamente.

He dicho que cualquiera podría verlo. ¿Pero entonces por qué Drob no lo vio? Me parece que la razón es que reemplaza subrepticiamente la visión de Jung (y la mía) del nacimiento del significado a partir del símbolo por otra visión, del todo incompatible, la cual puede verse más claramente en su frase
“la posibilidad, o incluso la necesidad de proporcionarles [a los símbolos] traducciones racionales e interpretaciones”. Drob afirma que “para Giegerich, con el nacimiento del significado a partir del símbolo, el símbolo finalmente ha sido entendido”, lo cual de algún modo está respaldado por alguna formulación en mi ensayo (en el cual he intentado interpretar los comentarios de Jung en lugar de hablar por mi cuenta), y sin embargo es un malentendido fundamental de mi argumento, puesto que “entendido” para él se refiere a nuestro entendimiento, nuestras interpretaciones, mientras que en el contexto de la idea de preñez-nacimiento significa que es el significado mismo el que ha revelado su secreto, que él se ha abierto como un capullo. Sin embargo no ‘ahí fuera’, como algo que ha de ser contemplado, sino por haberse impuesto inadvertidamente a la conciencia, por haber revolucionado y haber vuelto objetivamente a casa a la forma lógica de la conciencia. Por lo tanto, el símbolo no ha sido entendido finalmente (por nosotros, en el sentido personalista), sino que su significado ha nacido a partir de él! Una diferencia significativa que se merece unos pocos comentarios.

He trabajado con la metáfora de Jung de la preñez y el nacimiento. Drob en cambio opera con los conceptos de interpretación y traducción. La diferencia entre estas dos posiciones es crucial. ¿Cuál es la diferencia, o mejor aún, la oposición entre ellas? Tenemos que discernir varios aspectos.

(1) La oposición preñez-nacimiento es una metáfora tomada de situaciones o sucesos naturales. Por el contrario, las ideas de “interpretación” o “traducción”, están tomadas en su sentido literal, y pueden tomarse de este modo porque ya desde el principio se refieren a acontecimientos mentales. Implican el hiato sujeto-objeto. El símbolo es el objeto; la interpretación dada es un acontecimiento en el sujeto, en la mente de la ego-personalidad. Esta escisión no tiene papel en la imagen preñez-nacimiento. El nacimiento metafórico del significado del cual el símbolo estaba preñado es el auto-movimiento natural (en un cierto sentido de la palabra), espontáneo, del significado (arriba empleé la imagen de un capullo que se abre hasta dar una flor). El acontecimiento que aquí ocurre toma lugar sólo en el lado del “objeto”. No entra aquí el sujeto con sus ideas y enunciados. Tenemos que adherirnos a la imagen. Un bebé que ha nacido no es por supuesto para nada como una “interpretación” humana de lo que se supone que estaba oculto en el vientre de la madre. No, es en sí mismo el embrión oculto el que ahora, sin embargo, ha salido de su estado de ocultamiento.

(2) Con la preñez y el nacimiento estamos hablando de un cambio de estatus o condición de una y la misma entidad, sustancia o materia. “Nacimiento” es la descripción metafórica de una transición que puede observarse, de la misma manera que el alquimista observaba el cambio de la materia en su retorta, por ejemplo el paso de la negrura a la blancura.
Las ideas de una traducción y de una interpretación, por el contrario, operan con una dualidad, con dos entidades separadas. Mientras que el embrión ha desaparecido (la “muerte” del símbolo) una vez que ha nacido el bebé, precisamente porque se ha transformado y vive en el bebé ya nacido, una traducción es un producto nuevo, adicional, que deja intacto detrás suyo el original del cual es traducción. De manera semejante, una interpretación es una realidad nueva en adición a eso que ha sido interpretado. Ahora tenemos dos cosas, el “texto” original y su traducción/interpretación, ambos divididos por una brecha ontológica.

(3) La pareja de conceptos nacido-no nacido distingue entre estatus o condiciones de un asunto. En el caso de tesis-interpretación, esta distinción se reemplaza por otra, la oposición “
real” (el texto como un hecho) vs. “ideal” (la interpretación como un punto de vista, una opinión), en otras palabras, una oposición entre dos reinos ontológicos. Puesto que la diferencia es ontológica, no puede haber una transición del uno al otro. Están frente a frente, divididos por un hiato fundamental....

Puede leerse el articulo en su integridad
picando aquí