miércoles, 17 de marzo de 2010

Alma, conciencia y nihilismo: apuntes de clases sobre Giegerich


Estos son algunos apuntes de un curso dado en 2008 sobre "Psicología Analítica y Dialéctica: La vida lógica del alma", transcriptos por Ale Bica:

“Tenemos nuestro sitio en nuestra propia historia. Somos productos de nuestra tradición, un hecho que pone necesariamente límites a nuestros puntos de vista. Primero necesitamos volvernos conscientes, darnos cuenta de nuestra historia y de nuestro lugar en ella para no transportar inadvertidamente presuposiciones inconscientes, o incluso conscientes, al estudio de otras culturas o de otros tiempos. Tenemos que tener en cuenta nuestro propio punto de vista y el modo en que ha sido históricamente condicionado si no queremos que nuestros emprendimientos vayan ciegamente en círculos y si no queremos descubrir en los fenómenos antiguos lo que nosotros mismos traemos con nosotros y ya proyectamos en ellos.”

[Siempre se está mirando a través de una perspectiva cultural.]

“Para una psicología con alma los acontecimientos psíquicos tienen en ellos mismos, y muy aparte de la cuestión del sujeto humano que los perciba, la propiedad de la consciencia. Tienen esta cualidad incluso como ocurrencias llamadas instintivas o inconscientes. La consciencia es el carácter interno inherentemente lógico de los acontecimientos que llamamos psíquicos, y no una determinación adicional, contingente, el hecho de que esos acontecimientos además de haber ocurrido también sucede que hay un sujeto que es consciente de ellos. Un sueño, un esquema de conducta histérico, compulsivo u obsesivo, un síntoma psicosomático, tienen la propiedad de la consciencia a pesar del hecho de que el soñante no hizo conscientemente el sueño sino que le ocurrió, o no sea querido por él, o que acaso no le vea el menor significado. En un sentido remoto podríamos conectar esta visión mía con la idea del Jung tardío acerca del contenido del estado casi consciente de los contenidos inconscientes, lo que llamó, las chispas en la luminosidad interior de todos los fenómenos psíquicos. Otra manera de expresarlo es considerar los acontecimientos psíquicos como acontecimientos de significado, que querría decir que son en sí mismos acontecimientos reflexivos. Son como las frases humanas, las poesías, las obras de arte, en tanto son expresiones del alma hablando a sí misma sobre sí misma. Los fenómenos psíquicos no son hechos positivos, empíricos, externos, como por ejemplo los rastros de sangre en la orina. Como hechos de la naturaleza los hechos positivos no hablan, simplemente señalan o muestran algo más allá de sí mismos. [Un poema no apunta a nada, habla. Si tu no ves lo que el poema dice no conoces el poema, puedes mirar las letras, pero las letras no son el poema.] Apuntan a una causa, o a una condición, o por ejemplo en el caso de la sangre en la orina apunta a un problema de salud. Los fenómenos psicológicos no demuestran nada y no apuntan a ninguna otra cosa. Todo lo que hacen es expresarse a sí mismos, expresar su significado, el significado que son. Son concepciones, son ideas, son interpretaciones, es la interpretación que el alma hace de sí misma, y sólo en tanto que interpretaciones son hechos, es decir, el hecho de que esta interpretación o esta idea ha ocurrido. Para ponerlo en palabras de Jung, “estamos tratando con el hecho de que la psique hace afirmaciones”. Una ciencia descriptiva dirá: es la naturaleza de la psique hacer tales afirmaciones, no importa cual sea su contenido, no importa si lo que afirma lo afirma como verdad o no. Una aserción muy osada, porque las frases del alma, las afirmaciones del alma, los enunciados del alma, no tienen referente externo, no son acerca de alguna realidad, sino que son autoreferentes, uroboricos; su única realidad, su propia verdad es, en tanto que verdades de ficción, verdades de cuentos de hadas. Por ponerlo de otra manera, en tanto interpretaciones son aquello mismo que es interpretado.”

“Hasta el punto en que la consciencia o el carácter de significado de los fenómenos psicológicos es el presupuesto metodológico que hace posible una psicología, la situación en psicología es muy similar a la de la ciencia natural, en la cual, por ejemplo, yo no puedo preguntar si un acontecimiento de la naturaleza sigue una ley o no, porque tiene que seguir una ley de la naturaleza puesto que esta es la presuposición metodológica fundamental de la ciencia de la naturaleza. [Si aceptamos como presupuesto de una psicología con alma que todo lo psicológico es reflejado y que en sí es significado, no tiene sentido preguntarse si un fenómeno psicológico tiene significado, porque el presupuesto de toda psicología es que el fenómeno psicológico es en sí mismo significado.] En ambos casos la única cuestión es qué ley de la naturaleza -en el caso de la ciencia- y qué significado -en el caso de la psicología. Esto me libera, no tengo que ser una autoridad y pretender afirmar o negar dogmáticamente que hay un significado para cada razón metafísica o ideológica, mi disciplina como psicólogo me ha liberado de esta decisión. De modo que cuando, como psicólogo, entro en escena ya es cierto que hay un significado.”

“Un fenómeno no se ve como un fenómeno del alma a menos que uno entre sin reservas en él y trate de comprenderlo íntegramente desde adentro.”

[Desde adentro quiere decir, sin ningún tipo de referencia ajena, externa, sino desde el fenómeno mismo como alma. Si yo intento explicar cualquier síntoma, cualquier manifestación psicológica refiriéndolo a algo no psicológico, entonces no estoy haciendo psicología. Un físico como físico no puede decir que la lampara se mueve porque es la voluntad de Dios. El lenguaje de la física pide que se hable sólo de leyes físicas, el lenguaje de la psicología pide que no se caiga en la presión familiar, la técnica educativa, la clase económica, la raza, el sexo, que son todos factores extra-psicológicos. El fenómeno psicológico tiene todo lo que necesita dentro suyo. El tema es entrar en ello.]

“Hay que distinguir entre dos sentidos diferentes de la palabra significado. En primer lugar está el sentido de significado de acuerdo al cual se refiere a cierto carácter esencial, lógico, o incluso ontológico del fenómeno mismo. Por ejemplo, si se dice que los sacrificios de las culturas antiguas tenían significado, en este sentido se lo está declarando como algo más que meros hechos positivos, algo más que meros acontecimientos. ¿Algo que puede demostrarse que de hecho ocurrió del mismo modo en que ocurren los acontecimientos en el mundo natural? No. Si se dice que son significativos, se quiere decir que en sí mismos llevan significado, y como tales son fenómenos del alma. Son como una rosa o una hermosa joya si se las percibe con alma. Su valor está en lo que ellos son, en lo que muestran que son, en su auto-exhibición. Tal como los sonidos del lenguaje tienen su aspecto empírico, fáctico, pero no están limitados a ser nada más que acontecimientos físicos, meras secuencias de sonido, sino que además y ante todo son acontecimientos de significado, de la misma manera los fenómenos del alma también son acontecimientos de significado. Los fenómenos del alma se abren a la dimensión del significado, en contra y por encima de la mera dimensión de la existencia fáctica. Pero el significado no es un añadido al hecho. El significado viene primero. Los sonidos del lenguaje son creados en la estructura significativa del lenguaje, no son sonidos naturales a los que a parte se les pega un significado. El segundo sentido de significado podríamos ilustrarlo con la formulación de uno de los tratados de Nietzsche llamado Consideraciones Intempestivas, acerca de las ventajas y desventajas de la historia para la vida. Esto está dicho desde el punto de vista de la reflexión externa. La historia como campo de estudio y como forma de consciencia es vista como una entidad factual que está ahí en frente, o como un fenómeno en su propio derecho que tiene fuera de sí a la vida. Y así es como surge la cuestión de si la historia es buena o mala para la vida. Finalmente este es un punto de vista
ego-psicológico, en tanto que la preocupación que se expresa en esta cuestión es acerca de nosotros. El significado es concebido como la relación entre dos cosas, mientras que en el primer caso solamente se relacionaba con una y por lo que esa cosa vale por sí misma.”

