La “realidad” virtual pone en cuestión justamente qué sea “real” , la noción misma de “realidad” y, con ello, la noción misma de “verdad”. Simulación (en el sentido de un “simulador de vuelo”) y realidad, realidad simulada, simulación real...
Ya en 1998, en su "The Soul's Logical Life” (La Vida Lógica del Alma), Wolfgang Giegerich escribía (mi traducción):
“Es precisamente en esta era la psicología la que tiene como tarea ofrecer un asilo a la presencia real de la noción de verdad. Todo lo demás parece haber abandonado la verdad; las ciencias por supuesto y por definición, pero también la teología, la psicología personalista, el esoterismo New Age, el post-modernismo, el fundamentalismo, incluso el arte y la filosofía, cada uno de modos y en aspectos muy diferentes. Porque en nuestro mundo moderno se siente dolorosamente la desintegración de todos los valores y la disminudión de la cohesión social, generalmente parece que no haya mejor respuesta a esta desintegración que hacer una de dos cosas: o bien se busca refugio en posiciones fundamentalistas reaccionarias, apuntalándolas o defendiendo esos dogmas sin vida, reemplazando su antigua verdad viviente con el propio fanatismo subjetivo, o se intenta revitalizar la disciplina filosófica de la ética y crear todo tipo de institutos nuevos para la investigación ética, sin advertir que la ética no sirve de nada a menos que esté respaldada y autorizada por una respuesta real a la cuestión de la verdad... Pero esta era no quiere la verdad. Aparte de la ganancia rápida y el máximo beneficio, quiere una avalancha de: información, imágenes, estímulos, sentimientos, acontecimientos (happenings), y por supuesto procesos automatizados. Nuestra era disfruta “deconstruyendo” sistemáticamente toda nuestra tradición metafísica (“logocéntrica”) y nuestra herencia cultural a medida que avanza felizmente hacia la “realidad virtual”, que es una realidad absolutamente vallada, porque está absolutemente libre (desprovista) de verdad.”