Continuando con la publicación de textos de Freud con ocasión de las Reflexiones sobre el Alma, acabo de colgar su ensayo de 1921, “Psicología de las masas y análisis del yo”. El objetivo de esta serie de publicaciones no consiste tanto en difundir y consentir en las tesis freudianas, sino en estudiar y valorar su estilo de pensamiento, las fantasías que le permitieron adentrarse en las dinámicas del alma, así como en advertir su permanente orientación hacia una crítica de la cultura, hacia una relativización de la frontera entre lo “normal” y lo “patológico” y su continua preocupación por el fenómeno de lo colectivo.
En este osado ensayo, donde Freud admite la influencia de Darwin y de Le Bon, se tocan temas tan variados como la cuestión de las masas y su influenciabilidad, el enamoramiento y la hipnosis, entre otros.
Freud también afirma que “Si queremos formarnos una idea exacta de la moralidad de las multitudes, habremos de tener en cuenta que en la reunión de los individuos integrados en una masa, desaparecen todas las inhibiciones individuales, mientras que todos los instintos crueles, brutales y destructores, residuos de épocas primitivas, latentes en el individuo, despiertan y buscan su libre satisfacción. Pero bajo la influencia de la sugestión, las masas son también capaces de desinterés y del sacrificio por un ideal. El interés personal, que constituye casi el único móvil de acción del individuo aislado, no se muestra en las masas como elemento dominante, sino en muy contadas ocasiones. Puede incluso hablarse de una moralización del individuo por la masa. Mientras que el nivel intelectual de la multitud aparece siempre muy inferior al del individuo, su conducta moral puede tanto sobrepasar el nivel ético individual como descender muy por debajo de él.
Algunos rasgos de la característica de las masas, tal y como le expone Le Bon, muestran hasta qué punto está justificada la identificación del alma de la multitud con el alma de los primitivos. En las masas, las ideas más opuestas pueden coexistir sin estorbarse unas a otras y sin que surja de su contradicción lógica conflicto alguno. Ahora bien, el psicoanálisis ha demostrado que este mismo fenómeno se da también en la vida anímica individual; así, en el niño y en el neurótico.”
Como complemento a las interesantes reflexiones de Freud sobre la masa y su sugestionabilidad, es recomendable ver los documentales de Adam Curtis, “El siglo del individualismo”, publicados anteriormente en este mismo blog.
Por lo que toca al tema del “control” de los individuos y las comunidades por parte de las instituciones de poder, conviene por ejemplo averiguar acerca de la operación MK Ultra
En este osado ensayo, donde Freud admite la influencia de Darwin y de Le Bon, se tocan temas tan variados como la cuestión de las masas y su influenciabilidad, el enamoramiento y la hipnosis, entre otros.
Freud también afirma que “Si queremos formarnos una idea exacta de la moralidad de las multitudes, habremos de tener en cuenta que en la reunión de los individuos integrados en una masa, desaparecen todas las inhibiciones individuales, mientras que todos los instintos crueles, brutales y destructores, residuos de épocas primitivas, latentes en el individuo, despiertan y buscan su libre satisfacción. Pero bajo la influencia de la sugestión, las masas son también capaces de desinterés y del sacrificio por un ideal. El interés personal, que constituye casi el único móvil de acción del individuo aislado, no se muestra en las masas como elemento dominante, sino en muy contadas ocasiones. Puede incluso hablarse de una moralización del individuo por la masa. Mientras que el nivel intelectual de la multitud aparece siempre muy inferior al del individuo, su conducta moral puede tanto sobrepasar el nivel ético individual como descender muy por debajo de él.
Algunos rasgos de la característica de las masas, tal y como le expone Le Bon, muestran hasta qué punto está justificada la identificación del alma de la multitud con el alma de los primitivos. En las masas, las ideas más opuestas pueden coexistir sin estorbarse unas a otras y sin que surja de su contradicción lógica conflicto alguno. Ahora bien, el psicoanálisis ha demostrado que este mismo fenómeno se da también en la vida anímica individual; así, en el niño y en el neurótico.”
Como complemento a las interesantes reflexiones de Freud sobre la masa y su sugestionabilidad, es recomendable ver los documentales de Adam Curtis, “El siglo del individualismo”, publicados anteriormente en este mismo blog.
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