“Si los fenómenos psíquicos, por ejemplo los sueños, son ellos mismos interpretaciones, produciendo ellos mismos lo que son y sólo produciéndolo en ese mismo acto de interpretarse, nos damos cuenta de que aquí estamos tratando con un sentido de interpretación completamente distinto del empleado por Freud en su obra fundamental llamada “La Interpretación de los Sueños”. Este último tipo de interpretación es la interpretación que el psicólogo hace de un texto o de un sueño ya existente. Es el resultado de un esfuerzo humano. La belleza de la rosa no es el resultado de un esfuerzo humano. Aquí tenemos una dualidad. Primero el sueño, el texto, y luego la interpretación. La interpretación sería una opinión acerca del texto, una opinión acerca del sueño, pero lo que he dicho acerca de los fenómenos psíquicos, en tanto fenómenos psicológicos, quiere decir que esta dualidad no existe para ellos. Los fenómenos psicológicos son a la vez texto e interpretación. Pero ambos, a la vez, de un modo tan extraño que la interpretación precede lógicamente al texto, en tanto que el texto sólo existe dentro de, y en virtud de, la interpretación que el sueño en sí es. [El significado de lo que digo está primero que el sonido de lo que digo. Ocurren a la vez, sí, pero el sonido sólo enviste al significado. El significado de lo que digo no es lo que se obtiene de analizar lo que digo, sino que es lo que origina lo que digo. Lo que digo existe primeramente como fenómeno del alma y como un significado que se enviste en palabras.] La actividad de interpretar sueños u otros fenómenos psíquicos, como el tema del sacrificio, solo pueden significar el intento de descubrir la interpretación que como tal el sueño o el sacrificio son. Por ello, Jung acentuó repetidamente que el sueño es su propia interpretación. Si bien esto podría entenderse como queriendo decir que el sueño dentro de sí proporciona su propia interpretación yo lo he transformado en una frase ontológica que dice: el sueño es su propia interpretación y nada más.

En el caso de la segunda noción de sentido de significado, por ejemplo el uso o desventaja de tal cosa, la palabra significado todavía se retiene pero está corrompida. Ya no significa significado en sentido estricto. Significa algo distinto: utilidad. Dicho de otra forma, hay una correspondencia entre significado y significador. Pero el hecho de que automáticamente pensemos la palabra significado en términos de utilidad muestra que el primer sentido de la palabra ya se ha perdido. La gran cuestión del significado que hoy mueve a tanta gente, por ejemplo la cuestión acerca del
significado de la vida, muestra esto con enorme claridad, porque lo que esta cuestión busca es si hay una utilidad superior para la vida, algún plan maestro, un objetivo final, algo que alcanzar en la vida. Esta pregunta ya ha desechado a priori aquello que ostensiblemente parece señalar. La pregunta por el significado de la vida ya ha descartado como sin valor el primer sentido de significado, que es que la cosa vale en sí misma. Con mucha gracia Lichtenberg dijo una vez: “Se dice ‘alma’ como se dice “talero” [o duros], aunque hace mucho que se dejaron de acuñar”. De manera similar hoy podríamos decir que uno todavía dice significado, aunque el significado del significado hace tiempo que se perdió, más que perdido. Nada es más repugnante hoy, ni más temido por nuestro tiempo, que el significado. El movimiento que nos empuja con un inmenso poder hacia la información y la era de la comunicación, qué es sino, la abolición sistemáticamente forzada de todo significado. Información es el contenido abstracto desprovisto de cualquier significado que comprometa, un contenido que por esta razón se vuelve libremente utilizable en cualquier contexto. Información siempre es rechazo a un conocimiento real, y lo que llamamos hoy comunicación no es sino el reciclar continuamente este rechazo.

Uno podría objetar de que aquí, en nuestro tiempo, hay un deseo tremendo de significado y que es precisamente el sufrimiento de innumerables gentes por la erosión y la falta de significado lo que habla en nombre del hecho de que la noción de significado todavía está viva. Pero esto es sólo una ilusión. Quién todavía hoy añore un significado, no sabe lo que está diciendo. El hecho mismo de que haya un deseo de significado, muestra que hoy uno está interesado por algo totalmente distinto de lo que el significado propiamente entendido significaría. La necesidad o el deseo del significado tiene su correlato en las provisiones de significado que se ofrecen hoy en el mercado por distintos proveedores: las iglesias, las sectas, todo tipo de escuelas psicológicas y todo tipo de gurus individuales. Por lo tanto, lo que se quiere decir con significado es que es un bien de consumo, especialmente un bien de consumo comparable a un tranquilizante o una droga cuyo propósito y función es hacer más soportable emocionalmente para nosotros el proseguir nuestro duro viaje en la era absolutamente carente de significado de la información y de la comunicación. El deseo y la búsqueda de significado sólo pueden aparecer dentro del nihilismo, y no es de ninguna manera una oposición al nihilismo, aunque se crea que lo es, sino que es uno de los modos en que el nihilismo continúa realizándose y ganando terreno. Si se trata de un verdadero significado, no puede haber deseo de él. El verdadero significado no se puede buscar y no se puede ofrecer en un mercado de significados, obviamente, por la siempre razón de que es -si lo es- la realidad a partir de la cual el hombre vive en su época, es el lugar histórico en el que ocurre que estamos viviendo y es por lo tanto algo verdaderamente significativo, sólo en la medida en que es real. Y si es real no hay que buscarlo. El significado real, por lo tanto, no es de ningún modo algo bonito e inofensivo, algo agradable o algo confortable, es siempre algo tremendo, algo terrible, semejante a la terrible realidad de la cual la Biblia dice en Hebreos [p10:19], “Es una cosa aterradora caer en los brazos del dios viviente”. La enormidad del significado real puede volverse un poco más plausible para nosotros cuando tenemos en mente que el significado real, existente, de nuestra existencia moderna, es el viaje perseguido sistemáticamente y con gran fervor hacia la falta total de significado, o sino, el avance y el trabajo paso a paso sistemático hacia la erosión del significado hasta que quede en nada.”

jueves, 11 de marzo de 2010

Entrevista a Wolfgang Giegerich (continuación)


He aquí la clase dada el miércoles 10 de marzo de 2010, en la que continúo traduciendo y explicando una entrevista a Wolfgang Giegerich, y en la cual habla, entre otras cosas, de qué puede entenderse por “ser uno mismo”, de su actitud como psicólogo ante los sueños, del probable futuro de la psicología analítica, de la importancia psicológica de las guerras, del significado de Internet, etc.

