miércoles, 11 de marzo de 2009

Psicología y verdad (2): La epifanía de Artemisa desnuda


Habiendo ya comentado las dos primeras determinaciones del mito de Acteón y Artemisa, en la interpretación de Giegerich, por el momento dejamos la tercera determinación para discutirla sólo después de ver la cuarta.

Cuarta determinación: La epifanía de Artemisa desnuda, o la revelación de la verdad más íntima del Otro.
La Noción no es sólo aspiración al conocimiento, intención y deseo de conocimiento, sino que también es el cumplimiento de esta intención: el conocimiento real o el acontecimiento de la Verdad. En otras palabras, la Noción es la unidad contradictoria de un anhelo y de su satisfacción, la búsqueda aún no consumada y el encuentro consumador. Acteón en su vagabundeo por el bosque infinito se topa con la Diosa desnuda.

Este es un punto clave. Desde el comienzo hay que darse cuenta de que este mito contradice posiciones tan diversas como las de Jacques Lacan, que enseñaba que hay deseo, pero que el deseo es fundamental y necesariamente imposible de satisfacer, y la de Jung y de Hillman, para quienes la meta sólo es importante como idea, mientras que lo realmente cuenta es el camino. El mito de Acteón y Artemisa, según Giegerich, documenta que puede haber, y que hay, satisfacción y cumplimiento. Incluso puede decirse que la meta sólo es importante en tanto es efectivamente alcanzada.

La primera cuestión para una lectura psicológica de la historia es: ¿“quién” es Acteón, ”quién” es la Diosa? Es decir: ¿quién encuentra con quién? Si bien pareciera que la cuestión de quién sea Acteón debía haberse discutido en la exposición de la primera determinación, la razón para responder sólo ahora a esta pregunta yace en que quién sea Acteón no puede separarse de quién es Artemisa. Se definen mutuamente el uno a la otra y viceversa. De modo que ¿quién encuentra a quién? La respuesta es: aquí el alma se encuentra a sí misma, como la búsqueda del Otro. En tanto que cazador, el alma se encuentra y se comprende (y abarca) a sí misma en tanto que verdad desnuda (Artemisa en su virginidad), como verdad absoluta, como "la cosa-en-sí" kantiana (en contradicción con la “apariencia”)

Acteón y Artemisa no son realmente dos seres separados y diferentes (de hecho, opuestos), masculino frente a femenino, humano frente a Deidad. Ambos juntos son el alma, una y la misma alma (el alma, en Giegerich, es por definición singular; si se habla de almas en plural, entonces se alude a algo totalmente distinto); el alma que no obstante aquí se despliega en una sizigia de opuestos a fin de darse cuenta de sí misma en tanto que Noción. El alma no es Una de la misma manera que imaginamos que las cosas son una. No es doble, ni tampoco es múltiple. Es auto-relación en cuanto tal, lo cual sugiere que aquí se habla de una “estructura” lógica y no un comportamiento psicológico empírico, y para nada de mi relación conmigo mismo. Auto-relación no significa que primero hay alguien o algo (un yo o una entidad llamada “alma”) que luego entonces se relaciona consigo misma. Es exactamente al revés: el alma es auto-relación. Es una relación lógica, y no una entidad.
El alma es auto-relación como tal, y por ello es la unidad de unidad y diferencia, o vida (lógica). Nuestro mito es aquél momento arquetipal en la vida lógica del alma, el momento de “formación, transformación, eterna recreación de la Mente eterna” en el alma -como dijo Jung en muchas ocasiones usando la formulación de Goethe, es ese momento que podría llamarse “el momento de la Verdad”. En los diferentes mitos e imágenes arquetipales, el alma habla sobre sí misma, como también ya dijo Jung en CW 9i §400. Todos estos mitos e imágenes muestran lo mismo: la naturaleza del alma. Los mitos no hablan acerca de áreas de la vida humana ya positivizadas y compartimentadas, acerca de nuestra sexualidad, del complejo de poder, de las relaciones humanas, etc. El alma habla tautológicamente sobre sí misma, su propia y misma naturaleza. Despliega la lógica de su naturaleza en tanto que alma, es decir: psicología. (psique = alma, logia= lógica)

