Aquí está disponible la clase que he dado el 09 de junio de 2010 sobre el análisis del mito de Acteón y Artemisa en la obra de Wolfgang Giegerich: “La vida lógica del alma”. En esta fase de la interpretación del mito que versa sobre el conocimiento de la Verdad desnuda, Giegerich escribe:
“...nos gusta escindir. Nos gusta creer que tener una captación o un conocimiento es una cosa, y que la cuestión de si “aceptamos” esta comprensión y “la ponemos en práctica” o no, es una segunda cosa. Separamos “teoría” y “práctica”, “cabeza” y “estómago”. Podemos creer que lo que es verdad en teoría puede no ser apropiado en la práctica. Como pacientes podemos discutir que hemos comprendido una interpretación en teoría, pero “por alguna razón” no hace ninguna diferencia en nuestra vida concreta. Esto sólo muestra hasta qué punto estamos asentados en una trampa neurótica. Mantenemos la ilusión de que podría haber libertad ante una verdad, la libertad de nuestra elección entre aceptación y rechazo. Esta ilusión es posible mediante una noción neurótica, escindida, de conocimiento... El nombre para este tipo de conocimiento es “información”.
Uno actúa como si conocer no fuera más que una manera de mantener ideas. Pero conocer es, hablando figurativamente, un acontecimiento “físico”, “brutal”, un cambio real decisivo. De modo que cuando uno habla de ese modo, revela que simplemente no se trata en absoluto de un caso de conocimiento. Parecemos haber recibido nuestra idea de “conocimiento” de la situación de mirar la TV como nuestro modelo y regla. La TV efectivamente es sin compromiso y efectivamente somos libres de aceptar o rechazar lo que vemos (lo cual se hace visible objetivamente en el botón de encendido/apagado). Ahí existe esta libertad porque lo que vemos en TV no es verdad, sino un espectáculo, que puede ser o no verdad. Pero lo que puede ser cualquiera de esas cosas no es verdad... el acto de mirar la TV es el ritual en que el hombre moderno inadvertidamente celebra y se reafirma constantemente en su status como homo absconditus. El artificio técnico y la institución social de la televisión probablemente sólo podían inventarse en esa era y por esa sociedad en la que el hombre se define como estando metafísicamente fuera de lo que sea que ocurra
... El verdadero conocimiento inmediatamente e inevitablemente hace una diferencia. Es inmediatamente obligatorio, coloca bajo una obligación o destino. Se ha obtenido verdadero conocimiento sólo si efectivamente ha hecho una diferencia y si simplemente se ha ignorado, e incluso derogado, la escisión entre teoría y práctica””