Para escuchar la clase basta con picar aquí


viernes, 5 de marzo de 2010

La importancia de pensar adecuadamente (pensamiento dialéctico y pensamiento calculador)


En la Introducción que David L. Miller escribió a “Dialectics & Analytical Psychology. The El Capitan Canyon Seminar”, hace notar la dificultad que entraña, para el entendimiento usual, la comprensión de aquello a lo que Giegerich apunta con la idea de “la vida lógica del alma”. La expresión “lógica”, así como “pensamiento” suelen comprenderse como un proceso opuesto a “sentimiento”, a “intensidad, y se asocia en cambio a desapasionamiento, mecanicidad, “cerebralidad”. Nada más alejado de lo que Wolfgang Giegerich sostiene en su obra. Así, Miller escribe acertadamente:

“...no es cosa fácil pensar psicológicamente acerca del “intelecto” y del “pensamiento”. Mi propia experiencia... en cuarenta años de educación de graduados, es que parece haber no sólo un anti-intelectualismo americano que rige en la consciencia cultural contemporánea (ver Richard Hofstadter, Anti-intellectualism in American Life) y, seguramente, no sólo en los Estados Unidos, sino también una perspectiva que cree que pensar es mover contadores (ideas) intencionadamente en el cerebro, una especie de pseudo-racionalismo cartesiano y de intelectualismo unilateral. Claramente no es de ésto de lo que habla Giegerich, y es uno de los obstáculos que he encontrado en el intento de enseñar la obra de Giegerich. El pensamiento necesita ser pensado y, en efecto, una tercera cualidad notable del seminario de El Capitan fue su intento de pensar el pensamiento diferentemente, es decir, psicológicamente. La clave para este intento fue un entendimiento de la naturaleza del pensamiento dialéctico (respecto al cual había algún malentendido inicial por parte de los participantes del seminario), y la importancia de lo negativo (respecto a lo cual había un poco de resistencia)

Sentí por primera vez esta dificultad en entender el pensamiento de Giegerich sobre el pensamiento y la lógica durante un seminario on-line patrocinado por el sitio web C. G. Jung (www.cgjungpage.org) en octubre de 1998. El último día de ese ciber-seminario posteé una pregunta a Giegerich, diciendo que creía que sus interlocutores malinterpretaban su idea de pensamiento, y que estaban criticando una posición que él no sostenía. Esto es, demonizaban al pensamiento, tomándolo por lo opuesto del sentimiento (logos contra eros), y luego se preguntaban por qué Giegerich lo privilegiaba en el trabajo psicológico. Le pedí que aclarara lo que entendía por la vida lógica del alma, en la cual pensar es crucial para la transformación psicológica.

Mi pedido llegó tarde en el seminario, justo antes de que se cerrara, y la respuesta de Giegerich fue necesariamente corta debido a las limitaciones de la discusión on-line. Al día siguiente, en un correo electrónico privado, intenté aclarar lo que yo veía como el malentendido por parte de los participantes del seminario. Giegerich en su libro "La Vida Lógica del Alma”, había mencionado una obra de Martín Heidegger, Aus der Erfahrung des Denkens (A partir de la experiencia del pensar), así como también invocará el lenguaje de Heidegger (der Schritt zurück) en el volumen actual al hacer un apunte sobre la naturaleza de la dialéctica hegeliana. En mi nota a Giegerich le recordaba la distinción que Heidegger hace en otro libro, Gelassenheit (Serenidad), entre das rechnende Denken y das besinnliche Nachdenken, que el traductor inglés de esta obra traduce como “pensamiento calculador” y “pensamiento meditativo”. Las traducciones no transmiten realmente la fuerza del lenguaje de Heidegger. “Calculador” no es inadecuado para rechnende, puesto que rechnen significa “calcular, computar, contar, contabilizar ” y der Rechner es el término actual en alemán para un “calculador”, una “computadora”, un ordenador. Pero “meditativo” sobredetermina besinnlich en la dirección de la sensibilidad espiritual romántica. El adjetivo alemán usualmente significa “contemplativo” o “que da qué pensar”, y en ninguna parte de la traducción al inglés hay una indicación de que en un caso se usa Denken y en el otro el término empleado es Nachdenken. Esta última palabra significa más que pensar. Indica cogitar o rumiar o pensar acerca de, o reflexionar, es decir: indica un proceso y una actividad. Mi intuición fue que los compañeros de conversación de Giegerich en el ciber-seminario creían que quería decir das rechnende Denken- lo que mi abuela en Virginia solía querer decir cuando exclamaba, "Bueno, yo calculo que...”. Me había parecido que cuando Giegerich hablaba acerca de “pensamiento” o “lógica” lo que de hecho tenía en mente era más como das besinnlich Nachdenken de Heidegger. Giegerich me respondió que yo estaba en lo cierto acerca al respecto, e indicó que con este malentendido podía ver porqué sus interrogadores eran críticos acerca de su énfasis psicológico en el “pensamiento”.
Empero, Giegerich tuvo pensamientos ulteriores (un
Nach-denken o idea tardía) dos años más tarde. El 23 de febrero de 2000, me escribió lo siguiente:

“esta distinción de Heidegger me resulta un poco problemática. (a) Divide, estableciendo un tipo privilegiado de pensamiento (una especie de versión dominical) donde en mi opinión no debiera haber un diastema y (b) usa esta distinción para condenar (injustamente) la metafísica clásica, a la que coloca al lado de das rechnende Denken, una retroyección de nuestro problema moderno al pasado. Para mí el pensamiento es uno, y si se le presiona lo suficiente más allá de la versión pragmática inicial, deviene dialéctico”.

La cuestión es, en parte, que contabilizar, contar, computar, y calcular son parte importante del pensamiento. Uno podría pensarlos como el aspecto instrumental del pensamiento pero, por supuesto, pensar que ello es todo el pensamiento es en sí irreflexivo.
Menciono este antiguo intercambio a fin de introducir la discusión de “dialéctica” que sigue en este libro, es decir, a fin de mostrar que el pensamiento psicológico sobre el pensamiento no es simple. Por ejemplo, pensar -en el caso en que se hablará en el seminario de El Capitan- no es una función psicológica. Es decir, no es una de las funciones ectopsíquicas de Jung junto con sentir, percibir e intuir, y por tanto no es algo hecho, o bien, hecho sólo por los llamado "tipos reflexivos”. Más bien cualquiera, sin tomar en cuenta la tipología, es un pensador en el sentido que Aristóteles pudo haber querido decir al llamar al ser humano un
animal rationale. Ciertamente, el pensamiento es inconsciente en la mayoría de la gente la mayoría del tiempo. Es pensamiento implícito. Pero no es no-pensamiento. El pensamiento tampoco debe pensarse como meramente lógica formal y abstracta, ni es un mero razonar discursivo o el empleo literal del intelecto. Más bien es concreto, un movimiento real del alma. Pensar significa haber sido alcanzado o reclamado por una idea. Heidegger, en el trabajo que Giegerich cita en La Vida Lógica del Alma, dice: “Nunca llegamos a la ideas. Ellas vienen a nosotros”.
El problema entonces es el pensamiento inconsciente y lo que Heidegger llama
die Flucht von dem Denken, la “huida ante el pensamiento”. La psicología hoy, también, ha sido carente de ideas y ha participado en esta “huida”. Psicológicamente esta huida indica un miedo inconsciente (lo que Freud llamaba Gendankenschreck, “miedo de pensar”), aún de la psicología misma. Con seguridad es una defensa precisamente contra lo que en este libro se llamará dialéctica, en la cual uno puede descubrir (hacer consciente) no sólo una lógica y un pensamiento, sino también y a la vez, la realidad de la negación de ese pensamiento, no como cosa positiva, sino como negativo-positivo, que también en el proceso de pensar o en el curso del tiempo necesitará ser negado (la negación de la negación). Psicológicamente este proceso de pensamiento dialéctico puede transformar las fijaciones del ego, mostrando que son momentos dentro de sí-mismo (Self), que es uno y fuera del cual no hay nada (Ver Giegerich: ¿Es profunda el alma?). Esta es una psicología radical e implica que pensar sobre el pensar puede resultar en vida psicológica, esto es, apasionada (soulful: animada, con pasión).
Hay un antiguo origen para esta visión. Por ejemplo, está representada en el epígrafe con que comienza esta Introducción. En el siglo III d. C, Plotino enseñó a sus alumnos que la mente (
nous) , según dice, “desborda -bulle- de vida” (Plotino, Enéadas). Pensar hace más vivaz la vida. Plotino podría haberlo tomado de Aristóteles (De Anima). Aristóteles dice que las ideas presocráticas sobre el alma y la vida seguían sus etimologías y así la gente pensaba que el alma es “caliente”. Esta idea sólo tiene sentido cuando se advierte que el texto griego de Plotino contiene un retruécano. El texto griego de Plotino dice: hyperzeousan zoé, “bullendo con vida”.Zóe, vida,y zein, “hervir” (bullir) son homófonos. ¡La vida es caliente! Plotino no habla de la vida del ego o de la sensibilidad del ego, sino de la vida y el alma de sí mismo (Self). Vivir en sí mismo (Self) es ser vivaz (hervir, bullir). Y para Plotino esta ebullición desbordante (hyperzeousan) se produce por una cualidad de vida que es contemplativa y reflexiva. Seguramente es por esto que Plotino también diría: “Los hombres, también, cuando el poder de contemplación (theorein, 'teorizar') se debilita, se vuelven a la acción, que es una sombra (skian) de contemplación y de razón (theorein kai logos)”, es decir: cuando falta el pensamiento, el alma de la vida está en la sombra de la inconsciencia y difícilmente bulle o se desborda.(Esto no es diferente de la crítica psicológica del “acting out” -actuar compulsivo- como una forma débil de vida psicológica)
La cuestión es que pensar es crucial para realizar la dialéctica del sí mismo
(Self) y su transformación apasionada”