Pero en tanto que el alma no es un tipo de “cosa”, nada positivo, sino que es vida lógica, tiene que desplegar su plena naturaleza en muchos mitos e imágenes, cada uno presentando la misma naturaleza del alma tal como aparece en algún otro de los momentos de su vida lógica y desde la perspectiva de uno de esos momentos. Cualquier “momento arquetipal” de la vida del alma despliega la verdad total acerca de la naturaleza del alma, pero sólo tal como se destaca desde el punto de vista de este momento particular. El “momento de la Verdad” es ese momento arquetipal que -además de mostrar toda la verdad sobre el alma- también muestra esta verdad desde el punto de vista particular del alma en tanto que Verdad absoluta o conocimiento cumplido, efectivo, la Noción.

El alma tiene muchos otros momentos desde dentro de los cuales puede mostrarse toda la verdad acerca de su naturaleza. Además de descubrirse a sí misma como verdad absoluta (Acteón y Artemisa):
- también se viola a sí misma en la profundidad del submundo (Hades y Kore),
- se persigue a sí misma hacia una auto-reflexión de su naturaleza instintiva (Pan y sus ninfas),
- se seduce a sí misma dentro de su propia profundidad (el pescador y la sirena),
- voluntariamente se ata al mástil de un barco a fin de experimentarse como encanto embrujador absolutamente irresistible (Odiseo y las sirenas),
- se muestra como un monstruo que debe vencerse, a fin de ponerse a prueba respecto a desarrollar una voluntad heroica y conquistarse a sí misma (las tareas de Hércules),
- disfruta de un hieros gamos (matrimonio sagrado) eterno consigo misma (Urano y Gea),
- Interrumpe cruelmente su propio hieros gamos consigo misma (Kronos usando su afilada guadaña con Urano),
- celebra su propia auto-perfección (la pareja divina, por ejemplo Zeus y Hera),
- se deleita en su propio complemento (belleza y guerra, Afrodita y Ares),
- entra en una relación incestuosa, prohibida, consigo misma y así se abrea a la dimensión de la trascendencia (mysterium coniunctionis; el nacimiento de la criatura-del-alma en el Rosarium),
- se impregna concibe y reproduce a sí misma (por ejemplo Zeus y Semele/ Danae/Alcmena),
- se sacude violentamente y se penetra a sí mismo (Poseidón y Gea),
- se pierde y se reconquista, pero sólo en tanto que inevitablemente perdida para sí misma, en otras palabras, como superada (sublated) (Orfeo, el poeta, y Eurídice),
-se confronta a sí misma con su propia superabilidad y se sacude a sí misma de estar inocentemente auto-contenida (Barbazul y su mujer),
y así sucesivamente.

