Acabo de traducir el interesante epílogo de Wolfgang Giegerich a su obra “Dialéctica y psicología analítica. El Seminario El Capitan Canyon"
Haciendo el juego de la oposición (y complemento) entre “analítico” y “dialéctico”, Wolfgang Giegerich explica aquí su concepción de la psique como “vida lógica” que, si bien puede expresarse en imágenes (al igual que en síntomas, o en conductas neuróticas), es ante todo proceso dialéctico que no puede ser aprehendido sino por el pensamiento: pensamiento que es idea o, como dice Giegerich con un guiño a Hegel, “espíritu concreto, “espíritu absoluto”, espíritu absuelto de la oposición de pico y valle; espíritu como alma mercurial de toda realidad”.
Naturalmente, la referencia a picos y valles es una clara alusión a la psicología arquetipal, y en especial a James Hillman, que en su “Picos y Valles” propuso una neta distinción entre “espíritu” (los picos montañosos) y “alma” (los valles frondosos).
Esta oposición, que no es otra que la clásica distinción junguiana entre anima (alma, psique) y animus (aspecto “masculino” de la sizigia), deja en Giegerich de ser una oposición simple, literal (semántica y analítica) para transformarse en una relación dialéctica que admite la coniunctio, por la cual el pensamiento, la idea (logos), que ya está contenido en la imagen (psique) o “vestido” por ella,emerge como su “otro”, como su “muerte” y a la vez su cumplimiento: Kore que en su interior lleva a Hades que, una vez aparecido, la convierte así en Perséfone.
Se trata nada más ni nada menos que de la exigencia de trascender y superar pensamiento analítico (y a sus formas psicológicas: psicología analítica, psicología arquetipal), que se detiene en contenidos imaginales, semánticos, para acceder a un pensamiento dialéctico, que requiere una transformación sintáctica, es decir, lógica, en la forma misma del pensar, a fin de aprehender la vida lógica (logos) de la psique. Pueden leerse más reflexiones sobre este tema aquí donde se hace una revisión de la relación entre alma y espíritu.
Puede leerse este Epílogo de Giegerich picando aquí
Haciendo el juego de la oposición (y complemento) entre “analítico” y “dialéctico”, Wolfgang Giegerich explica aquí su concepción de la psique como “vida lógica” que, si bien puede expresarse en imágenes (al igual que en síntomas, o en conductas neuróticas), es ante todo proceso dialéctico que no puede ser aprehendido sino por el pensamiento: pensamiento que es idea o, como dice Giegerich con un guiño a Hegel, “espíritu concreto, “espíritu absoluto”, espíritu absuelto de la oposición de pico y valle; espíritu como alma mercurial de toda realidad”.
Naturalmente, la referencia a picos y valles es una clara alusión a la psicología arquetipal, y en especial a James Hillman, que en su “Picos y Valles” propuso una neta distinción entre “espíritu” (los picos montañosos) y “alma” (los valles frondosos).
Esta oposición, que no es otra que la clásica distinción junguiana entre anima (alma, psique) y animus (aspecto “masculino” de la sizigia), deja en Giegerich de ser una oposición simple, literal (semántica y analítica) para transformarse en una relación dialéctica que admite la coniunctio, por la cual el pensamiento, la idea (logos), que ya está contenido en la imagen (psique) o “vestido” por ella,emerge como su “otro”, como su “muerte” y a la vez su cumplimiento: Kore que en su interior lleva a Hades que, una vez aparecido, la convierte así en Perséfone.
Se trata nada más ni nada menos que de la exigencia de trascender y superar pensamiento analítico (y a sus formas psicológicas: psicología analítica, psicología arquetipal), que se detiene en contenidos imaginales, semánticos, para acceder a un pensamiento dialéctico, que requiere una transformación sintáctica, es decir, lógica, en la forma misma del pensar, a fin de aprehender la vida lógica (logos) de la psique. Pueden leerse más reflexiones sobre este tema aquí donde se hace una revisión de la relación entre alma y espíritu.
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