Es en este espíritu que ya he ido publicando artículos en la web del Centro y en este blog, tales como:

La fuerza del pensamiento

Reflexión externa, reflexión inmanente y entendimiento

Hegel, Giegerich y la Psicología

Una vez más, la verdad

Conciencia, autoconciencia y negatividad

así como las continuas referencias a Hegel, a Heidegger o a Nietzsche, entre otros grandes pensadores (Plotino, Husserl, Wittgenstein, etc.)


Es también en este espíritu que a partir de Abril daré un seminario sobre el pensamiento dialéctico, el método hegeliano y la comprensión del alma como vida lógica, como el Mercurio atrapado en la materia de la superficie de los acontecimientos, en la realidad misma. El objetivo de tal seminario es leer detalladamente y psico-lógicamente el Prólogo a La Fenomenología del Espíritu, de Hegel

Iré colgando más información sobre este Seminario tanto en este blog como en la Web del Centro.

jueves, 25 de febrero de 2010

Entrevista a Wolfgang Giegerich, segunda parte


En esta clase dada, por Enrique Eskenazi en la Librería Sto. Domingo el 24 de febrero 2010, se continúa con la traducción y el comentario de una entrevista a Wolfgang Giegerich, que acaba de publicarse en "Living with Jung. 'Enterviews' with Jungian Analysts, vol. 3"  (Viviendo con Jung. Entre-vistas con Analistas Junguianos, vol. 3) de Robert y Janis Henderson, New Orleans, LA (Spring Journal Books).  También en la clase se responden a algunas dudas que tienen miembros del grupo con algunos aspectos del pensamiento de Giegerich y se tocan temas como "el alma" como sujeto y no como sustancia, la tecnología y el alma, el opus magnum del alma y la terapia, Dios (los dioses) y el alma, la dificultad de entender a Giegerich y la psicología

Puede escucharse esta clase, picando aquí.

sábado, 20 de febrero de 2010

El psicólogo como predicador del arrepentimiento


y como evangelizador"

Este es el título de un reciente artículo (octubre 2009) de Wolfgang Giegerich, que puede leerse picando el siguiente enlace

En este brillante artículo, que ataca no sólo a una psicología (?) ideológica basada en expectativas de salvación, compromiso, participación en la resolución de los grandes problemas, etc., así como a los lemasl kitsch, tan de moda, de la eco-psiclogía o psicología ecológica. Además de ello Giegerich muestra cómo una psicología "con alma" está libre de toda implicación egoica y de toda pretensión de "corregir" y/o "mejorar".

Entre otras cosas, Giegerich escribe:

"Aunque el propio Jung no siempre está libre del impulso a salvar el mundo, sin embargo, expresó la actitud psicológica muy claramente cuando dijo, “deseamos ver el mundo tal como es y dejar las cosas en paz. No queremos cambiar nada. El mundo está bien tal como es.” (CW 18 § 278). El mundo está bien tal como es, incluso ante el derretimiento del hielo y otros posibles desastres. Esta afirmación sobre la bondad del mundo no es ni un signo de ceguera total hacia la enfermedad, la miseria, los peligros, todo lo que está mal en el mundo, ni un dogma religioso o una afirmación metafísica, sino simplemente una articulación del principio psicológico, psicoterapéutico, metodológico, así como ético, de dejar las cosas en paz, abstenerse de inmiscuirse en el proceso entrometiéndonos con nuestras normas morales, recetas, deseos o activismo. Así como el zapatero debe dedicarse a sus zapatos, el psicólogo debe dejar que el alma haga su propio trabajo, ya sea patologizando o curando una patología. Esa máxima de Jung aplicada también al trabajo en la sala de consulta se realza en su repetida narración de que, cuando los pacientes angustiados le preguntaban qué tenían que hacer, él solía contestar que tampoco lo sabía y que lo único que podían hacer era mirar y atender los sueños. El psicólogo no es un arreglador de entuertos, ni un político, un técnico, un ingeniero social, ni un sanador ni salvador, un educador o un reformador, no es un bienhechor. Es sólo un “cuidadoso observador” y servidor a los productos y procesos del alma, sin un programa particular de salvación.

Sólo el ego quiere soluciones. Sólo el ego puede pensar que nosotros tenemos o debemos desarrollar rituales. Un psicólogo sabe que los verdaderos rituales tienen que venir del alma, de la psique objetiva, a fin de que sean rituales en primer lugar. Al igual que los dioses, los rituales no están hechos por nosotros, no son invenciones nuestras. ¿Y cómo podríamos desarrollar rituales, si su propósito es primeramente hacer sitio para lo que es la condición a priori de la posibilidad misma de los rituales, es decir, la conexión perdida? Una petitio principii. Sin la cópula entre los opuestos, sin la conexión viva real entre lo sensible y lo nocional, cualquier pretendido ritual sólo podía ser una ego ceremonia vacía. Sin embargo, para Romanyshyn nosotros tenemos que hacer esta conexión. “El derretimiento del hielo es un síntoma que requiere una vez más atravesemos el bache entre adentro y afuera.” Pero los puentes del alma no se pueden fabricar. Son puentes lógicos. Y si no existen para nosotros, como es el caso en la modernidad, entonces todos nuestros intentos de reducir la brecha son acrobacias improductivas a un lado de ella. Un Pontifex maximus sólo puede construir puentes que ya existan lógicamente y que le permitan estar lógicamente en ambos lados a la vez.

Tendríamos que”, “no puede haber solución sin”: retóricamente formas suaves de expresar un mandamiento, un “Tú debes”. Aquí está hablando el ego; y este ego, con su exigencia de un cambio radical, también constela sólo al ego en el lector y a él le habla; y además intenta imponer su propio programa egoico en este último, del mismo modo que surgió de una emoción egoica (la angustia) y enfocó su tema con ego-moralismo. Esta postura es puro ego, un ego completamente envuelto en sí mismo. El alma aquí no figura. En todos los aspectos esto es lo opuesto mismo de la postura de la psicología: la psicología como la escucha cuidadosa del habla del alma a sí misma sobre sí misma y sólo por su propio interés (no a nosotros y sobre nosotros o sobre el mundo y por nuestro bien, nuestra mejora.) “En los mitos y cuentos de hadas, como en los sueños, el alma habla acerca de sí misma, y los arquetipos se revelan en su interacción natural, como ‘formación, transformación / eterna recreación de la Mente eterna’” (CW 9i § 400, traducción modificada)."