El mito de Acteón es el mito del “momento de la Verdad”. En ambos lados tenemos el alma. El alma bajo la apariencia del cazador humano se encuentra a sí misma, el alma como la divina verdad desnuda. Como tal, este es el mito que establece la noción de verdadera psicología. Psicología es el alma conociéndose a sí misma. Es, más específicamente, el encuentro del alma con, o el conocimiento de, sí misma como verdad desnuda, en su “virginidad” (es decir, anterior a cualquier embrollo o compromiso con cualquier otra cosa y aparte de cualquier concepción previa o prejuicio). Estar “desnuda” es inherente a la noción de la virgen (así como a vida en el paraíso o al reino de la “pre-existencia”). Adán y Eva sólo necesitaron ropas después de la Caída. Acteón es la imagen del alma como psicología humana, como el deseo empírico de conocer la verdad sobre sí y como la teoría que de hecho ha sido capaz de desarrollar acerca de sí, hasta el momento actual en la vida real. Empero, Acteón el cazador es la imagen el alma no sólo como cualquier teoría psicológica. Es el tipo de theoria que se expone a sí misma sin reservas y sin limitaciones sistemáticas (tales como las que garantizan la “objetividad científica”), à corps perdu, a lo implacablemente salvaje de su propio objeto de estudio (es decir, sea cual sea la manifestación concreta del alma de la cual en cada caso particular es la teoría). Es el alma como theoria acerca de sí misma que, gracias a esta auto-exposición implacable y a aventurarse al bosque virginal, realmente ve al alma misma en su pureza y divinidad, y por eso se da cumplimiento, se vuelve verdadera psicología, cumple su noción. En tanto el alma es auto-relación, es en sí la unidad de sí misma y de la theoría (psicológica) sobre sí misma. El alma no es sólo el objeto de la investigación psicológica, no es sólo su propia mitad. Es ambas cosas a la vez: aquello que conoce (o que quiere conocer) y aquello que ha de conocerse. Su conocimiento de sí no es una adición secundaria, que viene después del hecho, después de su exsitencia y de su esencia. Existe sólo en tanto que auto-conocimiento (“el alma piensa siempre”). En el reino del alma lo que viene después (hysteron) viene primero (proteron): es sólo el conocimiento que el alma hace de sí lo que produce su existencia como la existencia de lo que ha de conocerse.
¿Por qué se representa la psicología humana en la imagen de la caza? Porue la psicología está a la búsqueda del alma, es tá a la caza de la verdad del alma. Inicialmente aún no ha llegado. La psicología comienza sin conocer lo que se supone que conoce. Parte de la positividad de la vida cotidiana preocupada principalmente con situaciones pragmáticas y de supervivencia en el sentido más lato de la palabra, de lo que la alquimia llama la unio naturalis, y tiene que laborar su camino a partir de ahí, a partir de un enfoque empírico y causal a través de lo imaginal (estadio de albedo) hasta una psicología que conoce el alma. La psicología tiene que abandonar la “esfera civilizada” de lo positivo y lo “natural” (en el sentido psicológico, alquímico de la palabra) y adentrarse en lo agreste y salvaje de la negatividad lógica del alma.

Un corolario de esta afirmación es que la psicología humana no es una actividad del ego. Ni es tampoco ego-psicología o psicología del ego. Es la obra del alma misma, el alma en búsqueda de sí misma y descubriéndose en su implacable verdad. Giegerich afirma que donde haya algo que bajo el nombre de psicología sea una actividad del ego, o bien no es verdadera psicología, o bien es el alma inconsciente operando a través del ego. Esto es, hasta la ego psicología y la psicología cientificista son “inevitablemente” manifestaciones del alma hablando sobre sí misma. Pero por supuesto, hay una gran diferencia entre una psicología concebida como el ego cientificista hablando sobre el alma, y una psicología que se sabe como alma hablando sobre sí misma. En el primer caso el ego, que sólo es una estación en el pasaje de la auto-reflexión ourobórica del alma, o el portavoz para su soliloquio, “la conversación del alma consigo misma” (como dice Platón en su Teetetos 189e y en El Sofista 263e), engañosamente se toma como un término autónomo en una supuesta “relación entre sujeto y objeto” imaginados como una dualidad literal. Naturalmente, este engaño nuevamente es producido por el alma misma para sus propios fines. Uno de los “mitos” o ficciones que el alma crea en su soliloquio es el de El ego, el del sujeto autor. Y porque es el alma la que crea esta fantasía, la fantasía de “el ego” surge con una expresa convicción, con un convincente sentido de realidad. La otra forma de psicología, que se sabe como el alma que habla sobre sí misma, el alma que se busca a sí misma y se descubre a sí misma en su verdad implacable, sólo puede ocurrir sempre que nuestras empresas psicológicas humanas verdaderamente se aventuren en lo agreste y lo salvaje original. La psicología tiene que ser “psicoanálisis salvaje” en la constitución misma de su lógica. No puede construirse como una ciencia, es decir, domada y civilizada, mirando desde fuera de la cerca -desde la seguridad e inmunidad que garantiza este punto de vista- al reino cercado de una realidad finita y ya poseída previamente, llamada “la psique humana”. Su lugar es el reino de la pre-existencia, y no la esfera del tiempo empírico.