“Tenemos nuestro sitio en nuestra propia historia. Somos productos de nuestra tradición, un hecho que pone necesariamente límites a nuestros puntos de vista. Primero necesitamos volvernos conscientes, darnos cuenta de nuestra historia y de nuestro lugar en ella para no transportar inadvertidamente presuposiciones inconscientes, o incluso conscientes, al estudio de otras culturas o de otros tiempos. Tenemos que tener en cuenta nuestro propio punto de vista y el modo en que ha sido históricamente condicionado si no queremos que nuestros emprendimientos vayan ciegamente en círculo y si no queremos descubrir en los fenómenos antiguos lo que nosotros mismos traemos con nosotros y ya proyectamos en ellos.”
[Siempre se está mirando a través de una perspectiva cultural.]
“Para una psicología con alma los acontecimientos psíquicos tienen en ellos mismos, y muy aparte de la cuestión del sujeto humano que los perciba, la propiedad de la consciencia. Tienen esta cualidad incluso como ocurrencias llamadas instintivas o inconscientes. La consciencia es el carácter interno inherentemente lógico de los acontecimientos que llamamos psíquicos, y no una determinación adicional, contingente, el hecho de que esos acontecimientos además de haber ocurrido también sucede que hay un sujeto que es consciente de ellos. Un sueño, un esquema de conducta histérico, compulsivo u obsesivo, un síntoma psicosomático, tienen la propiedad de la consciencia a pesar del hecho de que el soñante no hizo conscientemente el sueño sino que le ocurrió, o no sea querido por él, o que acaso no le vea el menor significado. En un sentido remoto podríamos conectar esta visión mía con la idea del Jung tardío acerca del contenido del estado casi consciente de los contenidos inconscientes, lo que llamó, las chispas en la luminosidad interior de todos los fenómenos psíquicos. Otra manera de expresarlo es considerar los acontecimientos psíquicos como acontecimientos de significado, que querría decir que son en sí mismos acontecimientos reflexivos. Son como las frases humanas, las poesías, las obras de arte, en tanto son expresiones del alma hablando a sí misma sobre sí misma. Los fenómenos psíquicos no son hechos positivos, empíricos, externos, como por ejemplo los rastros de sangre en la orina. Como hechos de la naturaleza los hechos positivos no hablan, simplemente señalan o muestran algo más allá de sí mismos. [Un poema no apunta a nada, habla. Si tu no ves lo que el poema dice no conoces el poema, puedes mirar las letras, pero las letras no son el poema.] Apuntan a una causa, o a una condición, o por ejemplo en el caso de la sangre en la orina apunta a un problema de salud. Los fenómenos psicológicos no demuestran nada y no apuntan a ninguna otra cosa. Todo lo que hacen es expresarse a sí mismos, expresar su significado, el significado que son. Son concepciones, son ideas, son interpretaciones, es la interpretación que el alma hace de sí misma, y sólo en tanto que interpretaciones son hechos, es decir, el hecho de que esta interpretación o esta idea ha ocurrido. Para ponerlo en palabras de Jung, “estamos tratando con el hecho de que la psique hace afirmaciones”. Una ciencia descriptiva dirá: es la naturaleza de la psique hacer tales afirmaciones, no importa cual sea su contenido, no importa si lo que afirma lo afirma como verdad o no. Una aserción muy osada, porque las frases del alma, las afirmaciones del alma, los enunciados del alma, no tienen referente externo, no son acerca de alguna realidad, sino que son autoreferentes, uroboricos; su única realidad, su propia verdad es, en tanto que verdades de ficción, verdades de cuentos de hadas. Por ponerlo de otra manera, en tanto interpretaciones son aquello mismo que es interpretado.”
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