Puede leerse todo el artículo picando aquí.

jueves, 18 de febrero de 2010

Entrevista a Wolfgang Giegerich


La primicia en esta clase dada por E. Eskenazi en la  Librería Sto. Domingo, Barcelona, 17 de febrero 2010, es la traducción y comentario de una entrevista a Wolfgang Giegerich, que acaba de publicarse en "Living with Jung. 'Enterviews' with Jungian Analysts, vol. 3"  (Viviendo con Jung. Entre-vistas con Analistas Junguianos, vol. 3) de Robert y Janis Henderson, New Orleans, LA (Spring Journal Books). 

La entrevista, aunque publicada en este mes, es de 2006/07, y en ella se describe, entre otras cosas, el itinerario intelectual de Giegerich; contiene también interesantes y agudas preguntas sobre su pensamiento, a las cuales Giegerich responde intentando exponer sus ideas con máxima claridad.


Puede escucharse la clase picando aquí




domingo, 14 de febrero de 2010

Realidad Virtual: verdad y simulación

A partir de Google Earth ha surgido un proyecto aún más ambicioso (Google Liquid Galaxy) que ya permite viajar virtualmente por todo el planeta, incluyendo alguna incursión suboceánica:



La “realidad” virtual pone en cuestión justamente qué sea “real” , la noción misma de “realidad” y, con ello, la noción misma de “verdad”. Simulación (en el sentido de un “simulador de vuelo”) y realidad, realidad simulada, simulación real...

Ya en 1998, en su "The Soul's Logical Life” (La Vida Lógica del Alma), Wolfgang Giegerich escribía (mi traducción):
“Es precisamente en esta era la psicología la que tiene como tarea ofrecer un asilo a la presencia real de la noción de verdad. Todo lo demás parece haber abandonado la verdad; las ciencias por supuesto y por definición, pero también la teología, la psicología personalista, el esoterismo New Age, el post-modernismo, el fundamentalismo, incluso el arte y la filosofía, cada uno de modos y en aspectos muy diferentes. Porque en nuestro mundo moderno se siente dolorosamente la desintegración de todos los valores y la disminudión de la cohesión social, generalmente parece que no haya mejor respuesta a esta desintegración que hacer una de dos cosas: o bien se busca refugio en posiciones fundamentalistas reaccionarias, apuntalándolas o defendiendo esos dogmas sin vida, reemplazando su antigua verdad viviente con el propio fanatismo subjetivo, o se intenta revitalizar la disciplina filosófica de la ética y crear todo tipo de institutos nuevos para la investigación ética, sin advertir que la ética no sirve de nada a menos que esté respaldada y autorizada por una respuesta real a la cuestión de la verdad... Pero esta era no quiere la verdad. Aparte de la ganancia rápida y el máximo beneficio, quiere una avalancha de: información, imágenes, estímulos, sentimientos, acontecimientos (happenings), y por supuesto procesos automatizados. Nuestra era disfruta “deconstruyendo” sistemáticamente toda nuestra tradición metafísica (“logocéntrica”) y nuestra herencia cultural a medida que avanza felizmente hacia la “realidad virtual”, que es una realidad absolutamente vallada, porque está absolutemente libre (desprovista) de verdad.”

jueves, 11 de febrero de 2010

La fuerza del pensamiento: Heidegger y Giegerich


Esta es una reelaboración de la nota colgada en este blog el 1 de mayo de 2009.

En un pasaje de su profunda, compleja y voluminosa obra sobre Nietzsche(1), Martín Heidegger hace la siguiente observación (mi traducción):

“¿Cómo puede un pensamiento (una idea) poseer fuerza determinativa? “¡Ideas!” ¿Cómo cosas tan volátiles van a ser centro de gravedad? Por el contrario, ¿no es acaso determinante para el hombre justamente lo que se agolpa a su alrededor, sus circunstancias -por ejemplo, su alimento? Recordad la famosa sentencia de Feuerbach: “El hombre es lo que come”. ¿Y, junto con el alimento, la localidad? Recordad las enseñanzas de los sociólogos clásicos ingleses y franceses respecto al milieu- que significa tanto la atmósfera general como el orden social. ¡Pero los “pensamientos” no, ni con la mejor voluntad!
A todo ésto Nietzsche respondería que es precisamente una cuestión de ideas, puesto que éstas determinan al hombre aún más que aquellas otras cosas; ellas solas le determinan con respecto a esos mismos alimentos, con respecto a su localidad, a su atmósfera y su orden social. En el “pensamiento” se hace la decisión respecto a si los hombre y las mujeres adoptarán y mantendrán precisamente estas circunstancias o si elegirán otras; si aún interpretarán las circunstancias escogidas de este modo o de este otro; si bajo este o aquel conjunto de condiciones pueden o no hacerse cargo de tales circunstancias. El hecho de que tales decisiones con frecuencia se desplomen en la irreflexión (carencia de pensamiento) no testimonia 
contra el dominio del pensamiento, sino a favor suyo. Tomado por sí mismo, elmilieu no explica nada; no hay milieu en sí mismo. En este sentido Nietzsche escribe (en La Voluntad de Poder, 70; de los años 1885-86): “Contra la doctrina de la influencia del milieu y de las causas extrínsecas: la fuerza interior es infinitamente superior”.
La más 
intrínseca de las “fuerzas interiores” son las ideas.” (ps. 22-23)

O, dicho de una manera aún más clara: 
la más interna de las fuerzas internas es el pensamiento, la idea. Naturalmente, no se trata aquí de “mis pensamientos” o “tuspensamientos”, “mis ideas” o “tus ideas”, sino de LA IDEA que se abre camino, aún a través de la pobreza o incluso ausencia de pensamientos- se abre camino no sólo en el ser humano, en la realidad colectiva, sino en el mundo mismo. Es a esta idea a lo que Wolfgang Giegerich llama “la vida lógica del alma”.

De ahí que en su obra fundamental, lamentablemente no traducida al castellano, “The Soul's Logical Life” (La Vida Lógica del Alma), Giegerich escriba, jugando con una afirmación del gran filósofo del siglo XVIII, el obispo Berkeley:

