
Ya en 1938, en su La época de la imagen del mundo Heidegger distinguía entre un pensamiento que “representa”, calcula, computa (“das rechnende Denden”) -el pensamiento de las ciencias, por ejemplo- , y un pensar meditativo, cuestionador, capaz de sorprenderse y demorarse en la cosa del pensar (“das besinnliche Nachdenken”). De ahí que la sonada afirmación heideggeriana de que la ciencia no piensa. En su artículo de 1938 Heidegger escribió:
El hombre sólo llegará a saber lo incalculable o, lo que es lo mismo, sólo llegará a preservarlo en su verdad, a través de un cuestionamiento y configuración creadores basados en la meditación. Ésta traslada al hombre futuro a ese lugar intermedio, a ese Entre, en el que pertenece al ser y, sin embargo, sigue siendo un extraño dentro de lo ente.
En su evocador poema, Heidegger da que pensar cuando afirma:
Demasiado tarde venimos para los dioses y demasiado pronto para el ser
o cuando apunta:
Encaminarse a una estrella, solamente ésto.
Pensar es la concentración sobre un pensamiento
que permanece fijo como una estrella en el cielo del mundo.
También afirma allí que:
Pocos son suficientemente expertos en distinguir
entre un objeto aprendido y una cosa pensada
y con su usual penetración Heidegger confirma que:
No somos nosotros los que vamos tras los pensamientos.
Son ellos los que vienen a nosotros.
Se puede leer el poema entero picando aquí