
En otro ensayo de 1930 que acabo de publicar en la web, incluído en el mismo volumen, ”El punto de inflexión de la vida”, Jung hace la importante observación:
“Desviarse y ponerse en contra del instinto crea la consciencia. El instinto es naturaleza y quiere naturaleza. La consciencia, por el contrario, sólo puede querer o negar la cultura, y cada vez que -con una especie de añoranza rousseauniana- se aspira a volver a la naturaleza, se “cultiva” la naturaleza”
Esta concepción de la consciencia como "oposición" o incluso "negación" de la naturaleza, tendrá consecuencias de largo alcance no sólo en la psicología arquetipal (que enfocará el “hacer alma” como un anti-naturalismo y un proceso de des-literalización , un opus contra natura alquímico) sino también en la propuesta de Giegerich acerca de la psique como “vida lógica”.
También afirma Jung en este artículo:
“Quien se protege de lo nuevo, de lo ajeno, y regresa al pasado está tan neurótico como quien se identifica con lo nuevo para huir del pasado. La única diferencia es que uno se ha distanciado del pasado y otro del futuro. Los dos hacen esencialmente lo mismo: rescatar la estrechez de su consciencia en vez de hacerla estallar en la tensión de los opuestos para crear un estado de consciencia más amplio y elevado.”
“Los grandes problemas de la vida nunca se resuelven para siempre. Si alguna vez parecen estar resueltos se trata siempre de una pérdida. Su sentido y su finalidad no parecen residir en su solución, sino en que nos ocupemos constantemente de ellos. Sólo eso nos libra del atontamiento y del anquilosamiento.”