“El lema del obispo Berkeley que encabeza todo este capítulo, “el alma siempre piensa” tiene naturalmente un significado específico en el contexto de la filosofía de Berkeley. Peo aquí quiero de algún modo transplantar el enunciado de su propio contexto nativo... Lo que puedan haber significado "alma" y "piensa" para Berkeley y en el contexto más amplio del pensamiento del siglo XVIII no es lo que aquí nos interesa. Tomando este dicho tal como suena, no debiéramos leerlo como una descripción del acto empírico o una conducta realizada por alguna cosa llamada “alma”. Debiéramos leerlo filosóficamente, como un “enunciado especulativo” en el sentido de Hegel.  Si alma siempre piensa, ésto nos dice que su misma naturaleza es el pensamiento (pensar). Pensar no es una ocupación ocasional entre otras varias. El alma existe en tanto que pensamiento.... No puede separarse la existencia del alma de su pensamiento, en otras palabras: no puede comenzarse con la idea de un alma que primero de todo existe y que luego también piensa ocasionalmente.
Aquí topamos con un problema que tiene mala prensa especialmente en el pensamiento psicológico. Tanto dentro como fuera de la psicología, es muy raro en nuestro tiempo el conocimiento de lo que sean el pensamiento y la experiencia efectiva del pensamiento real.  Sin embargo (o precisamente por ésto) la mayor parte de la gente siente que ya sabe lo que es pensamiento. Lo confunden con su propia idea abstracta y muerta de ello, lo juzgan sobre la base de las meras actividades de su ego en sus raros esfuerzos por pensar.  En estos prejuicios el pensamiento se ve como lo opuesto de "sentir" e "imaginar", así como de "cuerpo" e "instinto" y se lo despacha como perteneciente a la "torre de marfil".  Hay que dejar estos prejuicios, ya que sería una ilusión esperar disiparlos. Sería más difícil explicar a tales gentes lo que el pensamiento es,  que explicarle a un ciego lo que es "rojo" o "azul", o a un psicópata lo que es la mala conciencia: estos últimos al menos saben que no saben. Los junguianos tienen además una dificultad adicional: tienden a entender el pensamiento como una de las cuatro “funciones” de orientación en el sentido escindido y positivizante de la tipología de Jung -una terrible reducción y dilución. Puede bastar aquí con apuntar a la dimensión en la que debe buscarse el pensamiento, afirmando que es el pensamiento lo que le da la verdad que tienen a un templo griego, a la música de Bach o de Mozart, a las grandes obras de la literatura y la pintura.  Nunca puede acentuarse lo suficiente: el pensamiento no es una “función”, aun cuando lo que Jung llamó “función pensamiento” sea por supuesto un momento en el pensamiento explícito y desarrollado. El pensamiento es la quintaesencia de las cuatro funciones y está más allá de ellas. Es la ruptura del nivel de las funciones psicológicas particulares hacia el nivel enteramente diferente de la lógica o del Concepto... El pensamiento es lo que requirit totum hominem (2), presupone “al hombre entero” que aún no está escindido en talentos y facultades separadas.  (El pensamiento) es las funciones positivizadas subladas -sublimadas (sentimiento sublado-sublimado/ imaginación sublada-sublimada/ deseo sublado-sublimado, instinto sublado-sublimado o superado, etc.). Básicamente, el pensamiento es la apertura del alma (o del "hombre entero”) a lo que es, la capacidad de expresar y responder a la verdad de la era (3).... Lo que pensamiento quiere decir en este contexto no es por tanto pensamiento abstracto, sino pensamiento viviente, mejor aún: movimiento lógico, vida lógica”.  


(1) M. Heidegger, 
Nietzschetranslated by David Farrell Krell, ed. Haper Collins, 1991
(3) formulación alquímica citada frecuentemente por Jung: (el Arte) requiere la totalidad del hombre.
(3) De acuerdo con Hegel, “La filosofía es su propia era comprendida en pensamiento” (Prefacio a Filosofía del Derecho)

martes, 26 de enero de 2010

W. Giegerich: La falacia ego-psicológica


Acabo de publicar el interesante artículo de W. Giegerich
“La Falacia Ego-Psicológica: Una nota sobre "el nacimiento del significado a partir del símbolo", publicada originalmente en el Journal of Junguian Theory and Practice vol. 7 nº 2, 2005, traducido por Ale Bica.

El artículo comienza así:

En su artículo “El Símbolo Místico: Algunos Comentarios sobre Ankori, Giegerich, Scholem, y Jung” publicado en esta revista (Journal of Junguian Theory and Practice, vol. 7, no. 1, 2005, págs. 25-29), Sanford Drob argumenta—apoyado por Micha Ankori en su “Rejoinder. . . . ” en el mismo número (pág. 31)—que “tanto el entendimiento de Scholem del símbolo como de la idea kabalistica de la infinita interpretabilidad plantean desafíos significativos a la declaración de Giegerich de "el fin del significado"".. Éste no es el caso de ningún modo. Sólo puede pensar así porque no ve mi argumento; lo que ve y critica es una visión que inadvertidamente está poniendo en lugar de mi visión. La tesis en mi artículo “
El Final del Significado” no se ve cuestionada de ninguna manera por las ideas de que “el símbolo es sui generis” y que está abierto a “un conjunto indefinido, cuándo no infinito de interpretaciones”. No tengo ningún problema con estas ideas. Jung también es víctima del mismo malentendido. Hace que Drob vea una oposición o un conflicto entre ciertas afirmaciones de Jung donde en realidad no hay ningún conflicto, porque las afirmaciones a las que se refiere son totalmente compatibles. Así, después de citar la idea de Jung de Tipos Psicológicos acerca del símbolo, de que “una vez que su significado ha nacido fuera de él ... (el símbolo) está muerto, es decir, sólo posee significación histórica”, Drob afirma que “Jung, empero, no fue consistente. Por ejemplo, más tarde afirmó que ‘ninguna formulación intelectual se acerca de algún modo a la riqueza y expresividad de la imaginería mítica.’” Las dos afirmaciones de Jung son compatibles porque son respuestas a dos cuestiones diferentes y por esta razón ninguna interfierecon la otra. Drob parece confundir estos dos temas distintos.

¿Cuáles son estas dos cuestiones? Respecto a la primera comenzaré con la frase de Drob “Si bien es verdad que algunos símbolos, por cualquier razón, dejan de sugerir posibilidades interpretativas, y por lo tanto ‘mueren’ ...” y notaré que Drob no discute totalmente la idea de la muerte de los símbolos, sino que no tiene explicación que ofrecer de por qué y cómo es posible la muerte de los símbolos, y no considera que esta cuestión sea digna de atención. ¿Cómo puede ser que un símbolo que ha fascinado a la gente durante siglos pierda de repente su poder sobre su psique? Es precisamente a esta cuestión a la que responde Jung en
Tipos Psicológicos, con su teoría del nacimiento del significado del símbolo a partir de él, en contraste con el símbolo que aún está preñado de significado. Esta es una cuestión que tiene que ver con la historia y la fenomenología de la vida del alma en la realidad empírica.

Cuando Jung, por el contrario, dice que “ninguna formulación intelectual se acerca de algún modo a la riqueza y expresividad de la imaginería mítica”, está preocupado por una cuestión totalmente diferente, es decir, la de qué sea un símbolo (cuando y en tanto aún está vivo), una cuestión acerca de su dignidad particular, de su esencia y naturaleza especial, en contraste sobre todo, con el “signo” y la “alegoría”. Esta es una cuestión lógica, una cuestión de definición. Cualquiera puede ver que esta visión de la riqueza y la expresividad (y es seguro agregar:
in-finita) de la imaginería mítica fácilmente puede insertarse en el otro enunciado, donde entonces elucidaría el enunciado “el símbolo aún preñado de significado”. La teoría de la muerte de un símbolo y de su significación meramente histórica presupone precisamente esta visión (supuestamente tardía y "no consistente") de la riqueza del símbolo. El símbolo sólo puede perder su riqueza y expresividad si la poseía previamente.

He dicho que cualquiera podría verlo. ¿Pero entonces por qué Drob no lo vio? Me parece que la razón es que reemplaza subrepticiamente la visión de Jung (y la mía) del nacimiento del significado a partir del símbolo por otra visión, del todo incompatible, la cual puede verse más claramente en su frase
“la posibilidad, o incluso la necesidad de proporcionarles [a los símbolos] traducciones racionales e interpretaciones”. Drob afirma que “para Giegerich, con el nacimiento del significado a partir del símbolo, el símbolo finalmente ha sido entendido”, lo cual de algún modo está respaldado por alguna formulación en mi ensayo (en el cual he intentado interpretar los comentarios de Jung en lugar de hablar por mi cuenta), y sin embargo es un malentendido fundamental de mi argumento, puesto que “entendido” para él se refiere a nuestro entendimiento, nuestras interpretaciones, mientras que en el contexto de la idea de preñez-nacimiento significa que es el significado mismo el que ha revelado su secreto, que él se ha abierto como un capullo. Sin embargo no ‘ahí fuera’, como algo que ha de ser contemplado, sino por haberse impuesto inadvertidamente a la conciencia, por haber revolucionado y haber vuelto objetivamente a casa a la forma lógica de la conciencia. Por lo tanto, el símbolo no ha sido entendido finalmente (por nosotros, en el sentido personalista), sino que su significado ha nacido a partir de él! Una diferencia significativa que se merece unos pocos comentarios.

He trabajado con la metáfora de Jung de la preñez y el nacimiento. Drob en cambio opera con los conceptos de interpretación y traducción. La diferencia entre estas dos posiciones es crucial. ¿Cuál es la diferencia, o mejor aún, la oposición entre ellas? Tenemos que discernir varios aspectos.

(1) La oposición preñez-nacimiento es una metáfora tomada de situaciones o sucesos naturales. Por el contrario, las ideas de “interpretación” o “traducción”, están tomadas en su sentido literal, y pueden tomarse de este modo porque ya desde el principio se refieren a acontecimientos mentales. Implican el hiato sujeto-objeto. El símbolo es el objeto; la interpretación dada es un acontecimiento en el sujeto, en la mente de la ego-personalidad. Esta escisión no tiene papel en la imagen preñez-nacimiento. El nacimiento metafórico del significado del cual el símbolo estaba preñado es el auto-movimiento natural (en un cierto sentido de la palabra), espontáneo, del significado (arriba empleé la imagen de un capullo que se abre hasta dar una flor). El acontecimiento que aquí ocurre toma lugar sólo en el lado del “objeto”. No entra aquí el sujeto con sus ideas y enunciados. Tenemos que adherirnos a la imagen. Un bebé que ha nacido no es por supuesto para nada como una “interpretación” humana de lo que se supone que estaba oculto en el vientre de la madre. No, es en sí mismo el embrión oculto el que ahora, sin embargo, ha salido de su estado de ocultamiento.

(2) Con la preñez y el nacimiento estamos hablando de un cambio de estatus o condición de una y la misma entidad, sustancia o materia. “Nacimiento” es la descripción metafórica de una transición que puede observarse, de la misma manera que el alquimista observaba el cambio de la materia en su retorta, por ejemplo el paso de la negrura a la blancura.
Las ideas de una traducción y de una interpretación, por el contrario, operan con una dualidad, con dos entidades separadas. Mientras que el embrión ha desaparecido (la “muerte” del símbolo) una vez que ha nacido el bebé, precisamente porque se ha transformado y vive en el bebé ya nacido, una traducción es un producto nuevo, adicional, que deja intacto detrás suyo el original del cual es traducción. De manera semejante, una interpretación es una realidad nueva en adición a eso que ha sido interpretado. Ahora tenemos dos cosas, el “texto” original y su traducción/interpretación, ambos divididos por una brecha ontológica.

(3) La pareja de conceptos nacido-no nacido distingue entre estatus o condiciones de un asunto. En el caso de tesis-interpretación, esta distinción se reemplaza por otra, la oposición “
real” (el texto como un hecho) vs. “ideal” (la interpretación como un punto de vista, una opinión), en otras palabras, una oposición entre dos reinos ontológicos. Puesto que la diferencia es ontológica, no puede haber una transición del uno al otro. Están frente a frente, divididos por un hiato fundamental....

Puede leerse el articulo en su integridad
picando aquí

jueves, 14 de enero de 2010

Giegerich y el presupuesto “alegórico”: el medio NO es el mensaje


En su “The Soul's Logical Life” (La Vida Lógica del Alma) Wolfgang Giegerich llega a afirmar que los junguianos ortodoxos han traicionado la herencia de C. G. Jung. “Jung -escribe- se merecía mejores herederos”, lo cual hace recordar a James Hillman quien, al referirse a “los junguianos”, los describió como “gentes de segunda con mentes de tercera”.

En esta clase, sin embargo, se estudia la máxima alegórica: “el medio no es el mensaje”, que para Giegerich marca la diferencia entre Jung y Freud, pero también la diferencia entre su enfoque dialéctico de la psicología y la psicología arquetipal.
La clase dada por mí el miércoles 13 de enero 2010 puede escucharse, picando aquí



viernes, 8 de enero de 2010

Frases de Hegel, para pensar


Frases de G. W. F. Hegel
:

Aquel para quien el pensamiento no sea lo único verdadero, lo supremo, no puede juzgar en absoluto el modo filosófico.

La vida es lucha y sufrimiento, pero la grandeza y la fuerza sólo se miden por la fuerza y la grandeza de la oposición.

Las verdaderas tragedias no resultan del enfrentamiento entre un derecho y una injusticia. Surgen del choque entre dos derechos.

Cabe soñar de sí mismo muchas cosas que no son sino representaciones exageradas del propio valor.

Lo que el hombre es realmente, tiene que serlo idealmente.

Ten el valor de equivocarte

Los que estén necesitados de consuelo pueden sacar de la historia este consuelo horrible: que los hombres de importancia histórica no han sido lo que se llama felices

Necesitada de consuelo está empero la envidia, a quien lo grande y elevado enoja y que se esfuerza por empequeñecerlo y encontrar defecto en ello, y sólo encuentra soportable la existencia de semejante superioridad, cuando sabe que el hombre grande no ha sido feliz.

...cabría pensar: así ha sido, es un sino, no se pueden cambiar las cosas. Y para olvidar el disgusto que esta dolorosa reflexión pudiera causarnos, nos refugiaríamos acaso en nuestro sentimiento vital, en el presente de nuestros fines e intereses, que exigen de nosotros no el duelo por lo pasado, sino la mayor actividad. También podríamos recluirnos en el egoísmo, que permanece en la playa tranquila, y contemplar seguros el lejano espectáculo de las confusas ruinas. Pero aun cuando consideremos la historia como el ara ante la cual han sido sacrificadas la dicha de los pueblos, la sabiduría de los Estados y la virtud de los individuos, siempre surge al pensamiento necesariamente la pregunta: ¿a quién, a qué fin último ha sido ofrecido este enorme sacrificio?

Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión.

Con la existencia surge la particularidad.

Constituye una dificultad para la filosofía el hecho de que la mayoría piense que la autoconciencia no contiene más que la existencia particular empírica del individuo.

El drama no es elegir entre el bien y el mal, sino entre el bien y el bien.

El filósofo, debe hacer filosofía cuando ya la vida ha pasado.

...el griego Anaxágoras fue el primero en decir que el nous, el intelecto en general o la razón, rige el mundo; no una inteligencia como razón consciente de sí misma, ni un espíritu como tal. Debemos distinguir muy bien ambas cosas.

El hombre aparece después de la creación de la naturaleza y constituye lo opuesto al mundo natural. Es el ser que se eleva al segundo mundo. Tenemos en nuestra conciencia universal dos reinos, el de la naturaleza y el del espíritu.

Pero el hombre no es independiente, porque el movimiento comience en él, sino porque puede inhibir el movimiento. Rompe, pues, su propia espontaneidad y naturalidad.

El hombre piensa, aun cuando no tenga conciencia de ello.

El hombre que realiza algo grande, pone toda su energía en ello. No tiene la mezquindad de querer esto o aquello.

El hombre vale porque es hombre, no porque es judío, católico, protestante, alemán, italiano, etc.

El individuo no inventa su contenido, sino que se limita a realizar en sí el contenido sustancial.

El interés particular de la pasión es, por tanto,inseparable, de la realización de lo universal; pues lo universal resulta de lo particular y determinado, y de su negación.

El punto de la finitud consiste en la actividad individual que da existencia a lo universal, realizando sus determinaciones.

Un edificio es ante todo un fin y propósito interno.

El rejuvenecimiento del espíritu no es un simple retorno a la misma figura; es una purificación y elaboración de sí mismo.

El terreno del espíritu lo abarca todo; encierra cuanto ha interesado e interesa todavía al hombre.

En primer término hemos de observar que nuestro objeto la historia universal, se desenvuelve en el terreno del espíritu. El mundo comprende en sí la naturaleza física y la psíquica.

Este interés objetivo, que actúa sobre nosotros, tanto por virtud del fin universal como del individuo que lo representa, es lo que hace atractiva la historia.

Hemos de contemplar la historia universal según su fin último. Este fin último es aquello que es querido en el mundo; sabemos que Dios es lo más perfecto, por tanto, Dios sólo puede quererse a sí mismo, y a lo que es igual a sí. Dios y la naturaleza de su voluntad son una misma cosa; y ésta es la que filosóficamente llamamos la Idea.

La caducidad puede conmovernos; pero se nos muestra, si miramos más profundamente, como algo necesario en la idea superior del espíritu.

La existencia del espíritu consiste en tenerse a sí mismo por objeto.

La filosofía de la historia no es otra cosa que la consideración pensante de la historia; y nosotros no podemos dejar de pensar, en ningún momento.

La filosofía es el mundo al revés.

La filosofía no es, por tanto, un consuelo; es algo más, es algo que purifica lo real, algo que remedia la injusticia aparente y la reconcilia con lo racional, presentándolo como fundado en la idea misma y apto para satisfacer la razón. Pues en la razón está lo divino.

La filosofía, segura de que la razón rige el mundo, estará convencida de que lo sucedido se somete al concepto y no trastocará la verdad, como es hoy de moda.

La historia es el esfuerzo del espíritu para conseguir la libertad.

La historia es el progreso de la conciencia de la libertad.

La historia universal comienza con su fin general: que el concepto del espíritu sea satisfecho sólo en sí, esto es, como naturaleza. Tal es el impulso interno, más íntimo, inconsciente.

La idea es primeramente algo interno e inactivo, algo irreal, pensado, representado; es lo interno en el pueblo.

La idea universal es, por tanto, plenitud sustancial por un lado y abstracción del libre albedrío por otro.

La independencia del hombre consiste en esto: en que sabe lo que lo determina.

La lectura del periódico es la oración matinal del hombre moderno.

La razón es el pensamiento, el nous, que se determina a sí mismo con entera libertad.

La razón aprehendida es su determinación, es la cosa. Lo demás - si permanecemos en la razón en general- son meras palabras.

La razón descansa y tiene su fin en sí misma; se da la existencia y se explica por sí misma.

La razón ha determinado las grandes revoluciones de la historia, es el punto de partida necesario de la filosofía en general y de la filosofía de la historia universal.

La razón no necesita, como la acción finita, condiciones de un material externo; no ha menester medios dados, de los cuales reciba el sustento y los objetos de su actividad; se alimenta de sí misma y es ella misma el material que elabora.

... la razón rige el mundo y, por tanto, también la historia universal ha transcurrido racionalmente. Esta convicción y evidencia es un supuesto, con respecto a la historia como tal. En la filosofía empero, no es un supuesto.

La sustancia del espíritu es la libertad. Su fin en el proceso histórico queda indicado con esto: es la libertad del sujeto; es que éste tenga su conciencia moral y su moralidad, que se proponga fines universales y los haga valer; que el sujeto tenga un valor infinito y llegue a la conciencia de este extremo. Este fin sustantivo del espíritu universal se alcanza mediante la libertad de cada uno.

Lo concreto, en los caminos de la Providencia son los medios, los fenómenos en la historia, los cuales están patentes ante nosotros; y debemos referirlos a aquel principio universal.

Lo primero que el espíritu sabe de sí, en su forma de individuo, es que siente. Aquí todavía no hay ninguna objetividad. Nos encontramos determinados de este y de aquel modo.

Lo que generalmente se llama realidad es considerado por la filosofía como cosa corrupta, que puede aparecer como real, pero que no es real en sí y por sí.

Lo que sólo es en sí, constituye una posibilidad, una potencia; pero no ha pasado todavía de la interioridad a la existencia.

Lo subjetivo, como algo meramente particular y que tiene meros fines finitos y particulares, ha de someterse, sin duda, a lo universal.

En la conciencia sensible el objeto aparece como lo más rico, pero es lo más pobre en pensamientos.

Lo supremo para el espíritu es saberse, llegar no sólo a la intuición, sino al pensamiento de sí mismo.

Los fines particulares se pierden en lo universal.

Los hombres no se comportan nunca, en ese sentido completamente exterior, como medios para el fin de la razón.

Los hombres no son sino los instrumentos del genio del universo.

Pensar y amar son cosas distintas. El pensamiento en sí mismo es inaccesible al amor.

El sentimiento es la forma inferior que un contenido puede tener; en ella existe lo menos posible.

Lo que se tiene en el sentimiento es completamente subjetivo, y sólo existe de un modo subjetivo. El que dice: "yo siento así", se ha encerrado en sí mismo.

Cuando en relación con algo un ser humano no invoca la naturaleza y el concepto de la cosa, ni invoca por lo menos razones que sean la universalidad del entendimiento, sino que apela a su sentimiento, no queda entonces sino dejarlo estar, porque obrando así escapa a la comunidad de lo racional y se encierra en su subjetividad aislada, en la particularidad.

Lo que en sí y por sí es universal es objeto del pensamiento, no del sentimiento.

La fe no es apta para desarrollar el contenido.

El espíritu, por el contrario, reside en sí mismo; y esto justamente es la libertad.

El espíritu como conciencia es sólo el aparecer del espíritu

La filosofía nos enseña que todas las propiedades del espíritu existen sólo mediante la libertad, que todas son simples medios para la libertad, que todas buscan y producen la libertad.

Quien trabaja por una cosa, no está sólo en general, sino que está interesado en ella.

Producirse, hacerse objeto de sí mismo, saber de sí: esa es la tarea del espíritu.

Si la libertad, como tal, es ante todo el concepto interno, los medios son, en cambio, algo externo; son lo aparente, que se expone en la historia tal como se ofrece inmediatamente a nuestros ojos.

Si se dice: no sabemos nada de Dios, entonces la religión es algo superfluo, algo que ha llegado demasiado tarde y malamente.

Sin duda el hombre ha de ocuparse necesariamente de lo finito; pero hay una necesidad superior, que es la que el hombre tenga un domingo en la vida, para elevarse sobre los quehaceres de los días ordinarios, ocuparse de la verdad y traerla a la conciencia.

Sólo tengo interés por algo, mientras este algo permanece oculto para mí, o es necesario para un fin mío, que no se halla cumplido todavía.

Quien mira racionalmente el mundo, lo ve racional.

Todo lo racional es real; y todo lo real es racional.

Una oposición existe, cuando la realidad todavía no es conforme a su concepto, o cuando el íntimo concepto de sí todavía no ha llegado a la autoconciencia.

“¥o” en tanto negatividad absoluta, es en sí la identidad en el ser-otro; “yo” es el mismo y abarca el objeto como algo en sí superado; el yo es un lado de la relación y la relación entera; es la luz que se manifiesta a sí misma y manifiesta además lo otro.

Yo sé de mi objeto y sé de mí; ambas cosas son inseparables.